La relación entre los
estudiantes y el docente ha evolucionado. Las nuevas tecnologías, los hábitos
de la sociedad moderna proponen una nueva forma de interacción. El diálogo se
vuelve importante como vínculo.
Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
Una producción de la Casa Editorial Bienaventuranzas
Mariano Martín Gordillo, profesor de educación
secundaria desde hace casi 25 años, recuerda que en su infancia, ”los pupitres estaban clavados en el suelo y formaban filas de a dos,
mirando siempre a la pizarra, donde estaba el profesor. Él hablaba siempre,
nosotros pocas veces. Él preguntaba y nosotros debíamos responder. Eso era lo
que se esperaba de nosotros: el silencio, las respuestas y, si se daba el caso,
alguna pregunta pertinente. Aquello no me gustaba”
Revive el origen de la educación. Las primeras reflexiones de la
educación están en Platón. El espacio público que era el ágora, el espacio de
encuentro en las polis griegas, donde se intercambiaban y se compartían razones.
En ese origen, el diálogo era la base del proceso de formación.
Desde su actual lugar de trabajo, promueve una relación de diálogo
permanente con los estudiantes. Las aulas actuales se han con vertido en
espacios contemplativos. El profesor hablar mientras los estudiantes se limitan
a escuchar.
El nuevo contexto educativo vincula a un adulto junto a los estudiantes.
El aporte del adulto se centra en el contacto que tiene con un conocimiento
adquirido. El aula se transforma en una oportunidad para el contacto
intergeneracional, contacto que difícil mente se logrará en otros escenarios
sociales.
Para Cristóbal Cobo, director del centro de estudios fundación CEIBAL,
“la inclusión de las nuevas tecnologías en el aula aseguran una participación
cada vez más integral del estudiante en clase”.
Ambos investigadores coinciden en que el diálogo y el intercambio es el
principal método de enseñanza. El aula, insisten, debe recuperar la dimensión
dialógica que siempre debió tener.
Las
tecnologías proponen paradigmas distintos a los modelos que se habían impuesto
en siglos anteriores bajo otros instrumentos. La apertura de nuestra mente
sería el principal componente del cambio. La disposición ante las herramientas
tecnológicas reclama flexibilidad y apertura. Las TIC´s enriquecen el espacio
de aula facilitando el encuentro y la participación.
El análisis
de Martín Gordillo refleja los cambios que se han producido en el contexto
escolar y pedagógico provocados por la inclusión de tecnologías innovadoras.
Observa, al mismo tiempo que “la educación no ha
mutado de la misma forma que lo ha hecho el mundo en general” para asimilar las
nuevas formas de relacionamiento y diálogo.
Las
TIC son entendidas como herramientas para explotar la curiosidad y la
experimentación, juegan un papel fundamental. El problema es que las
tecnologías pueden ser utilizadas para llevar a cabo pedagogías profundamente
conservadoras y lineales. Para los niños la tecnología no es algo innovador, no
es algo disruptivo, porque han nacido con ello. Para los estudiantes es natural
apelar a las tecnologías como forma cotidiana de relación. Para los docentes,
la adecuación tecnológica sigue siendo aún una cosa extraña.
La
alfabetización actual supera la capacidad de aprender a leer y escribir,
explica el profesor Cobo. El nuevo alfabetizado domina las tecnologías de
información y comunicación como una extensión más de los espacios de
relacionamiento. Desarrolla nuevas capacidades de comprensión e interacción y,
por tanto, nuevas formas de descubrir y aprender.
La
escuela se mantiene en un sistema tradicional de preguntas y respuestas
repetidas. Los programas curriculares son un conjunto de respuestas
estructuradas y sistematizadas. El currículum debería ser un punto de partida
que hace preguntas provocadoras y que no te da las respuestas. Lo que incentiva
la curiosidad, la experimentación, es buscar la respuesta a preguntas
abiertas. Esto sería más inteligente y seductor para plantear desde la
escuela.
