Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

miércoles, 27 de enero de 2016

Cuento infantil para prevenir el abuso sexual: “La mano de Kiko”



La regla de Kiko es un cuento infantil para prevenir el abuso sexual, es una herramienta que padres y educadores pueden utilizar para que los niños aprendan que deben evitar el contacto físico inadecuado.


La regla de Kiko es un cuento infantil cuyo propósito es ayudar a padres y educadores, a fin de prevenir el abuso sexual. El cuento es sencillo y fácil de entender, las ilustraciones que lo acompañan son muy claras y explícitas, los pequeños entenderán fácilmente el mensaje.

El protagonista del cuento es un niño que se llama Kiko, que tiene por amigo a Mano, Kiko pregunta de qué sirve tener una sola mano como amigo, mano le contesta que pronto lo descubrirá. Mano se convierte en un avión para que Kiko pueda volar, se convierte en músico y toca el piano para que Kiko pueda bailar, Kiko quiere comer un rico pastel y Mano se lo hace, sin duda, se puede decir que la mano es un gran amigo.


Tras dormir una siesta después de comerse el rico pastel, Kiko quiere jugar al corre que te pillo y Mano se brinda a ser su compañero de juegos, de repente Mano hace varias preguntas a Kiko, ¿puedo tocarte el pelo?, ¿la nariz?, ¿la mano? Kiko responde que sí en todos los casos, pero de repente Mano le pregunta, ¿puedo tocarte dentro de tu ropa interior? Kiko grita ¡No! ¡eso si que no!. Mano le contesta, muy bien Kiko, nadie puede tocarte dentro de tu ropa interior esa es la Regla de Kiko, y si alguien lo hace, no lo mantengas en secreto, cuéntalo.


Es muy importante que los niños comprendan que tienen derecho a decir que no y a negarse a ser tocados o acariciados, esa es la enseñanza del cuento, La regla de Kiko debe ser la regla de todos los niños. Este cuento está dirigido a niños con edades comprendidas entre los 3 y los 7 años, en él se expone un principio fundamental, los niños no deben permitir que otros niños o adultos toquen partes de su cuerpo que suelen estar cubiertas con ropa.

El cuento es una guía sencilla que enseñará a los niños a evitar el contacto físico inadecuado, a saber cómo reaccionar si una situación les incomoda y a pedir ayuda. Es un cuento para leer en el hogar, pero también en el colegio.

http://pequelia.republica.com/files/2013/09/la_regla_de_kiko.pdf


lunes, 25 de enero de 2016

Jordi Adell: “Las TIC no hacen bueno o malo a un docente”





Es docente, conferenciante, especialista en TIC. Reconoce que de pequeño aprendió a leer gracias a los tebeos Pumby. Cree que estamos amargando la vida de los niños echando del sistema a los que no siguen las clases con normalidad y reivindica el valor pedagógico del error. Actualmente es docente, especializado en nuevas tecnologías aplicadas a la educación, y dirige el Centre d’Educació i Noves Tecnologies de la Universitat Jaume I de Castellón


Antes que nada, ¿qué entendemos por tecnología educativa?
La tecnología educativa es una rama de las ciencias de la educación, de la pedagogía, que trata el uso de los dispositivos tecnológicos, en su sentido más amplio.

¿Cómo podemos mejorar la calidad de la enseñanza mediante el uso de las nuevas tecnologías?
Poniéndolas al servicio de la buena pedagogía. He aprendido que las nuevas tecnologías no hacen bueno o malo a un profesor, ya que éstas, por sí mismas, prácticamente no sirven para nada en las escuelas.


¿Cuál es la mejor forma de integrar las nuevas tecnologías en el aula?
La mejor forma de integrarlas es que los profesores se auto formen y que entiendan cómo funcionan y qué pueden cambiar con ellas. Lo esencial es que estén convencidos del enriquecimiento que les pueden aportar. Si un profesor considera que lo que está haciendo ya es perfecto y que el currículum que tenemos es suficiente para preparar a los niños y a las niñas para esta sociedad, lo normal es que no esté motivado para introducir nuevos elementos para el aprendizaje.

