Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

lunes, 3 de agosto de 2015

Un simple “gracias”, un gran motivador dentro del aula


Los pequeños gestos fortalecen las relaciones. El agradecimiento de un profesor hacia el curso o uno de los estudiantes ayuda a consolidar una relación de cordialidad. La autoridad que demuestra el docente genera una mayor confianza cuando éste es capaz de dar gracias a los estudiantes.

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La acción de dar gracias a los estudiantes supone un aliento y motivación extra. Fortalece la relación entre estudiantes y profesor. El significado de gracias proviene del latín y se refiere a “honrar o alabar a otra persona para reconocerle una acción”. Buscando la etimología de la palabra, gracias proviene del indoeuropeo y hace referencia a “alabar en voz alta”. El acto de agradecer a un estudiante dentro del contexto de un curso supone elogiar los méritos obtenidos, elevar su autoestima y motivar a todo el grupo para que alcancen logros similares.

EL profesor de secundaria Santiago Moll propone tres estilos para agradecer a los estudiantes.

GRACIAS.- quizá es la más frecuente de las formas de agradecer. Se percibe como una actitud fría, distante e impersonal. El estudiante percibe esta acción como poco comprometida por parte del docente. El gracias, a secas, resulta tan neutral que no conecta con la parte emocional del estudiante y logra motivarlo. Es considerado como un formalismo rutinario.

GRACIAS LAURA.- al incluir el nombre en el agradecimiento se personaliza la acción y se incide en la autoestima del estudiante. Provoca una sensación de identidad y pertenencia. Se pasa del agradecimiento neutral a una forma más personalizada.

GRACIAS LAURA POR CERRAR LA PUERTA.- en esta tercera forma se incluye el motivo del agradecimiento. Esta inclusión permite discernir los comportamientos deseados al referirse de manera explícita a ellos. El estudiante cierra el círculo puesto que identifica puntualmente el motivo del agradecimiento. Le permite conocer el comportamiento meritorio. Esta tercera forma potencia la empatía  y afianza la relación entre docente y estudiante.


A pesar de la sencillez que implican estas tres formas de agradecer, la mayoría de las veces nos cuesta expresarlo. William Arthur Ward sentenciaba que “si se siente gratitud y no se expresa, es como envolver un regalo y no darlo”. Los docentes recurrimos a gestos no verbales para “hacer entender” al estudiante nuestra conformidad o agradecimiento. Un guiño, un gesto de la cabeza o el pulgar alzado son habituales gestos para expresar la aprobación. Si bien son formas funcionales, estos gestos no aportan el valor emocional que puede suponer un agradecimiento público.

Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"

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