Un aula carente de
pizarra es sinónimo de desnudez. Cada mañana, amanece predispuesta a colaborar
a los docentes para facilitar el proceso de aprendizaje.
La pizarra se
identifica como la herramienta básica del proceso de enseñanza-aprendizaje.
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Para muchos profesores, se convierte en el único recurso gráfico pedagógico
disponible. La versatilidad que permite en su uso se combina con la facilidad
de adquirirla. Por ello, instalar una en cada aula resulta una respuesta barata
al alcance de muchos centros educativos.
Las innovaciones
tecnológicas permiten revolucionar las dinámicas de aprendizaje. Las
computadoras, las proyectoras y el internet abren un paraíso de soluciones educativas
al alcance de muy pocos centros educativos. La pizarra, la eterna compañera,
insustituible, facilita el desarrollo de la materia. Tan leal y silenciosa que,
con frecuencia, es el recurso menor preparado al que recurre el docente. Con
frecuencia, la pizarra se convierte en el plan de emergencia que ayude a
solucionar un problema surgido en clase. El docente, improvisa su uso para
solventar las dudas incómodas de los estudiantes.
USO PEDAGÓGICO DE LA PIZARRA
1.
Orden de la información
El docente estructura la pizarra de acuerdo a una lógica pedagógica. La
planificación previa de la clase contempla el uso de la pizarra y los aportes
que en ella realizará el profesor. Se recomienda colocar, en la parte
superior, la fecha y el tema que se desarrollará. Estas indicaciones permiten
reconducir la clase siempre en un mismo objetivo.
La distribución de la información requiere un orden lógico que guíe la
lectura. La ubicación espontánea de los elementos se convertirá en un foco de
distracción para los estudiantes.
Una práctica habitual divide la pizarra en dos columnas. Tras completar
la primera columna, el profesor pasa a la segunda dejando tiempo para que los
estudiantes lean y comprendan la primera. Esta división también permite un
borrado de la pizarra paulatino. Las flechas, dibujos y gráficos se organizarán
teniendo en cuenta la claridad expositiva que deben aportar.
2.
Claridad
La lectura de la pizarra determina el uso pedagógico de la misma. Todo
lo que se transmita mediante este recurso debe ser fácilmente legible. Las
recomendaciones básicas sugieren letra clara, en tamaño suficientemente
grande para ser distinguida desde el fondo de la sala, y con un trazo firme e
intenso.
Una tendencia habitual consiste en incluir todo en la pizarra. Esto
provoca una disminución progresiva del tamaño de la letra según se acaba el
espacio. El docente selecciona los contenidos que dispondrá para no recargar
la pizarra.
La utilización de colores resalta la importancia de los elementos
expuestos. Otras formas visuales de llamar la atención del estudiante
permiten el subrayado de las palabras, el remarcado más grueso o la
graficación de flechas o resaltadores visuales.
3.
Limpieza.-
La pizarra es el aliado pedagógico del profesor. Cuando el docente no
plantea su uso, debe certificar que ésta esté limpia, que no ofrezca
distracciones. El borrado de la pizarra dejará la misma completamente limpia.
Con demasiada frecuencia, el docente limpia una parte de la pizarra
para completar el contenido expuesto. Alguna ley fatídica, hace que el
espacio borrado no sea suficiente para exponer lo pendiente y nuevamente haya
que borrar la pizarra. Por ello, es preferible limpiar completamente la superficie
y así, continuar la lección con calma. El docente puede aprovechar este
espacio de tiempo para plantear alguna pregunta que ayude a asimilar mejor el
tema.
4.
Posición.-
El docente se coloca a un costado de la pizarra mientras explica el
contenido. Ubicado de esta manera, no entorpece la visión por parte de los
estudiantes. Otra alternativa aconsejable sugiere que pueda caminar por el
curso mientras revisa la actividad de los estudiantes y certifica la claridad
de la escritura en la pizarra.
