El proceso de comunicación es vital para el
aprendizaje efectivo dentro del ambiente de clase. El docente es el principal
comunicador del aula. El foco de
atención se debe centrar en el cómo se produce esa comunicación y transmisión
de información a los estudiantes.
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El reconocido pedagogo Paulo Freire abogaba por el
diálogo en el aula como fundamente de un nuevo tipo de educación. La
interacción efectiva entre docente y estudiantes, consideraba, abriría una
nueva puerta a la experimentación y vivencia educativa.
En la actualidad, los docentes siguen preocupados
por lograr una comunicación fluida en el aula que les permita crear un ambiente
de trabajo idóneo. Para el director de educación primara de la Editorial Vicens
Vives, Salvador Rodríguez Ojaos, urge una remodelación de los procesos de
comunicación en el aula. Rodríguez considera que, más allá de los lineamientos
institucionales que se hacen, es necesario modificar cosas tan básicas como la
disposición del aula. De acuerdo a su opinión, las aulas actuales siguen
respetando un modelo de auditorio que dispone la docente ante un público. La
organización física está pensada desde la necesaria disciplina que se reclama y
no desde la propuesta comunicativa que se proclama. El ambiente dispone al
docente en un papel de conferencista que vigila y observa el actuar de los
estudiantes. Éstos, pasivos, asisten a una especie de conferencia educativa que
restringe su posibilidad de interactuar de manera equitativa.
La vinculación entre comunicación y educación
resulta clave para el aprendizaje. Desde la perspectiva planteada por Patricia
Villalonga y Susana González, investigadores de la Universidad Nacional de
Tucumán, “educación y comunicación son procesos inseparables”. Y confirman en
su estudio “propuestas para favorecer la comunicación en el aula” que toda
situación comunicativa provoca un efecto educativo.
La preparación de un entorno o ambiente que
favorezca el diálogo y la participación se convierte en un paso previo para dinamizar
la comunicación. David Souza, en su libro Neurociencia educativa, complementa
este ambiente comunicativo. El autor sugiere analizar la actitud del docente
para corregir algunos errores recurrentes: “un entorno que contenga
principalmente estímulos predecibles o repetidos, como el caso de algunas
aulas, provoca un descenso en el interés del estudiante, que se vuelve hacia sí
mismo para buscar nuevas sensaciones”.
El docente es el principal comunicador del aula.
Así lo describe Salvador Rodríguez, quien refuerza la idea e incide en que el
foco de atención se debe centrar en el cómo se produce esa comunicación y
transmisión de información a los estudiantes.
Tal es el grado de vinculación entre comunicación y
educación que muchos estudiosos han propuesto la denominación comunicación
educativa para realzar la integración de ambas ramas. La experta en pedagogía
T.E. Landívar considera que comunicación educativa es “un proceso de interacción entre profesores y estudiantes y entre los
mismo estudiantes que tiene por finalidad crear un clima psicológico favorable,
para optimizar el intercambio y recreación de significados que contribuyan al
desarrollo de la personalidad de los participantes”.
Similar propuesta está planteada por las argentinas Patricia Villalonga
y Susana González. Para las investigadoras, es primordial que el aula se
convierta en un espacio agradable y acogedor para los estudiantes. En la medida
que tomen consciencia de que el aula es un espacio propio de crecimiento,
desechando la idea del control riguroso y disciplinario del salón de clases,
las claves de una buena comunicación fluida surgirán espontáneamente.
Villalonga y González refuerzan su propuesta recordando que “una buena
comunicación educativa favorece el aprendizaje y contribuye al desarrollo
efectivo de la personalidad”.
El investigador en comunicación Juan Díaz Bordenave describe tres
modelos de comunicación educativa que se han implementado a lo largo de la
historia y, en opinión de muchos, conviven en la actualidad.
El primer modelo hace énfasis en los contenidos. Es un modelo ligado a la enseñanza tradicional en
la cual, el docente posee la información y la transmite a los estudiantes para
que asimilen las enseñanzas. Responde a un esquema clásico de información
emisor privilegiado y receptor pasivo.
Para el comunicador paraguayo, el segundo modelo se centra en los
efectos de la comunicación. La inserción en los procesos educativos de
tecnologías de comunicación permite al docente acceder a nuevas herramientas
que facilitan la comunicación. Este avance no consolida una interacción
dinámica entre docente y estudiante. Más bien, el aporte de la “tecnología
educativa”, como lo llama Díaz Bordenave, sigue manteniendo un modelo vertical
dominado por el docente instructor y su pantalla aliada, ante unos estudiantes
que siguen pasivos en su labor de aprender.
Finalmente, Díaz Bordenave alienta el modelo de educación centrado en el
proceso. Este último modelo se caracteriza por el énfasis que otorga a la
transformación fruto de un proceso de
comunicación. Las dinámicas dialógicas y de intercambio entre estudiantes y
docentes permitirá un ambiente más abierto y equilibrado, un espacio propicio
para que el aprendizaje se personalice y contribuya al crecimiento de cada
estudiante.
PASOS PARA UNA COMUNICACIÓN ARMONIOSA
Algunas ideas para mejorar la comunicación entre docente y estudiante
y proyectar un mensaje más efectivo en el aula.
1. Promover la empatía.- un buen ejercicio para lograr una empatía
comunicacional se basa en el intercambio de roles. El docente deberá asumir
el papel del estudiante e interpretar los sentimientos y motivaciones que la
clase provoca. Desde esta perspectiva, el docente descubrirá nuevas formas de
dinamizar la comunicación del aula y nuevos lenguajes más cercanos a los
estudiantes. La empatía logrará una sintonía de emociones e intereses lo que
propiciará la participación activa de los estudiantes.
2. Innova permanentemente.- las clases previsibles y repetitivas caen en
la monotonía y provocan aburrimiento en los estudiantes. La sorpresa y la
introducción de nuevas dinámicas en el aula despiertan el interés de los
estudiantes y los mantiene atentos.
3. Creatividad.- el mayor peligro dentro de un aula es el aburrimiento.
Consecuencia del aburrimiento nacen los actos de indisciplina que convierten
el aula en ingobernable. La rutina es el mejor combustible para encender el
aburrimiento y el desencanto.
4. Actitud de escucha.- el mejor sistema para valorar los consejos
anteriores es la escucha. La planificación docente busca dinamizar la clase.
No siempre, lo preparado es lo esperado por los estudiantes o no logra tener
el resultado proyectado. Un diálogo abierto y fluido con los estudiantes
ofrecerá al docente la retroalimentación inmediata para gestionar el aula.
5. Provocar retos.- Para tener estudiantes activos es importante
motivarles a la acción. Los retos que el docente puede disponer desde la
materia se muestran como una dinámica eficaz para que los estudiantes busquen
su autosuperación. Los retos deben despertar tanto inquietudes como
visualizar metas alcanzables para que resulten atractivas.
Es recomendable que el docente conozca y recurra a las herramientas
comunicacionales más comunes por los estudiantes. Las redes sociales se han
convertido en un nuevo espacio de interacción. De acuerdo a ciertos límites
de respeto y vinculación, los docentes también son parte de esta nueva
virtualidad.
Y por último, renovar la estructura y organización del aula para
redibujar el ambiente de aula siempre ayuda a crear la imagen de innovación.
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