Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

lunes, 20 de febrero de 2017

¿TENEMOS UNA EDUCACIÓN ACORDE A LOS NUEVOS TIEMPOS?




- Sorprende cómo han cambiado los tiempos. En apenas 10 años, los centros educativos se han inundado de tecnologías modernas. ¿Será que los modelos educativos han evolucionado de la misma manera?

Fuente: Redacción "Diálogo Educativo".  
Una producción de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas 

El mundo es un cambio constante. En los últimos tiempos se han consolidado importantes innovaciones tecnologías que “hacen más fácil la vida”. Los cambios han afectado a los ámbitos económicos, tecnológicos, y sociales. Las formas de relacionarse han evolucionado al ritmo de estas innovaciones. Incluso, los contextos laborales han evolucionado de tal manera que hoy es complejo determinar los perfiles profesionales requeridos. 

Frente a estos cambios, es necesario adecuar la manera de educar a los estudiantes. Los estímulos actuales que envuelven a un niño no son los mismos que los estímulos de hace 30 años. Urge adecuar la educación a los nuevos tiempos. Así lo considera también la OCDE cuando propone que “la educación debe proveer a los estudiantes las competencias para movilizar conjuntamente habilidades, prácticas, conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones y otros componentes sociales y de comportamiento”.

Más allá de estas buenas intenciones, el filósofo chileno Boris Albert identifica una fractura entre la realidad y necesidad educativa. Los alicientes de la educación moderna no están respaldados en las políticas educativas de muchos países. “¿Hasta qué punto, se cuestiona Albert, se ha adaptado el modelo pedagógico a la realidad social, cultural y científica de nuestros días?”.


El filósofo Boris Albert considera que los modelos y métodos 
pedagógicos intentan adecuarse a los adelantos científicos, 
aunque siempre con un considerable rezago.

Similar observación plantea la Doctora en literatura y pedagogía Rosa Vázquez, quien, ante la coyuntura actual, también se pregunta “¿qué tenemos que enseñar hoy en las escuelas?”

La realidad está marcada por la primacía de lo digital ante lo real. Según Boris Albert, “la sobreestimulación digital le ha robado espacios a la interacción de cara a cara”. El valor de lo instantáneo se antepone como un valor prioritario. “¿Qué implicaciones en la vida y la educación de los niños plantea esta inmediatez provocada por la tecnología?”.

La adaptación a los nuevos tiempos de la educación también preocupa a Vázquez. El contexto de cambios permanentes requiere un fundamento de aprendizaje diferente. El estudiante debe capacitarse para afrontar estos cambios sistemáticos. El docente está llamado a enseñar a aprender, “enseñar a pensar de forma estructurada”, una competencia que permitirá a los estudiantes una integración ágil a los contextos variables.


El nuevo modelo pedagógico requiere un sustento filosófico con niveles 
concretos, abstractos y virtuales. Albert propone la flexibilización de una
 estructura anclada en principios conservadores para el cumplimiento 
de planes educativos. La innovación, sentencia, es necesaria.

Muchas escuelas y centros de formación han dado el salto a las nuevas tecnologías y han permitido el ingreso en sus aulas de computadoras, pizarras electrónicas y aplicaciones con dimensión educativa. Estas transformaciones son un inicio interesante para lograr una adecuación más profunda.

“La renovación total del modelo pedagógico no solamente concierne a la implementación de las nuevas tecnologías, la propuesta del nuevo modelo debe atacar un punto crítico: el autodescubrimiento y la autoconstrucción de seres reflexivos, críticos, creativos, libres y propositivos” proyecta el filósofo chileno Boris Albert. Estudiantes que disciernen con claridad el valor de la educación forjan un sistema más eficaz y duradero del aprendizaje.

Los niños y jóvenes, corrobora Rosa Vázquez, tienen que aprender a usar de manera eficaz y consciente los recursos digitales que están a su disposición. El llamado a los docentes propone una enseñanza del sentido crítico y creativo del estudiante para que detecten con firmeza los usos necesarios y los innecesarios de las innovaciones tecnológicas. Esta capacidad de forjar un criterio propio alienta el desarrollo y evolución personal.




El conocimiento, pilar de la enseñanza en la década anterior, 
comparte la atención con otros objetivos de la educación moderna. 
Para Rosa Vázquez, “debemos fijarnos metas encaminadas a consolidar 
facultades como la atención, la memoria o la concentración, es decir, proporcionar estrategias que faciliten el aprendizaje”.

