Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

jueves, 16 de abril de 2015

Autoevaluación: hacia la autonomía en el aprendizaje



Se trata de un ejercicio personal de valoración referido al proceso de aprendizaje. La autoevaluación supone la consecuencia lógica a la mayor autonomía de aprendizaje.

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El protagonismo que ha adquirido el estudiante en el marco de la educación constructiva delega en él la responsabilidad del conocimiento. Los docentes deberán profundizar este modelo de enseñanza- aprendizaje mediante el fortalecimiento de los espacios de autoevaluación. La maduración del estudiante consiste en forjar su autonomía cognitiva, en cederle la responsabilidad de marcar los ritmos y estrategias de aprendizaje.

La licenciada Lileya Manrique Villavicencio, pedagoga de la Pontificia Universidad Católica de Perú, considera el aprendizaje como “una construcción personal”. Cada estudiante aprende en virtud de sus condiciones personales (esquemas de conocimiento) y del contexto en el que se desenvuelve. En este marco, el centro escolar, junto con el desempeño docente, se convierten en mediadores de la relación de aprendizaje. El diálogo entre docente y estudiantes impulsará las inquietudes de éstos últimos para activar la necesidad de conocimiento.

La consolidación del modelo constructivista, tal y como se está planteando, se resquebraja en el momento de la evaluación del proceso. Muchos docentes, en su rol de valedores del cumplimiento de los objetivos trazados, apelan a las pruebas de conocimiento tradicionales como mecanismo de valoración. El estudiante rinde las pruebas ante el docente para evidenciar el dominio de competencias y conocimientos trazados previamente. Tanto las pruebas, como el sistema de calificación de las mismas, uniformizan a los estudiantes en un mismo estándar de cumplimiento. Apelan a la esencia del conductismo como forma de control. 
Manrique Villavicencio propone la autoevaluación  del estudiante como un ejercicio personal de valoración referido al proceso de aprendizaje. De acuerdo a la pedagoga, la autoevaluación supone “la consecuencia lógica a la mayor autonomía de aprendizaje”.

Uno de los mayores referentes latinoamericanos  en educación, el mexicano Ángel Díaz Barriga, valora la autoevaluación como una reflexión “en la forma en que se aprende y, en consecuencia, autorregular el propio proceso de aprendizaje mediante el uso de estrategias flexibles y apropiadas adoptadas a las nuevas situaciones”. La reflexión planteada como base de la autoevaluación tiene por objetivo transformar las metodologías de aprendizaje. El estudiante, al darse cuenta de los aciertos y errores cometidos, trazará las nuevas estrategias para alcanzar el aprendizaje significativo.


Para Jorge Jiménez, responsable del departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad de Concepción, en Chile, la autoevaluación supone una transferencia de responsabilidad hacia el estudiante. En el nuevo contexto de trabajo, el estudiante asume la determinación de orientar el proceso de formación. Esta cesión de responsabilidad debe ser gradual y siempre acompañada por el docente. De acuerdo al planteamiento de Jiménez, el objetivo de la autoevaluación no se centra tanto en la definición de una calificación como en la búsqueda de mejoras que incidan en la educación de calidad. Estos procesos se ejecutan de manera periódica dinamizando la enseñanza.

La retroalimentación efectiva entre estudiante y docente permitirá reforzar los aspectos débiles de la enseñanza y mejorar el ambiente educativo. Estos ajustes ayudarán a transferir la responsabilidad al estudiante para incrementar el grado de autoevaluación.