Se conformará…
Aún así, cada vez hay más profesores convencidos de que el sistema educativo actual no responde con suficiente rapidez a las demandas del entorno social y están empezando a incorporar la tecnología en sus aulas.


¿Qué implica esta incorporación?
Otra manera de conocer, de relacionarse con los temas, de plantear el aprendizaje en el aula, más abierta y más colaborativa. Se deben derribar los muros de la escuela, no concibiendo los centros docentes como islas sino como nodos. Este es un cambio muy importante de mentalidad que, aunque un creciente número de maestros ya ha hecho, hay muchos otros que todavía no, como tampoco lo ha hecho la administración.

¿Por qué cree que la administración no ha hecho este cambio de mentalidad?
Tenemos una administración educativa que añora el pasado, ya que con las nuevas leyes intentan volver a las materias básicas, al currículum lleno de contenidos y siguen pensando que una persona educada es una persona que posee mucho conocimiento.

¿Qué debemos entender por una persona educada?
En la sociedad de la información, una persona educada es aquella capaz de seguir aprendiendo cuando necesita adquirir conocimientos y que lo sigue haciendo no sólo a lo largo de su vida sino también a lo ancho. Es decir, la educación ya no sólo tiene lugar en las instituciones educativas sino que cada vez hay más sitios desde los cuales es posible acceder al conocimiento y a procesos de formación.


¿Qué debería hacer la administración en este sentido?
Repensar la escuela globalmente, replantear el currículum de arriba abajo y reflexionar sobre los fines de la educación.

¿Cómo le gustaría que fuese el currículum educativo?
Debería ser más corto, sin tantos contenidos. Me gustaría que cuando los niños y niñas acabaran la educación obligatoria no odiaran leer por culpa de haberles embutido la  literatura y forzado a leer libros que no les motivan.

Interesante…
Habría que reflexionar sobre si la metodología que utilizamos es la correcta, si la pedagogía del esfuerzo no habría que dejarla de lado y pensar en maneras alternativas de hacer las cosas. Y, por último, deberíamos mejorar considerablemente la formación inicial del profesorado.


¿En qué sentido se debería mejorar su formación?
Debemos tener en cuenta que un profesor no debe ser alguien que sabe únicamente de una asignatura, sino que debe conocer la materia, amarla y ser capaz de transmitir ese disfrute. El buen maestro es el que sabe enseñar y ayuda a aprender a los alumnos.

¿Pueden las tecnologías ayudarles a enseñar?
Yo creo que sí, ya que les permiten abrir sus horizontes. Sin éstas los docentes están muy limitados a su centro educativo, a su aula y a su libro de texto. Además, con ellas, encuentran profesores que tienen sus mismos problemas. Una comunidad de práctica, en la que pueden compartir experiencias, preguntar dudas, aprender buenas prácticas…

Y a los alumnos ¿qué ventajas les aportan?
Con el adecuado conjunto de competencias, estas tecnologías les permiten aprender lo que quieran. Pueden conseguir sus propios objetivos, pueden ver visiones contrapuestas a las que les da el sistema educativo, ampliar lo que les dicen sus maestros, alfabetizarse en la lectura y en la escritura de múltiples formatos…

Por tanto, otorga una gran trascendencia a herramientas como Tiching.
Este tipo de plataformas cumplen una función fantástica que es la de favorecer el desarrollo profesional de los docentes. En un mundo en el que podemos acceder a tanta información, la clasificación que ofrece este tipo de herramientas ayuda a no perder el tiempo para encontrar los contenidos más adecuados.  También permiten a los docentes trabajar en equipo y no estar aislados.


