Se trata de un ejercicio personal de valoración
referido al proceso de aprendizaje. La autoevaluación supone la consecuencia
lógica a la mayor autonomía de aprendizaje.
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El protagonismo que ha adquirido el estudiante en
el marco de la educación constructiva delega en él la responsabilidad del
conocimiento. Los docentes deberán profundizar este modelo de enseñanza-
aprendizaje mediante el fortalecimiento de los espacios de autoevaluación. La
maduración del estudiante consiste en forjar su autonomía cognitiva, en cederle
la responsabilidad de marcar los ritmos y estrategias de aprendizaje.
La licenciada Lileya Manrique Villavicencio,
pedagoga de la Pontificia Universidad Católica de Perú, considera el
aprendizaje como “una construcción personal”. Cada estudiante aprende en virtud
de sus condiciones personales (esquemas de conocimiento) y del contexto en el
que se desenvuelve. En este marco, el centro escolar, junto con el desempeño
docente, se convierten en mediadores de la relación de aprendizaje. El diálogo
entre docente y estudiantes impulsará las inquietudes de éstos últimos para
activar la necesidad de conocimiento.
La consolidación del modelo constructivista, tal
y como se está planteando, se resquebraja en el momento de la evaluación del
proceso. Muchos docentes, en su rol de valedores del cumplimiento de los
objetivos trazados, apelan a las pruebas de conocimiento tradicionales como
mecanismo de valoración. El estudiante rinde las pruebas ante el docente para
evidenciar el dominio de competencias y conocimientos trazados previamente.
Tanto las pruebas, como el sistema de calificación de las mismas, uniformizan a
los estudiantes en un mismo estándar de cumplimiento. Apelan a la esencia del
conductismo como forma de control.
Manrique Villavicencio propone la
autoevaluación del estudiante como un
ejercicio personal de valoración referido al proceso de aprendizaje. De acuerdo
a la pedagoga, la autoevaluación supone “la consecuencia lógica a la mayor
autonomía de aprendizaje”.
Uno de los mayores referentes
latinoamericanos en educación, el
mexicano Ángel Díaz Barriga, valora la autoevaluación como una reflexión “en la
forma en que se aprende y, en consecuencia, autorregular el propio proceso de
aprendizaje mediante el uso de estrategias flexibles y apropiadas adoptadas a
las nuevas situaciones”. La reflexión planteada como base de la autoevaluación
tiene por objetivo transformar las metodologías de aprendizaje. El estudiante,
al darse cuenta de los aciertos y errores cometidos, trazará las nuevas
estrategias para alcanzar el aprendizaje significativo.
Para Jorge Jiménez, responsable del departamento
de Ciencias de la Educación de la Universidad de Concepción, en Chile, la
autoevaluación supone una transferencia de responsabilidad hacia el estudiante.
En el nuevo contexto de trabajo, el estudiante asume la determinación de
orientar el proceso de formación. Esta cesión de responsabilidad debe ser
gradual y siempre acompañada por el docente. De acuerdo al planteamiento de
Jiménez, el objetivo de la autoevaluación no se centra tanto en la definición
de una calificación como en la búsqueda de mejoras que incidan en la educación
de calidad. Estos procesos se ejecutan de manera periódica dinamizando la
enseñanza.
La retroalimentación efectiva entre estudiante y
docente permitirá reforzar los aspectos débiles de la enseñanza y mejorar el
ambiente educativo. Estos ajustes ayudarán a transferir la responsabilidad al
estudiante para incrementar el grado de autoevaluación.
La responsable del departamento de didáctica y
organización escolar de la Universidad de Valencia, España, María Amparo
Calatayud, considera la autoevaluación como un paso para educar en la
responsabilidad, una preparación para afrontar los retos de la inserción a la
sociedad. Calatayud incluye los procesos de autoevaluación como parte del
aprender a aprender. La responsabilidad progresiva que ganará el estudiante
durante su crecimiento académico, implica tanto el proceso de aprender como el
resultado obtenido en el proceso mismo.
