La educación por competencias marca el norte en la renovación educativa. Cada vez se habla más de una formación que prepara a los estudiantes para afrontar “la vida real”. ¿Cómo evaluar el dominio de una competencia por parte de los estudiantes?
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Los profesores somos expertos para subirnos al
carro de la moda. En poco tiempo renovamos nuestro vocabulario con los nuevos
términos educativos. Nuestro discurso siempre a la última. Aplicar estas
innovaciones es otro cantar. Modificar las rutinas de clase y diseñar
propuestas pedagógicas acordes no es tan fácil como adecuarse a las teorías.
Algo así sucede con la educación por
competencias. Desde hace unos años atrás, la mayor parte de los sistemas de
enseñanza y aprendizaje han superado el modelo clásico. El sistema tradicional
se centraba en el cumplimiento de unos objetivos previamente trazados (muchas
veces por una instancia de política educativa nacional) independientemente de
las capacidades y posibilidades de cada estudiante o contexto. Era una
educación única.
La educación por competencias plantea un nuevo
horizonte para el aprendizaje. La enseñanza no se hace sólo para cumplir los
objetivos. Ahora, se enfatiza, la enseñanza está vinculada a la idea de
resolución de problemas propios de la vida real y el entorno profesional.
Este nuevo concepto educativo mantiene, por
ahora, un sistema de evaluación tradicional. El sistema de calificación vigente
sigue priorizando la realización de pruebas y exámenes que evalúan el
conocimiento en ciertos momentos del proceso. Tanto profesores como padres de
familia, tenemos en mente una barrera o un número como la distinción entre el
éxito o el fracaso educativo.
Las competencias hacen referencia a “la capacidad
de resolver problemas en un determinado contexto”, aclara Marta de la Mano,
catedrática de la Universidad de Salamanca. Cada competencia debe asumir una
triple dimensión: el conocimiento (saber), las habilidades (saber hacer) y las
actitudes (ser), complementa De la Mano. El pedagogo Jesús Valverde Berrocoso,
de la universidad de Extremadura, las competencias plantean “nuevas
oportunidades a los estudiantes de generar entornos significativos de
aprendizaje que acercan sus experiencias académicas al mundo profesional, con
el objetivo de ser capaces de resolver problemas prácticos o enfrentarse a
situaciones auténticas”.
El reto para los docentes surge al momento de
valorar el proceso de aprendizaje bajo el sistema de educación por
competencias. Los recursos para recabar las evidencias del aprendizaje no gozan
todavía de la aceptación por parte de los docentes. Para Poggioli, la
evaluación debe revelar “lo que el estudiante ha logrado, lo que le falta por
alcanzar y lo que aún no ha logrado”. Es decir, la evaluación se diseña como un
proceso de recogida de evidencias. Labruffe propone una escala para clarificar
el alcance de las competencias:
·
Grado 1: dominio o práctica débil
·
Grado 2: conocimiento dudoso o ejercicio poco
hábil
·
Grado 3: conocimientos y prácticas adquiridos con
fluidez
Miguel Zabalza, de la universidad politécnica de
Valencia, propone la evaluación formativa como el modelo más adecuado al
aprendizaje por competencias. Sobre las ventajas que presenta la evaluación
continua, la formativa añade el valor de la retroalimentación como método. EL
diálogo permanente entre docente y estudiante ayudará a consolidar un dominio
pleno de las competencias dispuestas.
Para llevar adelante la evaluación formativa,
Zabalza propone tres niveles de intervención: el diagnóstico, la promoción y la
certificación. La evaluación de diagnóstico ofrece al docente la información
sobre el avance alcanzado por los estudiantes. En la evaluación de promoción se
valora el grado de desarrollo final alcanzado en las competencias; para ello se
apela a los productos elaborados y los indicadores alcanzados. Finalmente, en
la evaluación de certificación se enfatiza la idoneidad de la formación. En
esta evaluación se analiza el uso y dominio de las competencias en contextos
ajenos a la realidad de aula.
Zabalza propone trabajar en una matriz evaluadora
que permita al docente registrar los avances alcanzados. Los estudiantes “deben
demostrar que han aprendido todos los aspectos esenciales de la competencia en
un nivel de desarrollo esperado”.
La evaluación por competencia dispone actividades
de evaluación que todo estudiante debe afrontar. En el cumplimiento de las
actividades, el docente evidenciará los indicadores o parámetros de desempeño
alcanzados. Estos indicadores permitirán certificar los logros obtenidos, que
hacen referencia a la calidad con que desarrolla una competencia.
No solo se debe medir el aprendizaje adquirido
por el estudiante. En opinión de Marta de la Mano, se necesita una perspectiva
integradora para que el estudiante pueda aplicar los aprendizajes en diversos
contextos “reales”. Dominar una competencia supone adquirir un saber de forma
efectiva.
INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN
Registro
descriptivo: el docente recaba información sobre el desempeño de los
estudiantes durante el proceso de aprendizaje. El registro puede ser
individual o colectivo (siempre en grupos pequeños). De acuerdo a las
exigencias de cada una de las competencias diseñadas, se registra los avances
que presenta cada estudiante.
