Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

martes, 14 de julio de 2015

Fundación Jubileo analiza la calidad de la inversión en la educación boliviana



Un reciente estudio de la Fundación Jubileo y el colectivo “Campaña por el derecho a la educación” desmenuzan el gasto público en educación. Tanto gobierno como expertos en educación plantean su mirada particular.

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El documento “estudio de financiación del sector educación” interpreta detalladamente el destino que se ha dado al dinero presupuestado en el Tesoro General de la Nación en materia educativa. La Fundación Jubileo ha tratado de colorear estos datos para comprenderlos en su contexto. Se ha trabajado con la base del presupuesto oficial en los tres últimos años (del 2011 al 2013).

La lectura de los datos da lugar a múltiples miradas. Al igual que una moneda, el presupuesto permite vanagloriarse por una inversión creciente o lamentarse por un gasto desmesurado de recursos.

Desde la mirada gubernamental, el viceministro de Educación, Noel Aguirre, considera positivos los esfuerzos del gobierno nacional. Su bandera argumental se centra en el incremento del dinero destinado a educación. Durante el 2013, se resalta, han sido 14.690 millones de bolivianos; el 21% del Presupuesto General de la Nación. Según indica Vargas, ningún país de la región destina un porcentaje similar a educación.

Desde la otra vereda, la lectura apunta a otros aspectos. El pedagogo Álvaro Puente refleja que “el problema no es pelear el presupuesto, sino una educación de calidad”. Parecido criterio ha sido expresado por el ex -vicepresidente de la República. Víctor Hugo Cárdenas considera que “la parte cualitativa de la educación está completamente olvidada pese a que hubo avances en infraestructura y la entrega de computadoras”.

Desde la Fundación Jubileo se pretende dar sentido a los datos para hacer comprensibles las dos visiones expuestas. El informe presentado resalta que, en los últimos cinco años, se ha logrado triplicar la inversión pública a cargo del estado. Este importante aumento ha permitido incrementar las partidas presupuestarias destinadas a educación y salud.


Las autoridades educativas validan este incremento en la inversión con las tasas de escolaridad alcanzadas. De acuerdo a informes emitidos por el Ministerio de educación, la cobertura educativa alcanza al 99% de la población en el nivel primario y al 72,15% en el nivel secundario. Además, destacan el respaldo del bono Juancito Pinto para combatir el abandono escolar. En los últimos diez años se ha reducido del 6% al 1,4% de deserción escolar.

El colectivo “Campaña por el derecho a la educación”, institución responsable del estudio, elogia los índices de gasto público en educación por encima de los estándares internacionales. El director ejecutivo de este colectivo, David Aruquipa, se felicita porque estos datos demuestran que Bolivia ha trabajado de manera exitosa en el cumplimiento de los objetivos del milenio. No obstante, también se cuestiona respecto a los avances en la calidad educativa y señala que “por ahora sigue rezagada y no contamos con indicadores de medición al respecto”.

Según los datos revelados en el “estudio de financiación del sector educación”, el 90% del presupuesto asignado a educación se destina a gastos corrientes, es decir, a pagar para el funcionamiento de las instalaciones educativas. Desde ítems hasta el pago de servicios básicos o mantenimiento de oficinas se traga la mayor parte del dinero educativo.

Sólo un 10% está destinado a mejorar las condiciones de la educación en el país. La adecuación de aulas con nuevos equipamientos, la capacitación docente o la innovación pedagógica apenas se reparten uno de cada diez bolivianos destinados a educación.


Con estos datos en mano, Rene Martínez, investigador de la Fundación Jubileo, percibe un desequilibrio en el gasto público. El aumento asignado a educación se ha destinado a cubrir ítems profesionales. Apenas un 2% del presupuesto educativo se concentra en propuestas de formación y capacitación al profesional docente. “En los últimos años, matiza, los recursos asignados a educación se han incrementado de manera significativa aparejado por la bonanza económica”. Este crecimiento, resalta Martínez, no ha repercutido en la calidad del gasto en educación pública, ámbito en el que “se debe trabajar mucho”.

Una visión crítica con la labor de educativa es presentada por monseñor Nicolás Castellanos, fundador de la obra educativa Hombres Nuevos. Para Castellanos, el país está desaprovechando oportunidades de lograr la integración real entre hombres y mujeres. Se sigue desaprovechando recursos en la formación de personas. Reclama una “inversión de calidad educativa, para que Bolivia no siga siendo una cenicienta”. Una idea similar es reclamada por Víctor Hugo Cárdenas para quien “la parte cualitativa de la educación está completamente olvidada”, por parte de unas autoridades educativas que centran su atención en las construcción de infraestructuras y la entrega de computadoras.

