¿Se imagina tener la fórmula para un aprovechamiento
académico exitoso? Disponer de los trucos que facilitan el aprendizaje y
garantizan un rendimiento destacado en la escuela y la universidad?
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Una
investigación de la Universidad Gabriel René Moreno, dirigido por Wilma Forest
y acompañado por Rosario Betancourt y Leticia Ortiz, analiza las claves en el
aprendizaje que han permitido el rendimiento favorable en estudiantes
universitarios cruceños.
Las estrategias de aprendizaje, a diferencia de las técnicas
de estudio, enfatizan el proceso de apropiación del conocimiento. El
fortalecimiento de los hábitos adecuados de estudio orientará mejor la
experiencia del aprendizaje. El objetivo del estudio no se centra en la
calificación obtenida, sino que busca la asimilación del conocimiento con una
proyección de utilidad en los contextos laborales, explica Forest.
1.
Autonomía del aprendizaje
El lingüista H. Holec resalta como una actitud fundamental
“la capacidad de gestionar el propio aprendizaje”. La actitud activa de cada
estudiante en referencia al aprendizaje se convierte en la clave del éxito. Las
nuevas concepciones pedagógicas realzan el protagonismo del estudiante en el
proceso cognitivo y, por tanto, su compromiso personal adquiere mayor
relevancia.
La relación profesor estudiante propone mecanismos más
innovadores de interacción. El estudiante supera la figura del “replicador de
conocimiento” que identificaba a su maestro con las cualidades de superioridad.
Actualmente, el estudiante demuestra una mayor responsabilidad en el proceso de
aprendizaje. La voluntad de participar activamente, su anhelo de superación se
convierte en el motor de la clase. La autonomía del aprendizaje delega al
estudiante la capacidad de organizar su propio aprendizaje. Holec considera
que, a diferencia de la autonomía político- social, esta autonomía requiere la
intencionalidad consciente del estudiante a través de una disposición analítica
permanente.
L. Dickinson destaca la relevancia de la autonomía del
aprendizaje en los contextos académicos actuales. Permite un ritmo de
aprendizaje más práctico, justifica el autor, adaptado a los tiempos
disponibles del estudiante. Por otra parte, cada estudiante generará su estilo
propio de aprendizaje, a través de una amplia oferta de métodos.
En definitiva, Dickinson impulsa la necesidad de aprender a
aprender que cada uno debe descubrir, una reflexión personal sobre los procesos
y estrategias de aprendizaje que mejor se adaptan a cada estudiante.
2.
Motivación permanente
¿Cómo incentivar el interés de un estudiante para que sea más
participativo en el aula? Los profesores han experimentado múltiples formas de
motivación para alentar a sus estudiantes. Como pedagogos, identifican la
relación directa que existe entre motivación y la sensación de confianza y
seguridad en uno mismo que provoca.
La psicología educativa moderna considera la motivación como
el interés del propio estudiante por lograr la satisfacción en el aprendizaje o
en las actividades que le conducen al aprendizaje. Cada estudiante, refuerzan
los psicólogos, se motiva por razones diferentes.
Tradicionalmente se ha considerado al profesor como el
detonante de la motivación del aula. Para ello, construía sistemas de
estimulación del interés mediante refuerzos positivos (premios) y refuerzos
negativos (castigos). No se debe perder de vista la participación del docente
como agente externo que desencadena la motivación en el estudiante, pero es
importante diferenciar este apoyo de la verdadera motivación que nace desde uno
mismo.
La labor motivadora del docente se fortalece con tres
acciones permanentes: despertar el interés por aprender; alentar el esfuerzo
permanente de superación; y encaminar el proceso de aprendizaje hasta alcanzar
el objetivo prefijado.
3.
Capacidad de concentración
El científico francés Louis Pasteur plasmaba con claridad la
importancia de la concentración: “No nos preocupemos por la concentración –
expresaba el químico-, si creamos las condiciones adecuadas, nos interesamos
por el tema y usamos buenas estrategias de aprendizaje, la dispersión morirá de
anemia y, en su lugar, quedará la concentración sin esfuerzo”.