Registro
anecdótico: a diferencia del anterior registro, en esta ocasión se
recomienda al docente que registre los sucesos imprevistos. Es un registro
individual donde se recoge datos destacados de cada estudainte. Son ideales
para evidenciar aspectos del comportamiento, aunque no exclusivamente. La
observación de un docente debe considerar las formas espontáneas en que un
estudiante demuestra las competencias adquiridas. En registro describe lo
observado y lo complementa con la interpretación del hecho.
Lista de
cotejo (control): Ideal para describir el avance que un estudiante
ha obtenido en torno a una competencia delimitada. Fundamentalmente registra
avances individuales, aunque también sirve para considerar a pequeños grupos.
La lista de control es una herramienta válida para registrar el aprendizaje
progresivo, evaluar los avances y mejoras de cada estudiante.
Portafolio: al igual
que la lista de cotejo, el portafolio recopila la información del avance
alcanzado para comprender el progreso de cada estudiante. Se entiende por
portafolio la carpeta que archiva todos los trabajos elaborados por un
estudiante a lo largo de un proceso de aprendizaje. La evolución se reflejará
en los conocimientos y habilidades alcanzados. El docente puede revisar el
portafolio junto al estudiante para dialogar sobre los esfuerzos realizados,
identificar las dificultades y replantear las metas de aprendizaje.
Escala de
estimaciones (Actitudes): se centra en el dominio de la competencia. La
matriz de evaluación identificará el alcance obtenido respecto a una
competencia asignada. Una escala (de tres o cinco espacios) ayudará al
docente o al estudiante a evaluar el logro. LA escala se aplica tanto para considerar
las frecuencias (repetición de un mismo acto) como para analizar las
actitudes (como se siente al conseguir una competencia), según se desea.
Guía de
observación: guía abierta que registra las observaciones del docente
cuando el estudiante realiza alguna actividad. El registro de observación es
muy genérico. En ocasiones puede servir como una síntesis entre el registro
descriptivo y el registro anecdótico.
Coevaluación: implica la
participación de los
compañeros en la valoración del aprendizaje adquirido. Se considera una evaluación entre pares para ofrecer otra visión del proceso. Si bien es una apreciación valorativa, servirá como apoyo al docente para complementar una visión sobre las actitudes y habilidades desarrolladas en una actividad.
Autoevaluación: referida a
la percepción propia que un estudiantes tiene de su propio aprendizaje.
|
CRITERIOS PARA LA EVALUACIÓN DE CALIDAD
Un informe encabezado
por Jesús Valverde Berrocoso, en la universidad de Extremadura, identifica
los criterios de calidad que se deben tener en cuenta en una evaluación por
competencias.
·
Autenticidad.- la vinculación entre escuela y vida
real sugiere que se integren los conocimientos, habilidades y actitudes en
contextos reales, “auténticos”. La responsabilidad y complejidad de la prueba
reflejan aspectos propios del contexto de interacción social y laboral.
·
Complejidad cognitiva.- la evaluación está
destinada a evidenciar los aprendizajes en todas sus dimensiones
(conocimiento, habilidad y actitud). De acuerdo a los niveles educativos, es
necesario exigir un proceso de pensamiento complejo para ilustrar la
resolución de los problemas. La aplicación de conocimientos y estrategias
debe responder a un fundamento o razón reflexiva.
·
Imparcialidad.- ofrecer a todos los estudiantes
las mismas oportunidades para demostrar plenamente el dominio de una
competencia. Las pruebas de evaluación deben considerar los contextos reales
de interacción. Los indicadores de validación deben permitir la recolección
de evidencias múltiples (no solo unidireccionales).
·
Significatividad.- las pruebas deben involucrar al
estudiante en problemas significativos que proporcionen experiencias de
interés profesional. El estudiante debe percibir en las pruebas un acercamiento
al contexto social.
·
Interpretación directa.- los resultados de la
evaluación se interpretan de manera clara. La retroalimentación permanente
entre docente y estudiante se caracteriza por la fluidez y la asertividad.
·
Transparencia.- los estudiantes son partícipes de
los criterios de evaluación y los indicadores de medición. Además conocen el
propósito tanto de la evaluación como de los indicadores. La adecuación de
criterios aplicados por el docente con los criterios de la autoevaluación servirán
como garantía de la transparencia.
·
Consecuencias educativas.- todo proceso educativo
diseña unos efectos esperados. La evaluación es una parte del proceso y no el
resultado del mismo. Por ello, tras la evaluación es necesario ajustar el
proceso para orientar nuevamente el aprendizaje.
·
Reproducibilidad de las decisiones.- Validar el
dominio de una competencia requiere diversas pruebas. El sistema tradicional
simplificaba las pruebas con el fin de obtener un resultado directo de cada
prueba (la calificación). Con este sistema, la evaluación de una competencia
apela a diferentes tareas que faciliten la aplicación de los saberes,
habilidades y actitudes en su máxima amplitud.
·
Homogeneidad.- la evaluación de las competencias
se aplica de manera consciente y responsable. La puntuación resultado de la
evaluación necesita un sistema fiable que se aplique a todos los estudiantes
con el mismo rigor.
·
Costos y eficacia.- la evaluación por competencia
requiere más tiempo y dedicación del docente. Se debe remarcar los beneficios
positivos en la calidad del proceso de enseñanza y aprendizaje.
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