Para escribir, el docente debe, necesariamente, dar la espalda al
curso. Se aconseja que, para dirigirse al curso, el profesor esté frente a
ellos. Hablar a la pared perjudica la claridad del mensaje.
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“Un pedazo de tiza
bien aprovechado vale más que dos toneladas de teorías verbalizadas”. La
pizarra refuerza las explicaciones del profesor y aumenta la
participación activa de los alumnos. El docente, durante su exposición, remarca
los elementos primordiales del aprendizaje para que llamen la atención de los estudiantes.
Un uso adecuado de la pizarra favorece una mejor comprensión y memorización de
los contenidos de aprendizaje.
Durante los cursos primarios, la pizarra se transforma
en el cuaderno del docente. En ella realiza las muestras visibles para que los
estudiantes reproduzcan el aprendizaje. Nuestras primeras letras las hemos
copiado de la pizarra; imitando el trazo modélico del profesor. De ahí saltamos
a las sumas y restas, todo guiado por la tiza experta del maestro.
Ya en niveles más avanzados, la pizarra permite al
docente un respaldo visual para organizar el conocimiento. Los conceptos se
plasman a través de imágenes dibujadas, gráficos, flechas, esquemas o palabras
que sirven para anclar las ideas propuestas. Se teje una interacción entre la
exposición del docente y la plasmación visual de los puntos clave de
aprendizaje que se desea permanezcan presentes durante el proceso cognitivo.
La pizarra permite
la estructuración en secuencias del contenido programado para cada clase. Esta
dinámica, facilita la comprensión en los estudiantes. El tono verde oscuro o
negro contrasta con las tizas de colores y regala una nueva oportunidad al
docente para resaltar la importancia de los conceptos expuestos.
La funcionalidad
de la pizarra dentro del aula requiere de ciertas condiciones que refuercen su
papel pedagógico. Su ubicación debe permitir la visibilidad de todos los
estudiantes del aula sin que nada interfiera. Es necesario que sea una
superficie plana, para evitar que la imagen quede distorsionada. El color de la
pizarra facilita el contraste, además debe tener una tonalidad que no canse a
los ojos ni produzca brillos o reflejos. Finalmente, la superficie tiene que
permitir una fácil limpieza con el propósito de reutilizarla múltiples veces.
Ventajas
*
Accesible y
económica para cualquier centro educativo
*
Fácil de usar
tanto por el docente como por los estudiantes.
*
Permite la
corrección y rectificación inmediata.
*
Flexible y
versátil para acompañar los tiempos de trabajo.
*
Resulta
funcional para esquematizar la información importante.
*
Se combina
con otros materiales y recursos pedagógicos.
*
Útil para
grupo de todas las edades.
|
Inconvenientes
*
Lleva tiempo
escribir la información
*
La
información presentada no es permanente.
*
El docente da
la espalda al curso mientras escribe.
*
La
visualización de conceptos o gráficos es compleja.
*
La
cotidianidad de la pizarra como recurso le resta importancia como recurso
extra.
|
La evolución de la
pizarra se ha beneficiado con las tecnologías digitales. Primero surgió la pizarra
acrílica con su fondo blanco y la posibilidad de enriquecer con colores la
exposición. Esta alternativa resulta más elegante que la tradicional pizarra.
En el lado de los inconvenientes se
resalta el trazo más delgado de los marcados, que limita la visibilidad, y la
menor durabilidad de la pizarra.
La pizarra digital
o interactiva integra el mundo tecnológico de manera plena. La conexión a una
computadora y a un sistema de proyección multimedia permite a esta pizarra ofrece
una diversidad de alternativas pedagógicas ilimitadas. Este sistema permite la
impresión en papel de aquello que se registre en la pizarra. La conexión
digital facilita el acceso a internet para proyectar, en la pantalla que
funciona a la vez como pizarra, páginas web y material digital. Las versiones
más avanzadas incluye incluyen una pantalla táctil que permite una versatilidad
única a la pizarra.
Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
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