Los estudiantes reflexionan sobre sus
aprendizajes y los procesos de asimilación del conocimiento. La evaluación
propia debe considerarse una actitud cotidiana alumbrada por el desempeño
responsable. Villavicencio señala que este proceso refuerza la “toma de
decisiones conscientes e intencionales, en la cual el alumno elige y recupera,
de manera coordinada, conocimientos que necesita para cumplimentar un
determinado objetivo”. Desde esta perspectiva, la autoevaluación se torna en
una estrategia más para alcanzar los objetivos de aprendizaje, aunque
sustentada en la responsabilidad del estudiante para determinar el grado de
avance obtenido.
La autoevaluación se dispone como un proceso de
tres etapas: recopilación de la información, análisis de la información
recopilada y juicio sobre el resultado del análisis. La reflexión sobre el
proceso de aprendizaje y el resultado obtenido alienta la autonomía del
estudiante.
Al iniciar la unidad temática, el docente debe
disponer con claridad los objetivos de la misma. En un diálogo con los
estudiantes definirán las metodologías y los mecanismos de evaluación idóneos
para garantizar el cumplimiento de los objetivos. Durante el aprendizaje, la
interacción entre estudiantes y docente guiará el proceso. Cuanto antes se
identifiquen las dificultades más rápido será la complementación necesaria para
el aprendizaje. A la conclusión de la unidad temática, los estudiantes
reflexionarán sobre el grado de cumplimiento de los objetivos. Las dinámicas de
evaluación establecidas al inicio de la unidad servirán como guía de
valoración. Se evita así el subjetivismo que pueda acompañar a la
autoevaluación.
La coevaluación se implementa, frecuentemente, al
lado de la autoevaluación. La valoración de los pares refuerza la
autoevaluación. Dentro de los procesos de aprendizaje, la visión individual
respecto al cumplimiento de los objetivos se debe contrastar con la percepción
de los demás estudiantes respecto a los logros comprobables.
La autoevaluación se convierte en un factor
básico de motivación para el estudiante y un detonante para el refuerzo
constante del aprendizaje. En resumen, un impulso para aprender a aprender.
RESPONSABILIDAD GRADUAL
En educación inicial.-
La etapa inicial de la educación permite
asentar las bases del constructivismo educativo. Los estudiantes se
introducen en el sistema educativo formal y asumen conciencia de su propio
aprendizaje. El profesor promueve las
primeras dinámicas de conocimiento organizado. El docente trabaja la toma de
decisiones individuales y colectivas a partir de la reflexión.
·
Estimular el pensamiento y el debate que identifique el conocimiento
previo respecto de un tema determinado
·
Exponer sus propias hipótesis y contrastarlas con la realidad.
·
Tomar conciencia de lo que han aprendido a lo largo de cierta
actividad
En educación primaria y
secundaria.-
Las posibilidades
de implementar pautas de autoevaluación con más amplias. La estructura
curricular facilita dinámicas de evaluación en las etapas del aprendizaje:
antes durante y después.
Dinámicas
preactivas: ideal para el momento de la planificación de las
unidades y proyectos
• Aportar en los temas y actividades que
desean realizar.
• Compartir sus experiencias y conocimientos
previos.
• Determinar y negociar con ellos las metas u
objetivos de aprendizaje.
• Determinar y negociar los criterios de evaluación.
• Planificar el trabajo que se va a hacer.
Dinámicas interactivas:
propias para ser
implementadas durante las actividades de aprendizaje
• Formular problemas, hipótesis,
anticipaciones.
• Aplicar los diversos recursos con los que
cuenta para buscar información, analizarla, compararla y extraer lo que
necesita.
• Compartir con los compañeros y construir
conocimiento colectivo
• Comunicar sus hallazgos, dificultades y
comprobaciones.
• Reflexionar sobre cómo lo está haciendo y si
va por buen camino.
Dinámicas proactivas: útiles para evaluar el proceso de aprendizaje
a la conclusión de las actividades.
• Reflexionar sobre lo que ha ocurrido en el
momento interactivo.
• Proponer las modificaciones necesarias para
que salga mejor.
• Evaluar el aprendizaje y su forma de
aprender por sí mismo, por el grupo y por el docente.
Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
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