El reto educativo que afrontamos los docentes se centra en aprender a tomar las decisiones correctas. Los estudiantes, tanto en el centro escolar como en su contexto social, están sometidos a una sobre estimulación de impulsos. Algunos centros educativos han optado por la suspensión de tecnología como una forma de mitigar sus consecuencias negativas. Esta limitante también restringe los aspectos positivos que la tecnología aporta a la educación. Es más, lo prohibido siempre tienta de manera particular, con lo cual el efecto de la suspensión se convierte en un aliciente para incrementar su consumo.

El docente también incursiona en este nuevo contexto digital. Deja los miedos de lado y supera el temor a que la tecnología le pueda suplantar. Vázquez considera que un docente que se adecua a las nuevas tecnologías profundiza su relación educativa con los estudiantes.


EL SEMÁFORO DE LA FELICIDAD”



La tecnología nos permite rescatar nuevas metodologías para el aula. Los emoticones se han convertido en una forma de expresión. Rocío López recupera el lenguaje gráfico para compartir con los estudiantes ciertas dinámicas de aula.

El semáforo de la felicidad permite al docente realizar una autoevaluación del sentimiento y ambiente del aula. Una vez a la semana, preferible al concluir la misma, se entrega a los estudiantes hojas en blanco con las reconocidas caras del whastApp: alegría, tristeza, enfado, miedo, etc.
El estudiante elige la que refleja, de mejor manera, su sentir y estado de ánimo durante la semana. Tras colorearla, la coloca en un sobre o caja común. El recuento de las caras servirá como termómetro del ambiente de trabajo en el aula. Además, semana a semana, se podrá observar la evolución del clima de trabajo en el aula.

A través de esta actividad, el docente contará con elementos para evaluar y reflexionar sobre su desempeño profesional. 

Actitudes que nos hacen docentes más empáticos (Rocío López)

1. Pregunta antes de afirmar

Este es el primero de los trucos que puedes aplicar desde hoy para que la comunicación en el aula cambie. Por lo general, todas las personas solemos imponer nuestra postura y obviamos que existan otras realidades. Así que, te propongo cambiar el común “otra vez te has dejado los deberes en casa” por “¿le ha sucedido algo a tus deberes?”. De esta manera, fomentarás el diálogo y mostrarás interés por lo que ha sucedido. Así, te será más fácil que tus alumnos se sientan cómodos para expresarse contigo, y compartir sus problemas y preocupaciones.

2. Empieza tus conversaciones interesándote por el otro

¡Qué sencillo es y cuánto nos cuesta a veces! Te propongo un reto: Prueba a empezar hoy las conversaciones con tus estudiantes un “hola, ¿cómo estás hoy?”. Estarás dando un primer paso para que esa persona se abra y te explique cómo se siente. Por un rato, evita hablar sobre ti y céntrate en escuchar, aprenderás mucho.

3. Conoce a tus alumnos

Proponte descubrir cosas que desconoces sobre tus estudiantes: Qué hacen al salir de la escuela, qué les gustaría aprender en clase, qué opinan sobre un tema concreto. Todo lo que descubras te resultará de gran ayuda para tus clases, podrás emplearlo para motivarlos y centrarlos en la tarea.

4. Adiós prejuicios y etiquetas

Conoce a tus estudiantes por primera vez. Suena loco, ¿verdad? Dales la oportunidad de verles hoy sin los filtros que tú mismo te has impuesto con el paso del tiempo: María es muy buena estudiante o a Juan no se le dan bien las matemáticas.

5. Piensa en positivo

¡Ponte las gafas de la felicidad! Durante un rato, presta atención solo a las cosas que hacen bien tus estudiantes y destierra lo malo. Hazles saber lo mucho que valoras el esfuerzo que dedican en aprender y cuánto han aprendido desde el inicio del curso. No te permitas ningún pensamiento negativo y si por un momento te aborda un problema, ¡transfórmalo en una oportunidad!


Fuente: Redacción "Diálogo Educativo".  
Una producción de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas 



miércoles, 15 de febrero de 2017

Javier Tamarit: “Se necesita creer en la inclusión de todo ser humano”



- El entrevistado de este mes es responsable del proyecto de transformación de Plena Inclusión y experto en autismo.  Desde hace más de 50 años, La organización Plena Inclusión contribuye a la inclusión plena de las personas con discapacidad intelectual o de desarrollo junto a la de sus familias en la sociedad.

"Diálogo Educativo".  
Una producción de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas 



La Misión de Plena inclusión es “contribuir, desde su compromiso ético, con apoyos y oportunidades, a que cada persona con discapacidad intelectual o del desarrollo y su familia puedan desarrollar su proyecto de calidad de vida, así como a promover su inclusión como ciudadana de pleno derecho en una sociedad justa y solidaria”.
La institución, explica Javier Tamarit, trabaja por el respeto de los derechos y fomenta la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo y su familia.