La responsable del departamento de didáctica y organización escolar de la Universidad de Valencia, España, María Amparo Calatayud, considera la autoevaluación como un paso para educar en la responsabilidad, una preparación para afrontar los retos de la inserción a la sociedad. Calatayud incluye los procesos de autoevaluación como parte del aprender a aprender. La responsabilidad progresiva que ganará el estudiante durante su crecimiento académico, implica tanto el proceso de aprender como el resultado obtenido en el proceso mismo.
Los estudiantes reflexionan sobre sus aprendizajes y los procesos de asimilación del conocimiento. La evaluación propia debe considerarse una actitud cotidiana alumbrada por el desempeño responsable. Villavicencio señala que este proceso refuerza la “toma de decisiones conscientes e intencionales, en la cual el alumno elige y recupera, de manera coordinada, conocimientos que necesita para cumplimentar un determinado objetivo”. Desde esta perspectiva, la autoevaluación se torna en una estrategia más para alcanzar los objetivos de aprendizaje, aunque sustentada en la responsabilidad del estudiante para determinar el grado de avance obtenido.

La autoevaluación se dispone como un proceso de tres etapas: recopilación de la información, análisis de la información recopilada y juicio sobre el resultado del análisis. La reflexión sobre el proceso de aprendizaje y el resultado obtenido alienta la autonomía del estudiante.

Al iniciar la unidad temática, el docente debe disponer con claridad los objetivos de la misma. En un diálogo con los estudiantes definirán las metodologías y los mecanismos de evaluación idóneos para garantizar el cumplimiento de los objetivos. Durante el aprendizaje, la interacción entre estudiantes y docente guiará el proceso. Cuanto antes se identifiquen las dificultades más rápido será la complementación necesaria para el aprendizaje. A la conclusión de la unidad temática, los estudiantes reflexionarán sobre el grado de cumplimiento de los objetivos. Las dinámicas de evaluación establecidas al inicio de la unidad servirán como guía de valoración. Se evita así el subjetivismo que pueda acompañar a la autoevaluación.
La coevaluación se implementa, frecuentemente, al lado de la autoevaluación. La valoración de los pares refuerza la autoevaluación. Dentro de los procesos de aprendizaje, la visión individual respecto al cumplimiento de los objetivos se debe contrastar con la percepción de los demás estudiantes respecto a los logros comprobables. 

La autoevaluación se convierte en un factor básico de motivación para el estudiante y un detonante para el refuerzo constante del aprendizaje. En resumen, un impulso para aprender a aprender.


RESPONSABILIDAD GRADUAL

En educación inicial.-
La etapa inicial de la educación permite asentar las bases del constructivismo educativo. Los estudiantes se introducen en el sistema educativo formal y asumen conciencia de su propio aprendizaje.  El profesor promueve las primeras dinámicas de conocimiento organizado. El docente trabaja la toma de decisiones individuales y colectivas a partir de la reflexión.

·            Estimular el pensamiento y el debate que identifique el conocimiento previo respecto de un tema determinado
·            Exponer sus propias hipótesis y  contrastarlas con la realidad.
·            Tomar conciencia de lo que han aprendido a lo largo de cierta actividad

En educación primaria y secundaria.-
Las posibilidades de implementar pautas de autoevaluación con más amplias. La estructura curricular facilita dinámicas de evaluación en las etapas del aprendizaje: antes durante y después.
Dinámicas preactivas: ideal para el momento de la planificación de las unidades y proyectos

• Aportar en los temas y actividades que desean realizar.
• Compartir sus experiencias y conocimientos previos.
• Determinar y negociar con ellos las metas u objetivos de aprendizaje.
• Determinar y negociar los criterios de evaluación.
• Planificar el trabajo que se va a hacer.

Dinámicas interactivas: propias para ser implementadas durante las actividades de aprendizaje
• Formular problemas, hipótesis, anticipaciones.
• Aplicar los diversos recursos con los que cuenta para buscar información, analizarla, compararla y extraer lo que necesita.
• Compartir con los compañeros y construir conocimiento colectivo
• Comunicar sus hallazgos, dificultades y comprobaciones.
• Reflexionar sobre cómo lo está haciendo y si va por buen camino.

Dinámicas proactivas: útiles para evaluar el proceso de aprendizaje a la conclusión de las actividades.
• Reflexionar sobre lo que ha ocurrido en el momento interactivo.
• Proponer las modificaciones necesarias para que salga mejor.
• Evaluar el aprendizaje y su forma de aprender por sí mismo, por el grupo y por el docente.


Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
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