Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

viernes, 21 de agosto de 2015

Escribir a mano sigue siendo mejor para el aprendizaje de los niños


Escribir a mano requiere un esfuerzo mayor del cerebro. Por un  lado, reclama la atención necesaria para presentar una caligrafía correcta. Un esfuerzo por hacer bien las cosas. A eso se debe sumar que, para la escritura manual, es necesario representar mentalmente las letras que se deben escribir.

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El desarrollo frenético de las tecnologías, y su inclusión en el aula de aprendizaje, ha revolucionado muchos procesos de enseñanza. Hoy en día, las escuelas  más prestigiosas apelan a su innovadora infraestructura tecnológica como atractivo. Con el lema “un ordenador para cada estudiante” elogian su estilo formador de vanguardia.

Esta cultura de la tecnología se refuerza con el avance logrado por las tabletas y los teléfonos inteligentes.

El desarrollo de estos recursos pedagógicos contrasta con otros datos significativos que alertan sobre los riesgos que provocan en el aprendizaje.

Días atrás, el periódico de mayor tirada en Europa (más de tres millones de ejemplares impresos por día) sorprendía con una portada inusual. EL tabloide popular alemán “BILD” sustituía sus fotografías y titulares de portada por una media página manuscrita. “¡Alarma!, la escritura manual se extingue”. Y completaba la noticia con un dato sobrecogedor: en los últimos seis meses, uno de cada tres adultos no escribió de forma manuscrita.

Esta realidad también ha sido estudiada por diversos neurólogos y psicopedagogos con un resultado similar. La escritura manual aporta significativamente al proceso de aprendizaje, ofrece múltiples beneficios que deberían reforzarse en las dinámicas académicas.

El psicopedagogo Pablo Canosa valora la escritura manual puesto que “provoca mejores aprendizajes, más profundos y duraderos”. Remarca su importancia debido a que activa más áreas cerebrales que la escritura digital.

Escribir a mano requiere un esfuerzo mayor del cerebro. Por un  lado, reclama la atención necesaria para presentar una caligrafía correcta. Un esfuerzo por hacer bien las cosas. A eso se debe sumar que, para la escritura manual, es necesario representar mentalmente las letras que se deben escribir. Este segundo esfuerzo potencia la capacidad lectora.

Los estudios desarrollados en la Universidad de Granada por el doctor en Neurociencia Cognitiva, Juan Lupiáñez, desvelan otras ventajas que la escritura manual aporta. El ejercicio mental que supone la escritura permite una mayor fluidez de ideas para enriquecer la redacción. Al escribir manualmente, el ingenio creativo despierta, la memoria se potencia y se provoca una necesidad de aprendizaje mayor.

Los mismos estudios propiciados por Lupiáñez demuestran que la escritura digital se centra en la memorización del mapa de teclado, en reconstruir en la mente un teclado imaginario para reconstruir las palabras.

La revista especializada “Frontiers in Psychology” revela un estudio realizado en la Universidad de Indiana sobre el proceso de aprendizaje en la universidad. Los resultados ofrecidos por la investigación son similares. Las personas que recogían las notas de clase de manera manual mostraron un aprendizaje más profundo y duradero.

«Cuando escribes a mano no tomas nota de todo, porque no da tiempo. A cambio, haces muchos procesos de integrar y seleccionar lo más importante y vas elaborando el contenido», explica el doctor Lupiáñez. Contrapone este proceso con aquellos que registran las clases con el apoyo de un ordenador. Estos últimos, centran su atención en retener, lo más literalmente posible, las palabras del profesor. El ejercicio mental que desarrollan se centra en la transcripción de esas palabras a la pantalla de computadora. La rapidez de tecleo garantiza la fidelidad del mensaje.
En contra, los estudiantes que, papel y lápiz en mano, deben registrar la clase, centran su atención en las explicaciones del docente. Tratan de llegar a los conceptos expuestos, dejando de lado las expresiones que se utilizan para ello. 

Al apuntar las notas, éstas serán más escuetas pero más sustanciosas que las de sus compañeros. Durante el proceso, interiorizaron el aprendizaje deseado y lo reflejaron en ayudas memoria para el recuerdo. Incluso, gracias a la agilidad que la escritura manuscrita permite, se puede jugar con la creación de flechas, gráficos y enlaces de forma más dinámica.

La inclusión de tecnología en el aula no se debe considerar como un retroceso al aprendizaje. Es importante destacar que la escritura manual o digital no determina, por sí solo, el aprendizaje. Ambos tipos de escritura reflejan un proceso mental para captar la realidad. La importancia radica en desarrollar en el estudiante la capacidad de discernir el aprendizaje con la agilidad necesaria para captar los conceptos expuestos. “Para que el cerebro aprenda tienes que retarlo, ponerle al límite de lo que sabe y lo que no. Y así es como va adquiriendo nuevos conocimientos de forma sólida», concluye Lupiáñez.

Una experiencia llamativa ha sido desarrollada en el colegio San Carlos de Madrid. La directora del centro, Carmen Pascual, ha preferido sustituir los libros de primaria por los nuevos textos manuscritos que los mismos estudiantes elaboran. Para la profesora, los libros actuales reducen la capacidad creativa de los estudiantes, ya casi todo está hecho. En estos textos, el estudiante simplemente debe completar algunos renglones faltantes. Según  la directora, esta metodología resulta muy pasiva para unos niños que demuestran un nivel alto de curiosidad y un voraz apetito por el aprendizaje.

La creación de los textos de aprendizaje por parte de los estudiantes logra retener de manera más profunda los conceptos básicos de cada lección, permite mejorar el nivel de lectoescritura y ayuda a “procesar los pensamientos coherentes en un orden lógico”. Remarca Carmen Pascual que, mediante esta actividad, “se piensa más de lo que se está diciendo”.

Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"

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