En general, todos resaltan la necesidad de invertir seriamente en la capacitación docente. Cárdenas denuncia que los cursos del programa de formación complementaria de maestros (PROFOCOM) se han instituido como “cursos de fines de semana” destinados al adoctrinamiento del cuerpo docente. Por su parte, Noel Aguirre, desde el viceministerio de educación, resalta este programa de capacitación permanente a los docentes. En este 2015, 140.000 maestros están participando del proceso de formación instituido por el PROFOCOM. Además, anuncia que ya están disponibles los cursos de postgrado (diplomados y maestrías) para elevar la calidad pedagógica de los docentes.


Al igual que una moneda, el gasto educativo en Bolivia tiene dos caras bien marcadas.


EDUCACIÓN, UNA COMPETENCIA CONCURRENTE

La educación es responsabilidad de todos. Por más usada que esté la frase, la constitución política vigente determina que la educación pública es una responsabilidad concurrente de todos los niveles de gobierno. 

Tradicionalmente el gobierno central ha asumido el control y mando de la labor educativa. Desde el ministerio de educación y sus instituciones dependientes se establecen las políticas de administración y gestión educativa y curricular. Corresponde al nivel central de gobierno la potestad de organizar la lógica educativa para el país. Las direcciones departamentales de educación representan sus principales brazos operativos en cada uno de los departamentos. Estas direcciones tiene la responsabilidad de implementar las políticas educativas y los programas curriculares diseñados por el ministerio. Además, tiene la directa relación con las unidades educativas de su jurisdicción.

Los gobiernos autónomos componen en segundo escalón de responsabilidad en materia de educación. Estos gobiernos (departamentales y municipales) asumen la dotación en infraestructura y mobiliario, así como el desayuno escolar.

Los gobiernos departamentales gozan de la posibilidad de impulsar institutos tecnológicos especializados en las necesidades de producción de cada región. Una posibilidad de promover ofertas educativas innovadoras y productivas como alternativa real a la educación universitaria.

Los gobiernos municipales centran su responsabilidad en la construcción y mantenimiento de la infraestructura educativa así como en la dotación de desayuno escolar para los estudiantes.

Un capítulo aparte estudia el manejo de recursos por parte de cada nivel de gobierno. De acuerdo al reporte de la fundación Jubileo, la administración central maneja el 56% del presupuesto destinado a educación. Un 33% es manejado por las universidades, quienes acceden a esta partición en virtud de las regalías de coparticipación que propone el IDH. Los municipios controlan el 10% de la torta en educación. Finalmente, las gobernaciones apenas manejan el 1% con lo cual les resultará complicado activar proyectos serios en materia de innovación tecnológica.



CONCLUSIONES DEL INFORME

-       La bonanza económica del país repercute directamente en la educación. Entre el 2005 y el 2013 ha duplicado su presupuesto.

-       La principal fuente de financiación de la educación proviene del Tesoro General de la Nación. Los gastos corrientes (ítems) absorben la mayor parte del presupuesto.

-       El Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) se destaca como la principal fuente generadora de recursos para educación. Se observa que estos recursos no son renovables y, por tanto, reclaman un uso racional para su sostenibilidad.

-       Las universidades son acreedoras de una partida importante del presupuesto. Junto a su buen destino, también deben asumir un protagonismo en la devolución a la sociedad de estos fondos.

-       La formación de maestros y la capacitación continua quedan relegadas en la asignación de recursos. Se debe concretar un compromiso de los centros de formación superior para alentar la profesionalización de los docentes.
-       Los gobiernos municipales destinan casi la mayoría de sus recursos educativos en infraestructura y desayuno escolar. Una inversión que busca un retorno político directo.

-       La concertación de un pacto fiscal ayudará a clarificar la asignación y destino de los fondos.

-       Se deben disponer mecanismos de control que validen la eficiencia en el uso de los recursos destinados a educación.

-       Paralelamente disponer algún sistema de medición y evaluación de la calidad en la educación que se imparte, ya sea adscribiéndose al modelo de evaluación PISA o a un modelo propuesto por el Observatorio de Calidad Educativa.


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