Como han estado siempre…
Los docentes, a diferencia de otros colectivos profesionales, no acostumbran a contar y compartir el trabajo que realizan. El profesor desarrolla una tarea muy relevante, pero a menudo no le otorga la importancia que se merece y no se atreve a divulgarlo más allá del aula. Cambiar esta mentalidad costará mucho, pero precisamente por este motivo, es importante que los profesores empiecen a adquirir estas prácticas desde la universidad.


Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
Una producción de la Casa Editorial Bienaventuranzas




jueves, 21 de enero de 2016

Reflexiones acerca de cómo evaluamos a los escolares




Llega fin de año y, ansiosos, esperamos la libreta escolar. Unos números sintetizan el esfuerzo y trabajo de un año. Unos números separan el logro del fracaso.


Como padres, deseamos ver a nuestros hijos con las calificaciones más altas. Consideramos que las notas más sobresalientes corresponden a los estudiantes más inteligentes. Paralelamente, las notas más bajas se han convertido en sinónimo de torpeza y falta de capacidad.

¿Es posible resumir el trabajo, esfuerzo y aprendizaje de un año escolar en una calificación final? ¿El crecimiento humano y académico de un estudiante se puede valorar con una cifra? Son preguntas que refuerzan su inquietud a la conclusión de cada gestión escolar.


El profesor de la Universidad de Massachusetts (Estados Unidos), Robert Swartz, reflexiona sobre el sistema de calificación y evaluación que se utiliza de manera común en los centros escolares. Desde su perspectiva, percibe un interés general en crear indicadores sencillos para validar la calidad de la educación. Los organismos tradicionales, nacionales e internacionales, que trabajan en pro de la educación, centran sus esfuerzos en mejorar estos resultados básicos. En la medida que mejoran los indicadores logran aumentar sus presupuestos de ejecución y obtener medallas de reconocimiento.


Las investigaciones realizadas por Swartz le permiten afirmar que las evaluaciones escolares están direccionadas para probar puntualmente la memoria del estudiante. Los docentes, insiste, “preparan a los estudiantes para las pruebas”.

El sistema educativo generalizado ha implementado el método de la repetición para garantizar resultados positivos. Las metodologías de trabajo repiten una y otra vez los conocimientos aprendidos para obtener niveles satisfactorios a fin de año. Este sistema valora el resultado antes que el rendimiento.


El Centro Nacional para la Enseñanza del Pensamiento (NCTT, siglas en inglés) avala los estudios de Robert Swartz. A raíz de los resultados obtenidos, proyectan nuevas formas de calificación escolar que valore efectivamente las “capacidades, habilidades y conocimientos” de los estudiantes, es decir, pruebas que se centren en el crecimiento de la persona.

Proponen una renovación del modelo educativo en favor de las generaciones futuras. “Hay que tomarse seriamente la manera en que se educa” expresa Swartz y superar la tradición examinadora que impera. La enseñanza orientada por las pruebas “de memorización” provocan un aprendizaje aburrido.


El docente se debe transformar en un “guía de aprendizaje” para “abrir la mente” de los estudiantes. El nuevo docente se transforma en un compañero de viaje que alienta la “capacidad creativa y crítica” de cada estudiante, capacidades que debe descubrirlas y desarrollarlas por su propio impulso motivador.

El contexto actual en el cual se desarrolla la educación alienta esta “verdadera revolución”, tal y como lo expresa Swartz. La entrada de las tecnologías de información y comunicación en los espacios educativos permite nuevas ventanas al conocimiento. Los estudiantes tienen la oportunidad de acceder fácilmente a una infinidad de preguntas y respuestas que iluminan el aprendizaje.


Los docentes ayudan el descubrimiento que cada estudiante activa. Orientan sus búsquedas para despertar la inquietud y el valor crítico que les facilite la selección de contenidos. “No se trata de censurar” el uso de las nuevas tecnologías, sino de orientar sensatamente para que el estudiante conozca los riesgos y pueda utilizarlas “como herramientas útiles” para el conocimiento, sentencia Swartz.



Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
Una producción de la Casa Editorial Bienaventuranzas