La profesora palestina Hanan al-Hroub fue ganadora del “Nobel de la enseñanza”. En el aula trata de mostrar un mundo alejado de la violencia que rodea a los estudiantes. “Los estudiantes son mi fuente de inspiración” confiesa mientras exhibe su trofeo.
Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
Una producción de la Casa Editorial Bienaventuranzas
The Global Teacher Prize es
reconocido como el premio nobel de la educación. Cada año, miles de profesores
de todo el mundo son postulados para ser reconocidos. La fundación Varkey
otorga un millón de dólares al ganador.
La ganadora trabaja como
docente en una escuela a las afueras de Ramallah, una ciudad palestina
enclavada en el corazón del conflicto entre Israel y Palestina. La violencia
entre estos dos pueblos es uno de los conflictos armados más duraderos en la
actualidad.
Hanan al-Hroub compitió contra
más de 8.000 docentes postulados. Durante los últimos días compartió sus
experiencias en el congreso de Dubai. Profesores de Estados Unidos, Japón,
Australia, Finlandia, Pakistán e India también fueron seleccionados para la
final.
En el discurso que pronunció en
Dubai, Hroub reveló el orgullo de "ser una profesora palestina y de estar
aquí hoy ante ustedes. Este premio supone una victoria para todos los
profesores y muy especialmente para los palestinos. Cada día que pasa, la labor
de los docentes adquiere una mayor importancia en un mundo que se pregunta qué
futuro quiere para sus niños".
Madre de 5 hijos, abandonó su formación
académica por el cierre de universidades durante la primera intifada
(1987-1993). Nunca había pensado en ser profesora. Sin embargo, un incidente
con sus hijas le motivó a formarse como docente.
Su marido y sus hijas fueran
baleadas en un control policial por soldados israelís. El hecho impactó de
manera traumática en sus hijas. "Este incidente me cambió la vida. Nos
quedamos conmocionados. Mis hijos no estaban bien y los profesores no sabían
cómo lidiar con su trauma. Fue entonces cuando decidí dedicar mi vida a la
enseñanza".
Al-Hroub trabaja en una escuela pública
con niños entre 6 y 10 años. El contexto de violencia que rodea a los niños es
cotidiano. La labor de los docentes resulta complicada en este ambiente. Dentro
de las aulas se replican situaciones de inestabilidad y violencia. "Fuera
del aula solo se respira violencia, y es por este motivo que intento que en mi
clase reine la paz, la armonía y la seguridad", describe con una mirada
triste.
Una de las pruebas para nombrar al “mejor
profesor del año” cosiste en una sesión práctica ante el jurado. Ataviada con
su peluca de payaso, su nariz postiza y sus marionetas expuso su método “jugar
y aprender”. Su forma de trabajo en el
aula la plasma en un libro que describe su método de enseñanza: Jugamos, aprendemos.
La base de su propuesta
pedagógica se sustenta en la importancia de colaborar y de trabajar en equipo.
El aula propone un espacio de convivencia en el cual debe reinar la confianza y
el respeto. Para motivar a los estudiantes los recompensa cuando se portan bien
y alcanzan logros académicos.
"A los niños les afecta
mucho el ambiente. Las muestras de violencia de muchos niños palestinos no son
más que una reacción a la violencia que les rodea. Quiero proporcionarles un
entorno educativo seguro. No puedo cambiar la situación, pero sí puedo ser una
buena influencia para ellos. Esta es mi filosofía de vida".
El conflicto armado que se vive en
Palestina no es ajeno a la labor educativa. Al-Hroub rechaza las acusaciones
israelíes de que en las escuelas palestinas se incita al odio contra Israel.
"Mi mensaje a todos los que hacen estas acusaciones es que debemos alejar
a los niños de la violencia. Tuve una infancia muy dura y no quiero que mis
alumnos pasen por lo mismo. Una vez se inicia un ciclo de violencia es muy
difícil pararlo", subraya.
Inició su carrera como
profesora en 2007. La necesidad de dar una respuesta efectiva al trauma que
vivieron sus hijas, similar al de cientos de niños, le motivó para ingresar a
la universidad. Como docente de un colegio público sufre la falencia de muchos
recursos pedagógicos. Su sueldo ronda los 600 dólares al mes y destina una
parte de sus ingresos para conseguir materiales que enriquezcan la experiencia
de estudio. "Cuando necesito algo, yo misma lo busco. No tenemos un
presupuesto para material. Pero el aula es mi segundo hogar y los niños son
parte de mi familia", confiesa orgullosa al tiempo que muestra sus cajas
llenas de “instrumentos de enseñanza”.
En el marco de la ceremonia de
entrega, celebrada en Dubai, se proyectaron vídeos del papa Francisco, el duque
de Cambridge y Bill Clinton rindiendo homenaje a una mujer que creció en un
campamento de refugiados en Belén y que decidió dedicar su vida a la docencia
después de que unos soldados israelíes dispararan a dos de sus hijas.
"Mostraré el trofeo a mis
chicos", explica esta profesora de 43 años desde su casa en Ramallah:
"Mis estudiantes son los verdaderos ganadores de este premio. Son mi
fuente de inspiración".
Cuando Hanan al-Hroub regrese a
su clase, tras una semana de ausencia, cargada con marionetas, pinzas de madera
para tender la ropa, coches de juguete y pelucas de payaso, también llevará un
trofeo con su nombre inscrito. Es la ganadora de la última edición del premio a
la mejor profesora del mundo, valorado en un millón de dólares.
Tiene intención de destinar el
millón de dólares, que se lo entregarán a lo largo de diez años, a un programa
de ayuda a los jóvenes que quieran formarse como profesores y a programas de
formación de profesores que quieran aprender su método. Una de las condiciones
del premio es seguir impartiendo clase durante cinco años, un requisito que
ella está feliz de poder cumplir.
Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
Una producción de la Casa Editorial Bienaventuranzas
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