Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

viernes, 17 de julio de 2015

La vieja polémica no se acaba ¿qué tan bueno es dar tarea a los niños?



Las tareas que los docentes encomiendan a los estudiantes deben servir para fortalecer el aprendizaje de la materia. Algunos países, como Francia, han prohibido a los profesores disponer tareas para la casa. Muchos padres de familia dedican un tiempo diario a la supervisión y ejecución de tareas con los hijos.

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“Cada día es una pelea única para que hagan sus tareas” comenta Lucía.  Para Pablo, llegar todos los días del trabajo y tener que sentarse con su hijo para hacer la tarea es agotador. Otra madre reclama “con la cantidad de tarea que tienen, al final soy yo la que debe hacerla si queremos tener tranquilidad en casa”. Situaciones como éstas se repiten continuamente en los hogares.

Los profesores consideran que las tareas ayudarán al estudiante para asentar el aprendizaje. Además, alegan, la participación de los padres en los procesos escolares respalda la acción educativa. Más allá de eso ¿hasta qué punto es importante el trabajo en casa como dinámica de estudio?

Las experiencias según los países son muy dispares. En Francia, los profesores tienen prohibido encomendar tareas para el hogar. Si bien en España también existe la misma limitación, son muchos los profesores que disponen deberes fuera del aula. En Argentina se considera las tareas como una forma de profundizar el aprendizaje del aula.

“La tarea es recomendada porque permite desarrollar la responsabilidad de los chicos” valora Soledad Díaz, asesora de la Dirección Inicial y Primaria  en Córdova (Argentina). Similar opinión expresa la psicopedagoga María Magdalena Pisano, para quien las tareas solo tienen sentido en la medida que están relacionadas con los contenidos trabajados en el aula y “promueven la adquisición de ciertos hábitos relacionados con el estudio”. Pisano considera también que “de nada sirve que los docentes den tareas que los niños no puedan realizar ya sea por su complejidad, por estar desarticuladas de los aprendizajes construidos en clases, o por no ser visadas y retomadas por los docentes”.


Los expertos en educación recomiendan que las tareas no deben consumir más de una media hora para los niños en cursos iniciales y una hora para la secundaria. “El exceso de tareas genera fobia en los chicos” considera la psicopedagoga Alicia Bergonzo. El estudiante necesita espacios para la distensión, la distracción y el entretenimiento. Bergonzo reclama que “no hay que agobiar al niño y al adulto que esté al lado”. Recomienda a los docentes que las tareas  sean equilibradas, un refuerzo a lo visto en clase”.

Una investigación llevada a cabo por Patrick Rayou como parte de un estudio de sobre la educación elaborado por la Universidad Paris 8, revela que “para muchos profesores, las tareas en casa son más bien para los padres; una manera para que participen en lo que sus hijos hacen en la escuela”. Esta situación es corroborada por psicopedagogos como Magdalena Pisano, quien pone en duda la validez de las tareas cuando estas son hechas por los padres y no por los estudiantes.

Rayou valida los resultados de su investigación. “Desde hace mucho tiempo, denunciamos las tareas en casa, ya que nunca nadie ha demostrado su eficacia. Además, acentúan la desigualdad entre los niños que pueden o no recibir ayuda en casa", explica el texto de presentación de la iniciativa.


María Eugenia Sfaello, psicopedagoga, desaconseja “aquellas tareas que terminan siendo una odisea para buscar información”. Reconoce la importancia de los deberes para el hogar. Estos deberes tienen que regirse por un criterio de planificación y pertinencia. El profesor orienta las tareas desde el avance realizado en el curso. Además, la complejidad de las tareas se diseña en virtud de las competencias de los estudiantes.

Sfaello sugiere a los padres una actitud distante a la hora de “hacer las tareas”. Recalca la necesidad de formar el hábito en el estudiante para que sea él mismo quien resuelva las tareas de manera autónoma. Como pares, recomienda, estamos llamados a supervisar la realización de las tareas, no a implicarnos directamente con ellas. “Los hábitos se adquieren por repetición de actos” sentencia María Eugenia Sfaello al tiempo que aconseja “dedicar todos los días un tiempo de estudio”.