¿Qué es y de qué se encarga el área de calidad de vida de Plena Inclusión?
En Plena Inclusión creímos que debíamos apostar por una estructura que orientara todo el sentido de nuestra organización hacia la calidad de vida. Esto significa asegurar que las organizaciones y los servicios de apoyo a las personas con discapacidad de desarrollo se orientan a logros significativos en la vida de la gente.

¿Cómo llegaron a esta conclusión?
Nuestros servicios se generaron y se construyeron en una época y una cultura en la que la mirada estaba orientada a la discapacidad, al déficit, al trastorno. Construimos servicios para afrontar la patología. Conforme se han ido desarrollando modelos científicos y tratados sobre derechos, nuestra forma de verlo ha sufrido un cambio inmenso. Ahora tenemos más en cuenta a la persona y sus proyectos de vida, contando con sus limitaciones y dificultades. Nos dimos cuenta que debíamos cambiar los servicios que ofrecíamos en base a ello, centrándonos en las personas, en sus derechos, su ciudadanía, y no solo en su trastorno. Si hoy empezásemos a crear servicios, no lo haríamos como en los años 70, está claro.

¿Qué le motivó a involucrarse en este mundo?
Yo me licencié en psicología en 1977 y en la universidad tuve la ocasión y la oportunidad de formar parte de un proyecto que buscaba cómo ayudar a niños y niñas con importantes alteraciones en su desarrollo, como alteraciones de la salud mental, autismo, dificultades de comportamiento, etc. Vi la oportunidad de poner en práctica aquello que me apasionaba en el ámbito de la teoría. Además, desde niño he tenido contacto con este mundo, ya que desde bien pequeños en el colegio nos permitían jugar un día con un grupo de niños que se encontraban en la institución donde estudiaba. Yo no sabía que eran niños con discapacidad. Los integramos en nuestro mundo, empezaron a formar parte de nuestro universo.



Actualmente su trabajo gira más entorno a las organizaciones, ¿verdad?
Nunca había pensado que me apasionaría algo que tuviera que ver con la psicología de las organizaciones, pero este proyecto, al permitirme contribuir a que las prácticas que se hacen en los servicios reviertan en el bienestar de las personas, me parece apasionante. Y a estas alturas de mi profesión, un regalo.

¿Cómo se gestiona actualmente la escolarización de niños y niñas con autismo?
Yo creo que todos tenemos en mente un modelo de escolarización, pero en la práctica no es tan sencillo implementarlo. Me explico: por un lado sabemos que lo que tiene mayor impacto en niños y niñas con autismo o con alguna otra dificultad en su desarrollo es la escuela inclusiva. Tenemos evidencias de ello en las prácticas que se llevan a cabo a nivel internacional. Pero la escolarización actual no responde en la práctica al 100% con esto y hay muchos niños que no pueden acceder a este tipo de educación porque el sistema no tiene suficientes recursos. De todos modos, debemos tener en cuenta que no buscamos una escuela inclusiva sólo en beneficio de los niños y niñas con autismo, sino una escuela que aborde y enfrente la diversidad y las necesidades especiales que tiene cada alumno.



¿Hay falta de profesionales?
Hay profesionales en centros especiales o en instituciones dedicadas a ellos, profesionales altamente preparados. Si pusiéramos esos profesionales al servicio de una educación única para todos, sería lo idóneo.

Y cuando terminan la escolarización, ¿qué recursos tienen?
Tradicionalmente, cuando empezó el enfoque de apoyo específico al autismo, casi el 100% de las personas que tenían un trastorno del espectro de autismo tenían vinculada o asociada una importante limitación en su funcionamiento intelectual. Eran personas que no entraban en lo que ahora llamamos rangos de altas competencias. Como eran personas con tantas necesidades, lo que hicimos fue crear centros de día. El conocimiento del autismo se ha agrandado y ya hace tiempo que se habla de que al referirnos al autismo podemos hablar de un espectro. Hay muchas personas muy diferentes, y cada persona es singular y única, y el autismo es una parte de su persona, pero hay muchas más condiciones. 
Los niños y niñas a los que la sociedad les da la oportunidad de estar en una escuela con los apoyos que requieren, pero en contextos de relación con iguales, con otros niños, no tendrán los recorridos que tradicionalmente se han tenido una vez sean adultos. 



