Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

lunes, 22 de junio de 2015

Evaluar las competencias, la clave para cerrar el círculo del aprendizaje



La educación por competencias marca el norte en la renovación educativa. Cada vez se habla más de una formación que prepara a los estudiantes para afrontar “la vida real”. ¿Cómo evaluar el dominio de una competencia por parte de los estudiantes?

         LEA ESTE Y OTROS ARTÍCULOS EN LA SIGUIENTE DIRECCIÓN:

Los profesores somos expertos para subirnos al carro de la moda. En poco tiempo renovamos nuestro vocabulario con los nuevos términos educativos. Nuestro discurso siempre a la última. Aplicar estas innovaciones es otro cantar. Modificar las rutinas de clase y diseñar propuestas pedagógicas acordes no es tan fácil como adecuarse a las teorías.

Algo así sucede con la educación por competencias. Desde hace unos años atrás, la mayor parte de los sistemas de enseñanza y aprendizaje han superado el modelo clásico. El sistema tradicional se centraba en el cumplimiento de unos objetivos previamente trazados (muchas veces por una instancia de política educativa nacional) independientemente de las capacidades y posibilidades de cada estudiante o contexto. Era una educación única.

La educación por competencias plantea un nuevo horizonte para el aprendizaje. La enseñanza no se hace sólo para cumplir los objetivos. Ahora, se enfatiza, la enseñanza está vinculada a la idea de resolución de problemas propios de la vida real y el entorno profesional.

Este nuevo concepto educativo mantiene, por ahora, un sistema de evaluación tradicional. El sistema de calificación vigente sigue priorizando la realización de pruebas y exámenes que evalúan el conocimiento en ciertos momentos del proceso. Tanto profesores como padres de familia, tenemos en mente una barrera o un número como la distinción entre el éxito o el fracaso educativo.

Las competencias hacen referencia a “la capacidad de resolver problemas en un determinado contexto”, aclara Marta de la Mano, catedrática de la Universidad de Salamanca. Cada competencia debe asumir una triple dimensión: el conocimiento (saber), las habilidades (saber hacer) y las actitudes (ser), complementa De la Mano. El pedagogo Jesús Valverde Berrocoso, de la universidad de Extremadura, las competencias plantean “nuevas oportunidades a los estudiantes de generar entornos significativos de aprendizaje que acercan sus experiencias académicas al mundo profesional, con el objetivo de ser capaces de resolver problemas prácticos o enfrentarse a situaciones auténticas”.

El reto para los docentes surge al momento de valorar el proceso de aprendizaje bajo el sistema de educación por competencias. Los recursos para recabar las evidencias del aprendizaje no gozan todavía de la aceptación por parte de los docentes. Para Poggioli, la evaluación debe revelar “lo que el estudiante ha logrado, lo que le falta por alcanzar y lo que aún no ha logrado”. Es decir, la evaluación se diseña como un proceso de recogida de evidencias. Labruffe propone una escala para clarificar el alcance de las competencias:

·            Grado 1: dominio o práctica débil
·            Grado 2: conocimiento dudoso o ejercicio poco hábil
·            Grado 3: conocimientos y prácticas adquiridos con fluidez
·            Grado 4: dominio de conocimiento y prácticas de modo preciso.



Miguel Zabalza, de la universidad politécnica de Valencia, propone la evaluación formativa como el modelo más adecuado al aprendizaje por competencias. Sobre las ventajas que presenta la evaluación continua, la formativa añade el valor de la retroalimentación como método. EL diálogo permanente entre docente y estudiante ayudará a consolidar un dominio pleno de las competencias dispuestas.

Para llevar adelante la evaluación formativa, Zabalza propone tres niveles de intervención: el diagnóstico, la promoción y la certificación. La evaluación de diagnóstico ofrece al docente la información sobre el avance alcanzado por los estudiantes. En la evaluación de promoción se valora el grado de desarrollo final alcanzado en las competencias; para ello se apela a los productos elaborados y los indicadores alcanzados. Finalmente, en la evaluación de certificación se enfatiza la idoneidad de la formación. En esta evaluación se analiza el uso y dominio de las competencias en contextos ajenos a la realidad de aula.

Zabalza propone trabajar en una matriz evaluadora que permita al docente registrar los avances alcanzados. Los estudiantes “deben demostrar que han aprendido todos los aspectos esenciales de la competencia en un nivel de desarrollo esperado”.

La evaluación por competencia dispone actividades de evaluación que todo estudiante debe afrontar. En el cumplimiento de las actividades, el docente evidenciará los indicadores o parámetros de desempeño alcanzados. Estos indicadores permitirán certificar los logros obtenidos, que hacen referencia a la calidad con que desarrolla una competencia.



No solo se debe medir el aprendizaje adquirido por el estudiante. En opinión de Marta de la Mano, se necesita una perspectiva integradora para que el estudiante pueda aplicar los aprendizajes en diversos contextos “reales”. Dominar una competencia supone adquirir un saber de forma efectiva.


INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN

Registro descriptivo: el docente recaba información sobre el desempeño de los estudiantes durante el proceso de aprendizaje. El registro puede ser individual o colectivo (siempre en grupos pequeños). De acuerdo a las exigencias de cada una de las competencias diseñadas, se registra los avances que presenta cada estudiante.