Las tareas son oportunas cuando permiten desarrollar hábitos de estudio, disciplina personal, fomentan el aprendizaje y favorecen el éxito personal. Para María Magdalena Pisano, los deberes escolares suponen una oportunidad para que el estudiante afiance el conocimiento cuando trate de exponer a sus padres los conocimientos adquiridos.

La mayoría de los psicopedagogos recomiendan a los docentes planificar las tareas de acuerdo a tres puntos clave:

-       Trabajo personal.- las actividades sugeridas deben estar al alcance del estudiante. Éste podrá resolver las cuestiones de manera autónoma y a partir de las indicaciones que se han dispuesto en el aula.

-       Cortas.- la extensión de las tareas debe ser considerada igual a una práctica en clase. El docente debe considerar la importancia de los tiempos en la vida del estudiante y no saturar con tareas el espacio fuera del aula.
-       Repaso.- el objetivo se centra en el afianzamiento del conocimiento dispuesto en clase. Sólo en los cursos superiores, cuando los estudiantes ya gozan de un mayor protagonismo en su desarrollo, se puede dimensionar tareas que avancen ciertos contenidos.

Los padres de familia serán corresponsables de las tareas en la medida que cumplan sus “obligaciones”. Así lo expresan la mayoría de los expertos. Como padres, la responsabilidad fundamental se centra en crear las condiciones necesarias para que el estudiante realice las tareas en un ambiente de comodidad. José María Lahoz García recomienda:

-       Destinar un espacio propio y adecuado para hacer las tareas, dando importancia a la actividad.
-       Disponer un horario regular para hacer las tareas, ayudando a crear el hábito en el estudiante.
-       Combinar los horarios de estudio con otras actividades propias de la edad y del desarrollo formativo.
-       Alternar los tiempos de descanso y estudio. Evitar que las tareas se sientan como un castigo o una obligación previa a otras actividades de disfrute.
-       Dedicar unos minutos para ordenar las actividades y priorizar el trabajo
-       Destinar un espacio diario a los deberes distribuyendo las labores por semana.
La función como padres de familia, concluye Lahoz García, consiste en formar en el estudiante el hábito de estudio. Esta acción debe ser natural y fruto de un proceso de acompañamiento y supervisión. La consolidación del hábito reflejará el nivel de autonomía del estudiante. Si los padres intervienen de manera directa en las tareas, el estudiante pierde esa autonomía y, por tanto, su capacidad de crecer.



LOS ODIOSOS DEBERES

Hacer las tareas en casa puede convertirse en una difícil misión familiar. El hijo se distrae constantemente tratando de evitar el fatal encuentro con los cuadernos. La madre mira paciente al hijo. Se desespera cuando las tareas no avanzan y ella tiene que atender otras actividades. El padre llega cansado del trabajo y se pregunta para qué servirán las tareas.

¿Cuáles son los motivos que llevan a un estudiante a odiar las tareas?

-       Falta de motivación.- el estudiante no siente un impulso por hacer las tareas puesto que las percibe como una pérdida de tiempo.

-       Falta de descanso.- la agenda de actividades académicas y extraescolares genera un cansancio en el estudiante. Cuando se enfrente a las tareas no posee la concentración y lucidez necesaria para afrontarlas.

-       Falta de conocimientos.- ya sea por problemas en el aprendizaje o por desatención en las clases, el estudiante no logra comprender el trabajo y el alcance del mismo. La desidia para hacer las tareas reflejará un boletín con bajas calificaciones.

-       Falta de paz y sosiego interior.- alguna situación de estrés o de conflicto personal distraen al estudiante de sus obligaciones. Estas “confusiones emocionales” tienden a ser transitorias, aunque no por ello deberán ser desatendidas.

-       Falta de hábitos.- Al llegar a casa, el estudiante no recibe el estímulo necesario para organizar sus actividades. Poco a poco posterga la realización de las tareas y a desmerecer su ejecución.

-       Falta de un espacio adecuado de trabajo.- la búsqueda de un espacio para hacer los deberes desvía la atención del estudiante cada día. Sin este espacio le será difícil crear un hábito propio.

-       Falta de ocio por sobrecarga de deberes.- los niños necesitan jugar. Salir del colegio y dedicarse a las tareas rompe su círculo normal de crecimiento. El tiempo de dedicación a la tarea debe permitir el espacio lúdico en el niño.


 Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"


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