¿Esto genera nuevas necesidades?
Sí. Por ejemplo: cómo asegurar el acceso al empleo, cómo gestionar la transición a la vida adulta, cómo asegurar apoyos para la vida y el conocimiento en comunidad, cómo asegurar apoyos al ocio específico y singular para cada uno de ellos… Todo esto está configurando una nueva cartera de servicios que maximicen la inclusión y que tengan en cuenta el proyecto de vida de cada persona, con lo que la persona quiera. Los servicios que se van configurando son muy personalizados.

¿Las escuelas ordinarias están preparadas para atender a niños y niñas con autismo?
Depende. Hay escuelas que sí y otras que no. Es como una lotería. Cuando un docente dice que no está preparado para atender a un niño con dificultad en el desarrollo, debe plantearse que la pregunta no es si está preparado, sino si está dispuesto. Hay escuelas dispuestas y escuelas que no lo están, a veces no depende tanto de los recursos. Las escuelas deben contar con conocimiento y con expertos para atender las necesidades de cada niño. Ahí está el valor que pueden tener las personas que están dentro de las redes de los centros de educación especial.



¿Qué necesita un centro para ser inclusivo?
Lo que necesita es creer en el valor de la inclusión de todo ser humano. En entender que los seres humanos nos hacemos humanos en interacción con otros seres humanos, no nos educamos como humano en la soledad de la vida. Somos como somos porque nos relacionamos con nuestro entorno. La escuela inclusiva es un modelo orientado al bienestar de todo alumno, una escuela que construye su conocimiento con la colaboración del entorno y la sociedad en la que vive. La escuela se diluye en el barrio y todos pueden colaborar en la educación de todos los integrantes para su proyecto de vida. La escuela inclusiva debemos desvincularla de la existencia de alumnado con necesidades específicas, porque va mucho más allá.



¿Hasta dónde va?
Nosotros tenemos un modelo al que llamamos “La educación que queremos” y que trata sobre el poder de cada persona para construir su proyecto de vida en un entorno de una sociedad justa. Pero esta no es la educación que queremos para los niños y niñas con dificultades en el desarrollo, sino que es la que queremos para todos los niños. Estamos llevando a cabo un programa de transformación de los centros de educación especial. Estos centros tienen un conocimiento muy valioso acumulado y sería crucial que esto lo pudiéramos incorporar a un único sistema educativo.

¿Tienen sentido hoy en día los centros de educación especial?
No. Si hoy tuviéramos que crear de nuevo estos centros, no los haríamos así. Estamos orgullosos del papel que han tenido durante todos estos años, por supuesto. Durante este tiempo han cubierto una necesidad, pero entendemos que el sentido futuro es un único sistema educativo. Y, eso sí, los conocimientos expertos que se han construido en estos centros hay que absorberlos.  



Los compañeros de niños y niñas con autismo, ¿cómo suelen reaccionar ante ellos en clase?
Las experiencias que tenemos es que cuando se lleva una buena relación, la experiencia es de normalidad. No llegan a tener la etiqueta del trastorno. Tiene la del niño inquieto, el niño amable, el niño sonriente, pero no la del niño autista. No construyen una situación de diferenciación per se, se convierten en apoyos naturales para el aprendizaje. Pero si el propio contexto genera una situación de diferenciación con ellos, sí que puede generar situaciones complicadas. Si nos empeñamos en decir “ojo que tenemos un niño con autismo”, “cuidado que el autismo es muy complicado”, acabaremos generando una imagen totalmente negativa del niño. El contagio cultural de los estereotipos es muy perverso.

¿Se ha dado una buena comunicación a nivel social sobre lo que es el autismo?
Lamentablemente, se han dado los dos polos. Se ha llegado a decir que es todo un orgullo que un niño tenga autismo porque es muy inteligente, y el mito de que está continuamente autolesionándose, cerrado en sí mismo. Ninguna de las dos cosas responde a la realidad. Lo que sí es verdad es que los procesos de detección temprana están cambiando drásticamente la vida de los niños.



¿Qué 3 consejos darías a los docentes de aulas inclusivas?
El primer consejo sería que no dejen que se oculte al niño detrás de las etiquetas, que crean en las fortalezas del niño por encima de sus limitaciones. Lo segundo es que crean en el éxito de este niño, en que puede progresar. Toda persona puede progresar si cuenta con el apoyo adecuado. Por último, les diría que hagan equipo, con la familia, con los otros docentes, con los compañeros del niño, con el propio niño… y que orienten la educación a la vida del niño, no de su conocimiento.


*Entrevista extractada de blog.tiching.com

"Diálogo Educativo".  
Una producción de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas