Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

lunes, 4 de julio de 2016

El arma más contundente contra la violencia es la educación



La profesora palestina Hanan al-Hroub fue ganadora del “Nobel de la enseñanza”. En el aula trata de mostrar un mundo alejado de la violencia que rodea a los estudiantes. “Los estudiantes son mi fuente de inspiración” confiesa mientras exhibe su trofeo. 

Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
Una producción de la Casa Editorial Bienaventuranzas
 
The Global Teacher Prize es reconocido como el premio nobel de la educación. Cada año, miles de profesores de todo el mundo son postulados para ser reconocidos. La fundación Varkey otorga un millón de dólares al ganador.
La ganadora trabaja como docente en una escuela a las afueras de Ramallah, una ciudad palestina enclavada en el corazón del conflicto entre Israel y Palestina. La violencia entre estos dos pueblos es uno de los conflictos armados más duraderos en la actualidad. 

Hanan al-Hroub compitió contra más de 8.000 docentes postulados. Durante los últimos días compartió sus experiencias en el congreso de Dubai. Profesores de Estados Unidos, Japón, Australia, Finlandia, Pakistán e India también fueron seleccionados para la final.



En el discurso que pronunció en Dubai, Hroub reveló el orgullo de "ser una profesora palestina y de estar aquí hoy ante ustedes. Este premio supone una victoria para todos los profesores y muy especialmente para los palestinos. Cada día que pasa, la labor de los docentes adquiere una mayor importancia en un mundo que se pregunta qué futuro quiere para sus niños".

Madre de 5 hijos, abandonó su formación académica por el cierre de universidades durante la primera intifada (1987-1993). Nunca había pensado en ser profesora. Sin embargo, un incidente con sus hijas le motivó a formarse como docente. 

Su marido y sus hijas fueran baleadas en un control policial por soldados israelís. El hecho impactó de manera traumática en sus hijas. "Este incidente me cambió la vida. Nos quedamos conmocionados. Mis hijos no estaban bien y los profesores no sabían cómo lidiar con su trauma. Fue entonces cuando decidí dedicar mi vida a la enseñanza".



Al-Hroub trabaja en una escuela pública con niños entre 6 y 10 años. El contexto de violencia que rodea a los niños es cotidiano. La labor de los docentes resulta complicada en este ambiente. Dentro de las aulas se replican situaciones de inestabilidad y violencia. "Fuera del aula solo se respira violencia, y es por este motivo que intento que en mi clase reine la paz, la armonía y la seguridad", describe con una mirada triste.

Una de las pruebas para nombrar al “mejor profesor del año” cosiste en una sesión práctica ante el jurado. Ataviada con su peluca de payaso, su nariz postiza y sus marionetas expuso su método “jugar y aprender”.  Su forma de trabajo en el aula la plasma en un libro que describe su método de enseñanza: Jugamos, aprendemos.

La base de su propuesta pedagógica se sustenta en la importancia de colaborar y de trabajar en equipo. El aula propone un espacio de convivencia en el cual debe reinar la confianza y el respeto. Para motivar a los estudiantes los recompensa cuando se portan bien y alcanzan logros académicos. 



"A los niños les afecta mucho el ambiente. Las muestras de violencia de muchos niños palestinos no son más que una reacción a la violencia que les rodea. Quiero proporcionarles un entorno educativo seguro. No puedo cambiar la situación, pero sí puedo ser una buena influencia para ellos. Esta es mi filosofía de vida".

El conflicto armado que se vive en Palestina no es ajeno a la labor educativa. Al-Hroub rechaza las acusaciones israelíes de que en las escuelas palestinas se incita al odio contra Israel. "Mi mensaje a todos los que hacen estas acusaciones es que debemos alejar a los niños de la violencia. Tuve una infancia muy dura y no quiero que mis alumnos pasen por lo mismo. Una vez se inicia un ciclo de violencia es muy difícil pararlo", subraya.

Inició su carrera como profesora en 2007. La necesidad de dar una respuesta efectiva al trauma que vivieron sus hijas, similar al de cientos de niños, le motivó para ingresar a la universidad. Como docente de un colegio público sufre la falencia de muchos recursos pedagógicos. Su sueldo ronda los 600 dólares al mes y destina una parte de sus ingresos para conseguir materiales que enriquezcan la experiencia de estudio. "Cuando necesito algo, yo misma lo busco. No tenemos un presupuesto para material. Pero el aula es mi segundo hogar y los niños son parte de mi familia", confiesa orgullosa al tiempo que muestra sus cajas llenas de “instrumentos de enseñanza”.

En el marco de la ceremonia de entrega, celebrada en Dubai, se proyectaron vídeos del papa Francisco, el duque de Cambridge y Bill Clinton rindiendo homenaje a una mujer que creció en un campamento de refugiados en Belén y que decidió dedicar su vida a la docencia después de que unos soldados israelíes dispararan a dos de sus hijas. 

"Mostraré el trofeo a mis chicos", explica esta profesora de 43 años desde su casa en Ramallah: "Mis estudiantes son los verdaderos ganadores de este premio. Son mi fuente de inspiración". 

Cuando Hanan al-Hroub regrese a su clase, tras una semana de ausencia, cargada con marionetas, pinzas de madera para tender la ropa, coches de juguete y pelucas de payaso, también llevará un trofeo con su nombre inscrito. Es la ganadora de la última edición del premio a la mejor profesora del mundo, valorado en un millón de dólares. 

Tiene intención de destinar el millón de dólares, que se lo entregarán a lo largo de diez años, a un programa de ayuda a los jóvenes que quieran formarse como profesores y a programas de formación de profesores que quieran aprender su método. Una de las condiciones del premio es seguir impartiendo clase durante cinco años, un requisito que ella está feliz de poder cumplir.

Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
Una producción de la Casa Editorial Bienaventuranzas
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