El ser humano
posee un sentido innato para la experimentación y aprendizaje. Un sentido de
curiosidad le impulsa a buscar soluciones a los problemas y, a través de estos
procesos de construcción, acumular conocimiento. La clave del docente es lograr que el estudiante consiga su independencia en el aprendizaje
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El experimento
pedagógico impulsado por Jacotot en la universidad de Lovaina planteó un
parámetro educativo diferente. La autonomía cognitiva, propuesta a principios
del siglo XVIII, se posiciona como el enfoque vanguardista en la educación.
“Quien enseña sin emancipar, embrutece” declaraba el pedagogo francés.
Hoy están
vigentes los discursos a favor de la igualdad de oportunidades que debe
garantizar todo sistema educativo. El sistema tradicional se basa en fortalecer
los esfuerzos por nivelar la formación de los educandos. De esta manera, a
igual educación, se consideraba, existe una igual oportunidad de acceso a la
vida laboral.
De acuerdo a
los postulados de Jacotot, actualizados por Rancière, la pedagogía basada en la
escolarización se ha circunscrito a una enseñanza disciplinar. Ha perdido,
refuerza el pedagogo, la naturalidad innata que todos tenemos para el
aprendizaje y ha priorizado la delimitación de un conocimiento estándar.
La idea de una
educación unificadora está reforzada por la creación de un parámetro
internacional que sirva para medir los niveles educativos. Los indicadores,
asumidos mundialmente, en materia educativa se han convertido en referencia
para evaluar el desarrollo y crecimiento de un país. La educación se concibe
como una herramienta de cambio que permite acceder a mejores espacios
laborales, mejores.
Las
concepciones más extendidas en materia de educación apuestan por un modelo de
escolaridad masiva que permita a toda la población acceder a un nivel formativo
pre establecido. Las mejoras en materia educativa son pieza fundamental de las
políticas sociales de muchos países. La inversión en educación es presentada
como un indicador de la calidad educativa.
En Bolivia, se
considera que el 91% de la población infanto juvenil está escolarizada. Además,
mediante el bono Juancito Pinto, que alcanza a más de 1.800.000 estudiantes, se
busca fomentar la permanencia en la escuela.
Este esfuerzo,
así como la inversión destinada a la edificación de unidades educativas,
facilitan las condiciones educativas de la población. Pero, a pesar de la
necesidad que existe, estas inversiones no mejoran la calidad educativa.
El estudio
presentado por Carlos Calvo y Antonio Elizalde diferencia el factor de
escolaridad como sinónimo de educación. Para los educadores chilenos, la
escolaridad se ha convertido en la meta de muchos gobiernos. Esta escolaridad
plantea un camino preestablecido, ya trazado, que todo educando debe transitar para
su reconocimiento social. El concepto de escolaridad resulta un proceso lineal
de repetición. El alumno, al ingresar al sistema educativo, debe cumplir una
serie de metas que “certifican” su conocimiento y, por tanto, su paso al
siguiente escalón. Al final de cada escalón, los conocimientos adquiridos son
iguales para todos.
Rancière
rechaza el modelo de “maestro explicador”. Al igual que planteó años atrás
Joseph Jacotot, la propuesta educativa debe sustentarse en el “método natural
universal”.
Según este
método, el ser humano posee un sentido innato para la experimentación y
aprendizaje. Un sentido de curiosidad le impulsa a buscar soluciones a los
problemas y, a través de estos procesos de construcción, acumular un
conocimiento. Al inicio, el aprendizaje abarcará procesos de conocimiento
simples. Poco a poco, asumirá planteamientos más complejos que le permitirán,
gracias al intercambio cultural y el relacionamiento con otros, comprender
mejor el entorno.
Diversos
estudios realizados en centros educativos infantiles en Chile han reforzado
este método. Por un lado, Desirée López ha investigado el juego como proceso de
aprendizaje innato en los niños. A través de las experiencias lúdicas, los
niños enriquecen su capacidad argumentativa y logran solucionar los problemas
cotidianos.
Similar
resultado obtuvo Jorge Salgado al acercarse al modo de razonar de los niños. La
observación se ha convertido, según este estudio, en una dinámica de
conocimiento. Los pensamientos complejos han surgido de forma innata en los
niños, demostrando que todos tienen las mismas potencialidades para aprender y
que tan solo se requiere las condiciones de libertad y oportunidad para
desarrollarlas.
Rancière
repudia el sistema educativo que encorseta el aprendizaje en metas predefinidas.
Dicho sistema consolida la superioridad del que enseña pues “el alumno jamás
alcanzaría al maestro; ni el pueblo a la élite ilustrada”. Y refuerza su
postura apelando a las teorías defendidas por Paulo Freire, quien también predicaba
una educación emancipadora.
Para Freire,
la igualdad no debe ser el punto de llegada en el proceso educativo. La
igualdad supone le punto de partida desde el cual se construye un proceso de
aprendizaje coparticipativo.
Rancière
impulsa este planteamiento al manifestar que “todas las inteligencias son
iguales” y, desde la educación, se debe consolidar el contexto cultural para
crear las relaciones posibles que faciliten el aprendizaje.
El maestro
debe potenciar la actitud crítica del alumno mediante dinámicas que exploren su
aprendizaje liberador. Es hora de educar para la vida, consolidando un método
de aprendizaje que impulse el hábito de experimentación permanente en
detrimento del sistema memorístico. Es tiempo de educar para la felicidad.
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