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Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

viernes, 5 de junio de 2015

Repetir el año, una decisión difícil que algunas veces hay que tomar



La repetición del curso puede ser una oportunidad para madurar. Es importante que exista un apoyo integrado para acompañar el proceso de adaptación y motivación del estudiante. El docente desempeña un papel esencial en la explicación del nuevo proceso académico que debe afrontar y en la orientación necesaria para enfocarlo con entusiasmo.

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El año escolar no ha sido bueno. La libreta indica que son varias las materias en las que tropezó el estudiante. El reforzamiento se presenta como la solución inmediata; pero, servirá realmente como un afianzador del conocimiento o convendrá plantear la repetición del curso para lograr un avance académico adecuado.

Esta situación envuelve a muchas familias cada vez con más frecuencia. La crisis de culpabilidad y desesperación que se produce en la familia antecede un debate cargado de incertidumbres. El peso de los convencionalismos sociales arrastra muchas veces la determinación final. Reconocer que un hijo debe repetir de curso equivale, injustamente, a considerarle como “tonto”. Desde esta perspectiva, la repetición se siente como un castigo. ¿Es conveniente asumir esta postura?

La decisión de repetir curso es considerada como poco eficaz para la mejora del rendimiento académica. Si bien muchos sistemas educativos mantienen una política que alienta esta medida, el informe PISA considera esta medida como perjudicial para el crecimiento del estudiante y económicamente negativa para la educación.
En un marco de trabajo normal, el  bajo rendimiento de un estudiante contempla múltiples causales. Una de las condicionantes principales de este fracaso escolar se centra en la ineficacia académica de las escuelas para proporcionar una educación individualizada que atienda los casos de aprendizajes diferentes.

Un profesor español de secundaria. Andrés de la Cruz, reafirma la afirmación del informe PISA. Considera que “los profesores seguimos trabajando lo mismo para todos sin atender realmente a aquellos alumnos que requieren diferentes ritmos de aprendizaje”. La tendencia a unificar el aprendizaje de aula facilita la labor del docente, pero, a la larga, rechaza la diversidad que se encuentra en el aula y aboca a los estudiantes especiales a un fracaso académico. De la Cruz plantea un proceso de enseñanza que individualice el seguimiento a cada estudiante e involucre a los padres de familia en este acompañamiento. La atención direccionada a cada necesidad de aprendizaje permitirá un grado mayor de éxito en el proceso de aprendizaje.

La misma lectura ofrece la psicóloga infanto-juvenil de la Universidad Central de Chile, Gloria Chanes, cuando afirma que el profesor tiene la obligación de motivar y renovar las metodologías de enseñanza para adecuarse a los diversos niveles de comprensión de los estudiantes.

Para evitar la frustración que deriva de la repetición de curso, el informe PISA propone un sistema más flexible de educación. Desde los primeros cursos, la enseñanza debe prestar atención al progreso de cada estudiante, un progreso que se centra en sus necesidades, capacidades y potencialidades individuales. Antes de mirar el curso en su globalidad, el docente debe realizar una lectura pormenorizada de los estudiantes para así adecuarse a sus aprendizajes. Es necesario diferenciar a los estudiantes que presentan dificultades para el aprendizaje de ciertos contenidos (matemáticas, idioma, etc) y reforzar ese conocimiento mediante dinámicas de complemento. Antes de priorizar el cumplimento de un programa preestablecido, la educación moderna persigue el acompañamiento direccionado para consolidar las competencias académicas, sociales y humanas deseadas. En palabras del catedrático en sociología, Mariano Fernández Enguita, “la educación obligatoria debe tener los mismos programas y objetivos para todos, pero distintos caminos y distintos ritmos para cursarlos y alcanzarlos”.