Registro anecdótico: a diferencia del anterior registro, en esta ocasión se recomienda al docente que registre los sucesos imprevistos. Es un registro individual donde se recoge datos destacados de cada estudainte. Son ideales para evidenciar aspectos del comportamiento, aunque no exclusivamente. La observación de un docente debe considerar las formas espontáneas en que un estudiante demuestra las competencias adquiridas. En registro describe lo observado y lo complementa con la interpretación del hecho.

Lista de cotejo (control): Ideal para describir el avance que un estudiante ha obtenido en torno a una competencia delimitada. Fundamentalmente registra avances individuales, aunque también sirve para considerar a pequeños grupos. La lista de control es una herramienta válida para registrar el aprendizaje progresivo, evaluar los avances y mejoras de cada estudiante.

Portafolio: al igual que la lista de cotejo, el portafolio recopila la información del avance alcanzado para comprender el progreso de cada estudiante. Se entiende por portafolio la carpeta que archiva todos los trabajos elaborados por un estudiante a lo largo de un proceso de aprendizaje. La evolución se reflejará en los conocimientos y habilidades alcanzados. El docente puede revisar el portafolio junto al estudiante para dialogar sobre los esfuerzos realizados, identificar las dificultades y replantear las metas de aprendizaje.

Escala de estimaciones (Actitudes): se centra en el dominio de la competencia. La matriz de evaluación identificará el alcance obtenido respecto a una competencia asignada. Una escala (de tres o cinco espacios) ayudará al docente o al estudiante a evaluar el logro. LA escala se aplica tanto para considerar las frecuencias (repetición de un mismo acto) como para analizar las actitudes (como se siente al conseguir una competencia), según se desea.

Guía de observación: guía abierta que registra las observaciones del docente cuando el estudiante realiza alguna actividad. El registro de observación es muy genérico. En ocasiones puede servir como una síntesis entre el registro descriptivo  y el registro anecdótico.

Coevaluación: implica la participación de los 
compañeros en la valoración del aprendizaje adquirido. Se considera una evaluación entre pares para ofrecer otra visión del proceso. Si bien es una apreciación valorativa, servirá como apoyo al docente para complementar una visión sobre las actitudes y habilidades desarrolladas en una actividad.

Autoevaluación: referida a la percepción propia que un estudiantes tiene de su propio aprendizaje.






CRITERIOS PARA LA EVALUACIÓN DE CALIDAD

Un informe encabezado por Jesús Valverde Berrocoso, en la universidad de Extremadura, identifica los criterios de calidad que se deben tener en cuenta en una evaluación por competencias.

·           Autenticidad.- la vinculación entre escuela y vida real sugiere que se integren los conocimientos, habilidades y actitudes en contextos reales, “auténticos”. La responsabilidad y complejidad de la prueba reflejan aspectos propios del contexto de interacción social y laboral.

·           Complejidad cognitiva.- la evaluación está destinada a evidenciar los aprendizajes en todas sus dimensiones (conocimiento, habilidad y actitud). De acuerdo a los niveles educativos, es necesario exigir un proceso de pensamiento complejo para ilustrar la resolución de los problemas. La aplicación de conocimientos y estrategias debe responder a un fundamento o razón reflexiva.

·           Imparcialidad.- ofrecer a todos los estudiantes las mismas oportunidades para demostrar plenamente el dominio de una competencia. Las pruebas de evaluación deben considerar los contextos reales de interacción. Los indicadores de validación deben permitir la recolección de evidencias múltiples (no solo unidireccionales).

·           Significatividad.- las pruebas deben involucrar al estudiante en problemas significativos que proporcionen experiencias de interés profesional. El estudiante debe percibir en las pruebas un acercamiento al contexto social.

·           Interpretación directa.- los resultados de la evaluación se interpretan de manera clara. La retroalimentación permanente entre docente y estudiante se caracteriza por la fluidez y la asertividad.

·           Transparencia.- los estudiantes son partícipes de los criterios de evaluación y los indicadores de medición. Además conocen el propósito tanto de la evaluación como de los indicadores. La adecuación de criterios aplicados por el docente con los criterios de la autoevaluación servirán como garantía de la transparencia.

·           Consecuencias educativas.- todo proceso educativo diseña unos efectos esperados. La evaluación es una parte del proceso y no el resultado del mismo. Por ello, tras la evaluación es necesario ajustar el proceso para orientar nuevamente el aprendizaje.

·           Reproducibilidad de las decisiones.- Validar el dominio de una competencia requiere diversas pruebas. El sistema tradicional simplificaba las pruebas con el fin de obtener un resultado directo de cada prueba (la calificación). Con este sistema, la evaluación de una competencia apela a diferentes tareas que faciliten la aplicación de los saberes, habilidades y actitudes en su máxima amplitud.

·           Homogeneidad.- la evaluación de las competencias se aplica de manera consciente y responsable. La puntuación resultado de la evaluación necesita un sistema fiable que se aplique a todos los estudiantes con el mismo rigor.

·           Costos y eficacia.- la evaluación por competencia requiere más tiempo y dedicación del docente. Se debe remarcar los beneficios positivos en la calidad del proceso de enseñanza y aprendizaje.


 Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"


LEA ESTE Y OTROS ARTÍCULOS EN LA SIGUIENTE DIRECCIÓN


No hay comentarios:

Publicar un comentario