Esta misma impresión es defendida por Rubenstein, para quien
la concentración no es un dilema. Su preocupación se centra en reducir los “los
estímulos que entran por los sentidos y nos apartan de la concentración”.
Los estímulos que distraen un proceso de aprendizaje resultan
múltiples. La mayoría de estos estímulos son contextuales, y poco podemos hacer
para controlarlos: el calor del aula, la iluminación deficiente, distracciones
externas. El docente si controla la oportunidad de minimizar las distracciones
más desalentadoras del proceso de aprendizaje, aquellas que desmotivan
rápidamente a un estudiante.
El vocabulario incomprensible, la dificultad de comprender el
texto, la falta de retención lectora o la limitada asimilación del contenido
resultan distracciones fatales para el aprendizaje.
4.
Planificación del tiempo de estudio
El estudiante que destaca por su rendimiento académico revela
un hábito de organización y planificación. Es capaz de disponer de su tiempo
con responsabilidad y logra un equilibrio entre las actividades que desempeña.
Destina tiempo para el estudio, para el descanso, la distracción y el reposo.
El éxito radica en evitar las intensas jornadas de estudio a última hora, esas
jornadas en las que los nervios triunfan sobre el aprendizaje.
Una planificación adecuada permite ahorrar tiempo de estudio,
puesto que se dosifica regularmente. La dedicación diaria al estudio garantiza
un rendimiento más estable, relegando los atracones previos a las pruebas. Una
organización dosificada de tareas establecerá metas graduales que, al
obtenerlas, ofrecerá dosis de satisfacción y autoestima por la labor bien
hecha. Además, la organización de tiempos contempla espacios para la
distracción y la distensión, puesto que combina los estudios con otras
actividades fundamentales del crecimiento estudiantil.
Algunas ideas interesantes para promover el hábito de la
planificación y organización del tiempo sugieren:
-
Redactar objetivos y metas realizables y realistas. Pequeñas
metas permiten alcanzar grandes logros. Las actitudes ambiciosas que quieren
alcanzar todo de manera rápidamente son germen de la frustración y el desánimo.
-
Metas flexibles que permitan adaptarse a los imprevistos. El
rigor del horario estricto provoca una sensación de castigo y opresión, es
decir, desalienta el cumplimiento del mismo.
-
Las actitudes de complacencia y autoengaño son los enemigos
principales de la planificación. Respuestas como “luego lo hago” o “está
controlado” quebrantan la mejor organización. La presencia por escrito de la
planificación supone un compromiso personal trazado previamente.
-
Contemplar en el horario actividades de distensión y distracción.
Hay que dejar espacio para todo, no solo planificar el trabajo.
5.
Estrategias de aprendizaje
Finalmente, el aprendizaje requiere de estrategias que
permitan asimilar de la forma más dinámica y ágil el conocimiento. Cada
estudiante desarrollará una mayor afinidad por las estrategias que se adaptan
mejor a su forma de ser y aprender. Tratar de unificar unas estrategias como
clave del éxito significaría una limitación en las oportunidades de descubrir
estilos y propuesta propios.
La investigación desarrollada por Forest entre los
estudiantes universitarios en Santa Cruz, describe algunas estrategias
recurrentes en aquellos estudiantes con rendimiento destacado. Muchos
estudiantes apelan a técnicas de resumen y síntesis personalizadas como base
del aprendizaje. Algunos remarcan los conceptos claves, otros anotan las ideas
centrales y aquellos que diseñan sus cuadros sinópticos. Todos crean un sistema
que les permita recordar fácilmente el texto base.
Otra actitud repetida para asentar un aprendizaje sostenido
radica en el cuestionamiento de lo aprendido. La superación del aprendizaje
memorístico requiere comprender la utilidad real del aprendizaje y aplicarlo en
situaciones y contextos laborales.
Esta actitud de aprendizaje provechoso se extiende en las
dinámicas de grupo. En este contexto colectivo, el liderazgo del estudiante
exitoso provoca la implicación intensa de los integrantes del grupo. Alienta la
participación de todos los integrantes y se preocupa por que todos comprendan
el temario.
Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
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