El subdirector de Educación de la OCDE, responsable del informe PISA,  Andreas Schleicher considera que “la repetición estigmatiza, es ineficaz y una auténtica pérdida de tiempo”. Las investigaciones que ha realizado a nivel mundial para evaluar el papel que la educación desempeña en el desarrollo nacional de cada país determinan que la repetición de niveles académicos no reportan “ningún logro relevante en el rendimiento”. En opinión de Schleicher repetir el año escolar supone una pérdida de tiempo un costo extra para el sistema educativo.

De acuerdo al análisis de los expertos, la repetición del curso escolar acarrea diversos efectos negativos en el estudiante. Por un lado, el retraso que involucra la repetición de año obliga a separarse de sus compañeros para integrarse con un nuevo grupo. Es frecuente que el cambio de ambiente provoque un sentimiento de autoestima y de tristeza. A los ojos de la comunidad escolar, el repetidor está marcado con el cartel de fracasado y perdedor, provocando una reacción primara de rechazo por parte de sus nuevos compañeros. La desmotivación inicial fruto del cambio de entorno se fortalece por la sensación de aburrimiento que propicia la repetición de las mismas dinámicas de aprendizaje.

Más allá de las argumentaciones en contra de la repetición del curso académico, es importante destacar que, en ocasiones, esta repetición posee efectos positivos y será un “mal necesario” para el crecimiento del estudiante.

El psicólogo de la Universidad Central de Chile, Jorge Rosende, califica la repetición del curso como una oportunidad para madurar. “Es importante que exista un apoyo integrado” para acompañar el proceso de adaptación y motivación del estudiante. Para Rosende, el docente desempeña un papel esencial en la explicación del nuevo proceso académico que debe afrontar y en la orientación necesaria para enfocarlo con entusiasmo. Así mismo, considera que el abandono del estudiante en un nuevo curso es la mejor forma de impedir su crecimiento.

Todas las investigaciones consultadas consideran que repetir por repetir no es la solución.  A pesar de ser una salida necesaria en algunos casos, la repetición de curso no puede ser vista como una solución al bajo rendimiento académico de los estudiantes. Los consejos planteados por los especialistas sugieren reforzar el apoyo y acompañamiento en el aprendizaje. La labor integradora de padres de familia y educadores es la vía idónea para el éxito académico.


A TOMAR EN CUENTA

1.    La decisión de repetir el curso surge a partir de una reflexión profunda entre el estudiante y los padres de familia. Es importante asumir la decisión como la mejor opción posible, evitando las referencias al fracaso escolar o la idea de castigo.

2.    El apoyo emocional es fundamental para lograr la motivación. El acompañamiento anímico al estudiante pretende revertir la sensación de frustración.

3.    La implicación de padres de familia y docentes resulta clave para revertir la situación de repetición. Los docentes, con demasiada frecuencia,  perciben al estudiante como un lastre y desmerecen la participación del mismo. Todos deben asumir su responsabilidad en el proceso de aprendizaje.

4.    La definición de un reto o meta académica que se debe lograr durante el curso alentará una actitud propositiva, minimizando la sensación de aburrimiento que pueda surgir al repetir los contenidos nuevamente.

5.    La repetición del curso se convierte en una oportunidad para trazar el correcto camino académico. Mejorar los hábitos de estudio y adquirir nuevas destrezas ayudarán el proceso de maduración del estudiante.

6.    El estudiante deberá buscar un estilo de aprendizaje que se adecúe a su ritmo de asimilación. Se complementará el aprendizaje con un sistema de apoyo y acompañamiento que permite obtener el resultado académico esperado.

7.    Se recomienda realizar pruebas especiales que identifiquen las capacidades cognitivas. El diagnóstico adecuado de las dificultades en el aprendizaje permite actuar directamente y revertir el problema inicial.

8.    Un complemento necesario para identificar las dificultades de aprendizaje requiere un estudio de visión y de oído. Estos factores inciden de manera directa en el rendimiento inadecuado del estudiante y provocan la desatención continua en clase.

9.    Finalmente, acompañar el la labor escolar con un profesor particular que refuerce los procesos de aprendizaje en los cuales se muestre más débil.


 Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"

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