Ser
docente requiere una vocación especial. Cada una de las actividades que afronta
están cargadas de un amor especial. Con frecuencia, los profesores se
convierten en unos padres dentro de la escuela. Más allá de este amor y
dedicación a la educación, las tensiones y los problemas externos irrumpen en
el aula y perjudican la actuación docente.
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El
escritor brasileño Augusto Cury revela los siete pecados capitales de los
educadores en un libro titulado “Padres brillantes, profesores fascinantes”.
1
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Corregir al alumno
públicamente.
La
corrección es una parte importante del aprendizaje. El estudiante interpreta
el error y construye, desde ese punto, el nuevo conocimiento. ¿Cómo indicar
al estudiante que ha cometido una equivocación y dar paso al aprendizaje? El
docente no debe exponer a un estudiante ante el conjunto de la clase. La
observación de un error se plantea a partir de la actividad. En todo momento,
es preferible anteponer el valor de la persona ante la equivocación.
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2
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Expresar autoridad con
agresividad.
El
docente construye una relación de autoridad en el aula. La forma de
consolidar esta voz de mando es múltiple. Se recomienda que el diálogo
permanente construya un ambiente de confianza donde todos los estudiantes se
desarrollen con libertad y responsabilidad.
Los educadores que imponen su autoridad con actitudes agresivas y
prepotentes son aquellos que le tienen miedo a sus propias fragilidades.
Suplen con cierto despotismo la falta de confianza. Para que se tenga éxito
en la educación, es necesario considerar que el diálogo es una herramienta
educacional insustituible.
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3
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Obstruir a la infancia del
niño con actitudes críticas.
Estar al
frente de un grupo de 25 estudiantes es complejo. Como docente, tratamos de
encarrilar las actividades bajo una programación previamente dispuesta. Nos
cuesta replantear las cosas para generar nuevas propuestas.
La
creatividad de los estudiantes rompe las líneas acordadas para el trabajo del
aula. La reacción del profesor es clave en estos momentos. Cury identifica
dos perfiles para atender estos casos. Los débiles condenan, los fuertes
comprenden, los débiles juzgan, los fuertes perdonan. Los débiles imponen sus
ideas a fuerza, los fuertes las exponen con afecto y seguridad.
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4
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Castigar cuando se esté con
rabia y poner límites sin dar explicaciones.
La
madurez de una persona se revela por la manera inteligente con que corrige a
alguien. El orden dentro del aula corresponde al docente y debe saber disciplinar
los comportamientos. En cada acción de orden se refleja un valor de
convivencia. La reacción del docente será un espejo donde los estudiantes
maduren sus comportamientos.
Las reacciones
hormonales, airadas proyectan un comportamiento irritable. El estudiante se
retraerá y desconfiará del docente. En la educación, es aconsejable guardar
silencio primero y después proponer las acciones de disciplina. Es bueno
exponer los argumentos para que se comprenda la relación causa efecto dentro
del aula.
Augusto
Cury aconseja elogiar al estudiante y realzar la importancia de su
participación correcta en los procesos. La receptividad del estudiante será
más amable ante este comportamiento que ante un docente que lo observa,
resalta sus defectos y lo corrige.
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5
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La impaciencia no educa.
El
ambiente de trabajo colaborativo resulta clave en el aula. El docente impone
un estilo de relacionamiento. La capacidad de comprensión permite conocer las
individualidades y tratar a cada estudiante de una manera diferente. El
afecto es la herramienta ideal para ablandar los comportamientos difíciles.
El docente descubre los problemas que acechan a los estudiantes “difíciles” y
con afecto busca resolverlo.
La
impaciencia que nos desborda en algunas ocasiones tensa la relación entre
estudiante y docente. Detenerse un instante, recuperar la calma y actuar con
sabiduría ayudará a revertir las situaciones desagradables que se padecen en
las aulas.
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6
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Incumplir con la palabra
ofertada.
El
margen de actuación del docente está establecido por la credibilidad que
provoca en los estudiantes. La honestidad y la franqueza son exámenes que
todos los días evalúan la relación. La coherencia entre lo predicado y lo
actuado será la pauta de comportamiento que los estudiantes asuman.
Cumpla
lo que promete. La confianza, expresa el libro “Padres brillantes, profesores
fascinantes”, es un edificio difícil de ser construido, fácil de ser demolido
y muy difícil de ser reconstruido.
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7
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Destruir la esperanza y los
sueños.
La mayor
falla que los educadores pueden cometer es destruir la esperanza y los sueños
de los jóvenes. Sin esperanza no hay caminos, sin sueños no hay motivación
para caminar. El mundo puede caer sobre una persona, ella puede haber perdido
todo en la vida, pero, si tiene esperanza y sueños, ella tiene brillo en los
ojos y alegría en el alma.
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