Los docentes buscan herramientas de
aprendizaje que permitan a los estudiantes concebir con claridad la idea sin
perder profundidad en el aprendizaje. La elaboración de mapas conceptuales y
mapas mentales se perfila como una dinámica atractiva para facilitar un
aprendizaje activo.
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En un mundo absorto en la
tecnología, la escuela tiene que saber generar un atractivo educativo para
atraer la atención de los estudiantes. Los docentes apelan a infinidad de
recursos que involucren a los estudiantes en los procesos de aprendizaje. La
elaboración de mapas mentales y mapas conceptuales se ha reinventado como una
metodología de trabajo en aula. La participación de los estudiantes a la hora
de diseñar y trabajar estos mapas resulta clave para asentar el conocimiento y
crear las conexiones entre los aprendizajes previos y los nuevos avances.
La utilización de estos mapas en
diversas facetas del aprendizaje los convierte en un recurso ideal para
trabajar en aula. Los mapas sirven como elemento organizador del contenido y
del ritmo de trabajo en el aula. A la vez, facilitan al docente una alternativa
creativa para validar el aprendizaje adquirido por los estudiantes al finalizar
la clase. Los expertos consideran necesaria la utilización continua de los
mapas para lograr una mejor integración como herramienta de aprendizaje. Apelar
a un mapa mental de manera ocasional será visto como una tarea compleja para
los estudiantes. Por el contrario, si la elaboración de los mapas se percibe
como habitual, los estudiantes encontrarán en ella un aliado importante para
afianzar el conocimiento.
La rapidez en la que se desenvuelve
el mundo actual ha planteado en la síntesis un aliado fundamental para ganar
tiempo. Bajo el engañoso lema “menos es más”, se percibe la idea de que la
enseñanza ha decaído en exigencia y rigor. Lejos de avalar estos facilismos, es
vital considerar que la síntesis es una forma de aprendizaje que permite al
educando desarrollar paulatinamente los saberes asumidos.
A través de la elaboración de los
mapas mentales y los mapas conceptuales, se valida una visión completa e
integral de un tema determinado, junto al desglose puntual de los factores que
lo explican. A esto se añade el valor personal que cada estudiante puede
aportar al mapa, colocando resaltadores visuales o remarcando ideas nuevas. Es
decir, los estudiantes se apropian de un mapa para convertirlo en un
instrumento que facilita el repaso de cada tema y aporta la asimilación del
aprendizaje.
EL VALOR DEL ORDEN
La principal característica del mapa
conceptual se centra en el valor de ordenamiento que dispone. Al observar un
mapa conceptual destaca la jerarquización de las ideas en virtud de la
importancia de las mismas. La estructura de “mayor a menor” permite al
estudiante identificar con rapidez las claves del tema en cuestión. Los
elementos secundarios o terciarios estarán visualmente subordinados a los ejes
centrales.
La elaboración de los mapas
conceptuales basa su origen en los años 70 con los trabajos propuestos por
Joseph Novak. El autor desarrolla una estrategia de aprendizaje que permita
comprender los conceptos básicos. Para Novak, el éxito de los mapas radica en
la elaboración personal del mismo. De este modo, el estudiante asume su propia
lógica de aprendizaje y razonamiento para destacar los elementos sustanciales
de cada tema. La contrastación de los mapas conceptuales con los de sus
compañeros ayudará a cuestionarse las relaciones diversas que existen en un
tema o realidad determinada.
La naturaleza del mapa conceptual es
textual. A través de palabras claves y de enlaces entre palabras, el estudiante
ordena el tema. Es decir, dispone el aprendizaje de manera organizada y lógica.
Su estructura ordenada permite profundizar el conocimiento de manera continua.
La idea central se divide en varias ideas que, a su vez, indagan en nuevas
realidades. La conexión entre cada una de las palabras puede incluir
preposiciones que faciliten la relación de dependencia.
Como herramienta de trabajo en aula,
el mapa conceptual ayuda al docente a plantear el orden de la clase y el
desglose de actividades de acuerdo al avance logrado. En un vistazo rápido,
logrará identificar el momento de avance que se tiene. En ese mismo vistazo,
mantendrá presente el punto de inicio y el tema central de la misma. De esta
manera ofrece a los estudiantes una sensación de orden y coherencia en cada
clase.
El estudiante puede recurrir al mapa
conceptual para ordenar el aprendizaje de acuerdo a los puntos de importancia
del tema. La elaboración personalizada del mapa refleja la comprensión que cada
estudiante ha tenido del tema así como la forma de percibir el tema mismo.
Algunos estudiantes diseñarán un mapa muy completo y elaborado. Refuerzan un
aprendizaje más memorístico y lógico. Otros serán más escuetos en su mapa.
Dispondrán de pocas palabras claves y algunos enlaces entre ellos. Estos
estudiantes mostrarán un trabajo de abstracción y deducción más intenso,
interiorizando el aprendizaje de otra manera.
EL FUNCIONAMIENTO DEL CEREBRO
El gran impulsor del mapa mental fue
Tony Buzan, a mediados de los 70, con la publicación del libro “usa tu cabeza”.
El autor proyectaba una forma diferente de sintetizar el aprendizaje mediante
las conexiones existentes entre los conceptos que componen un tema. El
principal aporte del mapa mental radica en la relevancia que tiene el dibujo
como eje transmisor.
La idea principal se dispone en un
espacio céntrico. En torno a ella, van surgiendo los conceptos explicativos que
permitirán comprender la idea desde todas sus perspectivas posibles. La
conexión que exista entre estos conceptos secundarios no debe respetar una
lógica jerárquica. Más bien, y al igual que hace la mente, se irá creando
conexiones nuevas que alumbrarán en la búsqueda de soluciones.
La naturaleza visual del mapa mental
facilita la capacidad de recordación del mismo. Un buen mapa, elaborado con
colores e imágenes será fácilmente asimilado por los estudiantes. Las conexiones
entre los diversos elementos del tema dispuesto servirán al estudiante para
razonar y argumentar su exposición de acuerdo a la apelación a sus
conocimientos previos.
La apariencia infantil que pueda
tener el mapa mental y la aparente complejidad para su elaboración han sido sus
principales detractores. Más allá de eso, la elaboración de un buen mapa mental
es un ejercicio creativo pleno en el que puede involucrarse fácilmente un grupo
diverso que aporta desde la capacidad de cada uno.
La creación de estos mapas mentales
desarrolla el concepto de abstracción en los estudiantes. Con el dominio de
esta técnica, se logrará un estudiante más cuestionador del saber aprendido,
dejando de lado los aprendizajes memorísticos “al pie de la letra”.
Los mapas permiten al estudiante
contar con una orientación permanente que guíe su aprendizaje.
Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
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