Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

jueves, 2 de abril de 2015

“La educación debe ser una celebración de la vida”



Richard Gerver, una nueva forma de ver la educación:

Fue director de la escuela primaria Grange (Gran Bretaña) y experto en lideraje, creatividad y cambio organizativo. Premiado por su liderazgo en una escuela con un alto grado de fracaso escolar convertida en una de las escuelas más innovadoras del mundo. Hoy es un autor de éxito y un conferenciante de renombre internacional en el ámbito de la educación, el liderazgo y el cambio.


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En dos años, la escuela primaria Granger pasó de ser una de las peores a codearse con la élite educativa inglesa. Gerver sugiere una experiencia escolar atractiva y divertida para implicar al estudiante. Denuncia un sistema tradicional que estandariza la educación. La escuela promueve la creación de oportunidades propias que desarrollen las habilidades de cada estudiante. 
 Mucho se ha debatido sobre la escuela del siglo XXI. Las idas y venidas para definir el modelo ideal que se debe imponer han provocado infinidad de foros. El ejemplo educativo de Finlandia o la renovación educativa en los países asiáticos han iluminado varias reformas educativas.
Lejos de estas miradas expertas sobre el futuro de la educación, un colegio inglés marcó un giro sustancial para innovar en educación. El Grange Primary School estaba considerado como uno de los peores centros educativos en Inglaterra; dos años después estaba situada entre el 5% de las mejores escuelas del país. El director del colegio Richard Gerver narra esta transformación en su primer libro “Creando la escuela del mañana, hoy”. Actualmente, Gerver comparte sus experiencias en encuentros educativos a nivel mundial.
“¿Por qué el colegio no es tan emocionante como Disneyland?”. Con esta pregunta inicia el proceso de transformación educativa en la primaria Grange. La escuela debe ofrecer al estudiante una experiencia agradable, que despierte el interés por explorar nuevos ambientes. La escuela, defiende Gerver, debe eliminar los pupitres tradicionales para involucrarse en un aprendizaje que prepare a los estudiantes para la vida real. Frente al concepto tradicional de una escuela que prepara al estudiante para la edad adulta, el estudio se convierte en una actividad útil para el joven que le empuja a descubrir el mundo ahora.
La escuela se transformó con un set de televisión o un museo que despertaba en los estudiantes el interés por la ciencia. La dinámica escolar alienta las ganas de aprender, implica al estudiante como actor principal del proceso. Los jóvenes asumen el aprendizaje como un ejercicio natural más cercano al juego y a la diversión que a la memorización cognitiva.

APRENDIZAJE CONTINUO

Gerver revela que sus hijos recurren a los videojuegos y las redes sociales como una alternativa de aprendizaje. Como padre, define la Play Station como un aliado educativo.
La tecnología forma parte de la vida diaria de los niños, se sirven de ella para explorar nuevas formas de aprendizaje. Gracias a la tecnología, los estudiantes poseen un mayor conocimiento del mundo, muy superior a aquel que pudimos conocer nosotros. Sin embargo, la tecnología no es una respuesta; por sí solo no resolverá las dificultades educativas en la escuela.
El reto que plantea Gerver para concebir la tecnología como una herramienta que aporte al aprendizaje de los niños radica en el fortalecimiento del pensamiento crítico. Cuando un joven asume una actitud crítica ante el aprendizaje desarrollo los recursos propios para recabar la información, interpretarla adecuadamente y valorar la pertinencia de la misma. Aprender a aprender supone, en esencia, conocer las diversas herramientas disponibles para acceder al conocimiento, un hábito que siembre el aprendizaje continuo.
El sistema educativo implementado en la primaria Grange se inicia desde la guardería. Diversos estudios consideran que hasta los 5 años se genera la capacidad de aprender; los más incisivos identifican que el 70% de lo que se aprende sienta sus bases en esta etapa inicial. Esta etapa inicial de la educación es trascendente en la formación estudiantil. La guardería no puede ser un centro asistencial. La dimensión educativa de la guardería pretende despertar el pensamiento crítico que por naturaleza posee el ser humano.
A partir de esta concepción educativa, Gerver destaca que “la escuela no tiene que enseñar al niño cómo ser mandado, sino cómo buscarse oportunidades”. La etapa escolar promueve una generación de emprendedores capaces de impulsar sus propios negocios. El sistema educativo tradicional persigue la homogeneización de los saberes. Se ha criticado en múltiples ocasiones que la escuela tradicional se ha convertido en un instrumento de formación al servicio de la empresa. Ante este panorama, reclama una educación que forme “gente capaz de crear su propio puesto de trabajo, no de esperar a que se lo den”.
La implementación de esta propuesta educativa asienta su base en convertir la educación en una celebración de la vida, una actividad que apasione y motive a estudiantes y docentes. Éstos últimos, los profesores, preparan a los estudiantes para el futuro. Su responsabilidad supone identificar las necesidades las necesidades que se deberán satisfacer en el futuro, las habilidades que convertirán a los jóvenes en los próximos líderes.
El sistema actual prioriza el resultado como base de evaluación. La excesiva importancia que los gobiernos y autoridades educativas ofrecen a los informes de nivelación educativa, como el PISA, limitan las potencialidades de aprendizaje de los estudiantes. Se debe considerar que estas tablas comparativas que fotografían la situación de la educación reflejan el estado actual, y no el valor de la formación. Los políticos, ansiosos por escalar unos puestos en esta clasificación, replican las fórmulas de éxito de aquellos países que encabezan las listas.
Las imitaciones o réplicas en las políticas educativas preparan a estudiantes capaces de realizar pruebas de evaluación para detectar los indicadores de calidad. Desde la perspectiva de los estudiantes, la escuela se convertía en un espacio obligatorio de transición hacia la vida adulta. John Holt describía esta situación comparándola con un aprendizaje musical, “años diciendo que estabas aprendiendo a tocar, siempre esperando el momento para demostrarlo, cuando en verdad ya estabas tocando el violonchelo”. En síntesis, un aprendizaje que sirva para el presente.
La dinámica del aprendizaje impulsada por la escuela primaria Grange proyectaba un aprendizaje divertido. El entretenimiento logra la implicación del estudiante y, por tanto, alimenta el poder del aprendizaje. Las mejores aulas, revela Richard Gerver, rebosan alegría. Crean un espacio agradable en el cual los estudiantes se sienten bien, relajados. Las aulas se perciben como “un espacio para celebrar la vida y explorar el potencial de cada uno”.
La renovación de este sistema educativo alienta a los padres para que asuman un papel más activo en el aprendizaje continuo. Gerver es radical cuando afirma que “los deberes no benefician a los niños”. Fuera de la escuela, el estudiante debe aprovechar el tiempo libre para distenderse y compartir con los padres. El equilibrio de las acciones ayudará a motivarse nuevamente para experimentar en la escuela otra sesión de descubrimientos. Es necesario superar la escuela que enseña a los estudiantes a ser mandados.
El modelo de la educación del siglo XXI prepara estudiantes dispuestos a lidiar con el cambio, a saber desenvolverse en un futuro incierto. Una escuela dedicada a convertir el aprendizaje en una divertida celebración.

Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
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