Los pequeños
gestos fortalecen las relaciones. El agradecimiento de un profesor hacia el
curso o uno de los estudiantes ayuda a consolidar una relación de cordialidad.
La autoridad que demuestra el docente genera una mayor confianza cuando éste es
capaz de dar gracias a los estudiantes.
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La acción de
dar gracias a los estudiantes supone un aliento y motivación extra. Fortalece
la relación entre estudiantes y profesor. El significado de gracias proviene
del latín y se refiere a “honrar o alabar a otra persona para reconocerle una
acción”. Buscando la etimología de la palabra, gracias proviene del indoeuropeo
y hace referencia a “alabar en voz alta”. El acto de agradecer a un estudiante
dentro del contexto de un curso supone elogiar los méritos obtenidos, elevar su
autoestima y motivar a todo el grupo para que alcancen logros similares.
EL profesor
de secundaria Santiago Moll propone tres estilos para agradecer a los
estudiantes.
GRACIAS.-
quizá es la más frecuente de las formas de agradecer. Se percibe como una
actitud fría, distante e impersonal. El estudiante percibe esta acción como
poco comprometida por parte del docente. El gracias, a secas, resulta tan
neutral que no conecta con la parte emocional del estudiante y logra motivarlo.
Es considerado como un formalismo rutinario.
GRACIAS LAURA.-
al incluir el nombre en el agradecimiento se personaliza la acción y se incide
en la autoestima del estudiante. Provoca una sensación de identidad y pertenencia.
Se pasa del agradecimiento neutral a una forma más personalizada.
GRACIAS
LAURA POR CERRAR LA PUERTA.- en esta tercera forma se incluye el motivo del
agradecimiento. Esta inclusión permite discernir los comportamientos deseados
al referirse de manera explícita a ellos. El estudiante cierra el círculo
puesto que identifica puntualmente el motivo del agradecimiento. Le permite
conocer el comportamiento meritorio. Esta tercera forma potencia la
empatía y afianza la relación entre
docente y estudiante.
A pesar de
la sencillez que implican estas tres formas de agradecer, la mayoría de las
veces nos cuesta expresarlo. William Arthur Ward sentenciaba que “si se siente
gratitud y no se expresa, es como envolver un regalo y no darlo”. Los docentes
recurrimos a gestos no verbales para “hacer entender” al estudiante nuestra
conformidad o agradecimiento. Un guiño, un gesto de la cabeza o el pulgar
alzado son habituales gestos para expresar la aprobación. Si bien son formas
funcionales, estos gestos no aportan el valor emocional que puede suponer un
agradecimiento público.
Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
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