Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

lunes, 21 de marzo de 2016

La formulación de políticas de educación en un mundo complejo




El modelo educativo tradicional propiciaba una relación de continuidad entre la formación académica y el empleo. En los últimos años se ha profundizado la ruptura de esta relación, sobre todo a partir de la crisis de 2008. La intensificación de la globalización económica ha provocado un aumento del desempleo juvenil y una mayor precariedad del empleo formal.


La escasez creciente de empleos adecuados provoca un sentimiento de frustración en los jóvenes. La educación formal ha construido un ideario común de movilidad ascendente en la sociedad. Una mejor formación conllevaba un trabajo mejor remunerado y, en consecuencia, una mejor posición en la escala social. La crisis actual ha frenado el acceso a puestos laborales y conlleva, en esencia, un criterio de decepción ante el esfuerzo académico y económico.

La permanente innovación tecnológica dificulta la previsión de las nuevas profesiones. Las escuelas, y sobre todo las universidades, deben enfocar su formación en habilidades profesionales más diversificadas y flexibles. De esta manera permiten al estudiante adaptarse plenamente a un mercado laboral cambiante. Una formación que priorice “las competencias transferibles’, ‘competencias del siglo XXI’ y ‘competencias no cognoscitivas’, que son la comunicación, la alfabetización digital, la resolución de problemas, el trabajo en equipo y el espíritu de empresa”.

¿Cómo reforzar el vínculo entre formación y empleo? Se pregunta el informe de la UNESCO Replantear la educación: ¿hacia un bien común mundial? La educación no puede resolver por sí sola el problema del empleo. “Es preciso reconsiderar el modelo actual de desarrollo y aprovechar para replantear el vínculo que une la educación y el mundo del trabajo”, sugiere el mencionado informe.



La movilidad de trabajadores y estudiantes resalta como un factor de análisis necesario. En los últimos años ha sido llamativo el flujo de migración de personas con formación académica en busca de espacios laborales en países externos. Los llamados países del sur son los principales receptores de esta movilidad. Paralelamente, también se detecta un incremento de estudiantes que viajan a otros países para complementar y perfeccionar su formación académica, siempre con vistas a conseguir una mejor retribución laboral.

Y ante este panorama, las políticas educativas de gran parte de los países se basan en mejorar los indicadores internacionales de calidad educativa, como el informe PISA. Unos indicadores que son ajenos a la realidad que se vive en los contextos formativos y laborales.


Urge el reconocimiento y la validación de los sistemas educativos abiertos y flexibles. Una educación capaz de enfrentar “los nuevos modelos de empleo y alcanzar los niveles y tipos de competencias que los individuos y las sociedades necesitan”.
La UNESCO ha hecho énfasis en la consolidación de políticas nacionales, regionales e internacionales que ayuden a reglamentar la movilidad estudiantil y la validez académica de los estudios superiores.

Las recomendaciones planteadas por el organismo internacional abogan por una educación que propicie las oportunidades para todos, sin diferencias por género o procedencia. Anima también para hacer un uso más efectivo de los escasos recursos que los diversos gobiernos destinan al área de la educación, así como alentar un sistema que atraiga capitales privados (normalmente procedentes de la ayuda internacional) para reforzar el presupuesto educativo.


La participación de sociedad civil en la creación de las políticas educativas es un logro social importante. Los actores políticos están llamados a abrir el debate a la sociedad y escuchar a profesores y padres de familia antes de disponer los lineamientos educativos.


Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
Una producción de la Casa Editorial Bienaventuranzas 


























¿LA EDUCACIÓN COMO BIEN COMÚN?
El nuevo contexto mundial y la consideración de la educación como bien público obligan a repensar la finalidad de la educación dentro de esta sociedad en transformación. El informe de la UNESCO Replantear la educación: ¿hacia un bien común mundial? esclarece el panorama.
El acceso al conocimiento y la consolidación de los procesos democráticos han permitido empoderar a la sociedad. Ahora prestan más atención a los procesos políticos y los asuntos sociales, son más activos. En materia educativa es frecuente encontrarse debates que involucren a los sectores públicos y privados en torno a una inclusión del conocimiento.
En las últimas décadas se ha incrementado la participación privada en la educación, sobre todo en los niveles primarios. “Si bien la participación del sector privado en la educación no es ninguna novedad, lo que tienen de nuevo estas manifestaciones es su escala, alcance y penetración en todos los aspectos de la educación”, señala I. MacPherson.
La privatización de la educación aporta un mayor número de oportunidades para la formación. A su vez, existe un riesgo ante la privatización descontrolada. Sin buenos mecanismos de fiscalización, es factible que la calidad educativa de estos colegios privados no sea la requerida. Además, y bajo su condición de privada, imponen un sistema de cobranza propio que perjudica directamente a las clases empodrecidas e impidiendo el acceso a una educación de calidad. Se produce un falso indicador de escolaridad. La escolaridad es un indicador de validez del derecho. Pero la educación de calidad reclama otros medidores necesarios.
El Estado es garante y administrador del derecho a la educación. Está llamado a proponer un marco de trabajo responsable tanto en la educación pública como privada, a fin de dotar a todos los estudiantes de una formación de calidad y al alcance de todos. La escolaridad obligatoria a nivel primario ha impulsado un crecimiento de la educación secundaria y universitaria. El Estado también debe atender estos procesos de formación que no son estrictamente considerados como educación obligatoria.
El fortalecimiento de la formación privada, con la introducción de capitales de ayuda, está produciendo una alteración de la esencia educativa. Cada vez más, la educación se está convirtiendo en un bien de consumo.
S. Deneulin considera “el bien común como constituido por bienes que los seres humanos comparten intrínsecamente en común y que se comunican entre sí, como los valores, las virtudes cívicas y el sentido de la justicia”. Es un concepto que sobrepasa el de bien público. La educación, defiende el informe de la UNESCO, debe estar en el plano de bien común, puesto que está orientada por los principios del tipo de sociedad que se anhela.
En defensa de la educación y el conocimiento como bien común es importante involucrar a la sociedad civil en el rol rector de la educación. La responsabilidad por velar una educación inclusiva y de calidad no sólo recae en el gobierno de turno, sino que es una obligación de la sociedad en su conjunto. Incluso es viable abrir la puerta a empresas privadas para que invierta en educación. Algunas experiencias en países como La India han resultado interesantes.
En este marco de integración colectiva, el Estado asume dos obligaciones prioritarias:
1.    “Reformar la educación pública y profesionalizarla, incluso luchando contra la corrupción en el sector, por medio de procedimientos claros, para que se rindan cuentas ante la sociedad en general.
2.    Supervisar y regular la participación del sector privado en la educación. La supervisión no debería ser en modo alguno administrativa y burocrática, ni tener carácter policial. Esa función supervisora del estado debería garantizar la aplicación de normas aprobadas por profesionales de la educación, tanto del sector público como del privado, así como de marcos normativos internacionales”.
El acceso a una educación de calidad es el gran objetivo que debe movilizar a todos los actores sociales. Una educación que priorice los valores de inclusión y equidad. Sólo con una verdadera educación se podrá combatir la pobreza que afecta a muchas familias.

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