Cristóbal
Cobo insiste con la necesidad de cambiar la escuela para recuperar el verdadero
sentido del diálogo. “Hablamos de la educación enciclopédica y cuando
salimos al mundo laboral vemos que los contenidos se convierten en algo
reemplazable. Las habilidades técnicas deben ser enriquecidas y amplificadas
por habilidades de orden emocional”.
Aunque
el acceso a computadoras debe responder a un plan de trabajo educativo
predeterminado. Mariano Martín Gordillo reclama que muchas veces se proyecta la
inserción de computadoras en el aula como la solución a las deficiencias
educativas. Dotar de computadoras a los estudiantes permite abrir una puerta al
acceso. No por ello, insiste Martín Gordillo, se debe excluir la presencia del
maestro como guía del aprendizaje.
En
el fortalecimiento del diálogo como sustento de la educación, Martín Gordillo
sugiere un nuevo rol del maestro. Para el experimentado profesor, se debe
considerar al maestro como “un artesano del diálogo. Tendrá que generar el contexto y hacer posible un espacio donde se pueda
intercambiar, crecer y aprender intercambiando. Más que preocuparse por qué
conocimientos debe llevar al aula -eso es una cuestión superada-, deberá
preocuparse por cómo crear dispositivos y situaciones de organización que
favorezcan el acceso al conocimiento y su discusión”, manifiesta de manera
firme. Además, reclama que las aulas actuales siguen siendo espacios de
transmisión de conocimientos, sin permitir los cuestionamientos o intereses.
Esta estructura ahora el diálogo y frena el entusiasmo y dinamismo de los
estudiantes.
“Nuestra aula no era dialógica, de modo que tenemos que crear escenarios
de relación que no tenemos en nuestra memoria” coincide Cristóbal Cobo. La
tradición educativa que arrastramos se convierte en un obstáculo para recuperar
el diálogo dentro del aula. Añada que el docente está llamado para “crear otros
escenarios de participación. Si no lo haces, no te das cuenta de cómo se puede
hacer. No es una cuestión teórica”. El aula, al igual que el ágora griega, es
el espacio democrático por esencia. El debate, el diálogo más enriquecedor es
aquel que nace y se fortalece entre los propios estudiantes. La diversidad de
competencias e intereses, explica Martín Gordillo, propone un encuentro muy
fértil si se sabe aprovechar educativamente. La autoridad del docente se
alimenta con los aportes que incorpora al escenario mental de los estudiantes.
“La voz del maestro se respeta por lo que dice, no por quién lo dice” recalca
el profesor. Resume su labor como la de provocar espacios de interacción y
cooperación entre los estudiantes.
La clase debe convertirse en un escenario donde los estudiantes puedan
aprender a tomar decisiones Sigue siendo importante diferenciar entre enseñar y
educar. La educación para los nuevos entornos trata de instalar un nuevo
contrato educativo en el que sea posible entender que, para muchas de las
competencias que los nativos digitales necesitan, siguen siendo funcionales las
aulas presenciales. El diálogo en el ágora, la participación cooperativa en el
aula y la interacción en las redes sociales forman un continuo históricamente
coherente. Así lo expresa Cobo al
considerar que “la ruta que nos queda por consolidar
desde la educación formal consiste en construir más puentes y caminos para dar
espacio a esas oportunidades no planeadas de aprendizaje”.
Considera
además que “hay algunos aprendizajes que nos permiten desarrollar estructuras
para construir conocimientos después”, validando de esta manera la
interconexión que se plantea entre la educación de aula y el aprendizaje en los
contextos dialógicos.
Sería muy
interesante, concuerdan los expertos, que la educación fuera más flexible y
personalizable en este sentido. El entorno actual facilita la posibilidad de
construir conocimiento con personas de todo el mundo. “Tenemos al alcance de la
mano una comunidad de aprendizaje sin límite”, sentencian.
Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
Una producción de la Casa Editorial Bienaventuranzas
No hay comentarios:
Publicar un comentario