Los niños que realizan actividad física de forma continua rinden mejor
en la escuela. El ejercicio despierta la capacidad de atención y planificación
en el estudiante. El sedentarismo también es causa de la obesidad infantil y
otras enfermedades.
“La actividad física regular puede ser necesaria para que los niños
funcionen con todo su potencial” considera un estudio elaborado por la
Universidad de Georgia. La pediatra Catherine Davis, directora del estudio,
considera que “se han demostrado los cambios en el cerebro consistentes con una
mejora de la función neuronal en respuesta a programas de actividad física”.
El estudio recomienda considerar la actividad física como un contenido
académico similar a la matemática y el lenguaje, puesto que su influencia en el
aprendizaje permite una mejora en la retención y aplicación de nuevos
contenidos. Las actividades físicas, indican los investigadores de la
Universidad de Georgia, deben considerarse curriculares, tanto por su
incidencia en la mejora intelectual como por sus resultados beneficiosos en la
lucha del sedentarismo y la obesidad infantil.
Las principales causas del sedentarismo se asientan en el mayor tiempo
que el estudiante pasa ante la televisión, las computadoras y los dispositivos
móviles.
Paulatinamente, la forma de entretenerse de los menores ha mutado de
los juegos que aportan movilidad y actividad física hacia aquellos que
despiertan en interés tecnológico y visual.
El sedentarismo repercute directamente en el incremento de la obesidad
infantil, ya una epidemia en algunos países. Las autoridades médicas combaten
activamente el sedentarismo por las complicaciones en la salud de los niños:
diabetes, problemas cardíacos y otros efectos que deterioran tanto el
crecimiento como la calidad de la vida.
A estas consecuencias, se añade ahora el perjuicio que provoca el
sedentarismo en los procesos académicos.
La impulsora del estudio, Catherine Davis, invita “a las autoridades,
las escuelas y las comunidades para que sean consciente que el tiempo que se
dedica a las actividades físicas supone una mejora en el aprendizaje”.
El estudio propuesto por la universidad de Georgia ha sido publicado en
una revista académica estadounidense sobre pediatría. La investigación fue
aplicada a niños de entre 6 y 11 años. Entre los resultados más destacados,
Davis revela que el rendimiento de los estudiantes que practican actividad
física de manera regular es notoriamente más destacado en áreas como la
planificación, la atención, el procesamiento sucesivo y simultáneo.
“La actividad física marca una diferencia inclusive entre los niños que
no padecen cuadros de sobrepeso” concluye Davis.
CAMBIOS SALUDABLES
El sedentarismo y la obesidad han sido catalogadas por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) como una epidemia que se debe frenar. En principio,
se consideraba que este problema afectaba solo a los países desarrollados.
Sin embargo, cada vez es más frecuente detectar esta situación en países en
vías de desarrollo.
La familia y la escuela son los núcleos prioritarios para combatir el
sedentarismo. Además, y debido a la edad de formación de los estudiantes,
está en la escuela la oportunidad de crear hábitos saludables.
“Estos niños están creciendo – valora Davis – si pueden eliminar
algunas calorías vacías de su dieta y tomarle el ritmo a la actividad física,
podrán crecer dentro de su peso” lo que repercute directamente en si
rendimiento académico.
Otros estudios clínicos sugieren que 20 minutos de ejercicio aeróbico
por día mejoran el estado físico y combaten el sedentarismo y la obesidad.
Son, en resumen, el mejor remedio para reducir el riego de la diabetes y
otras enfermedades derivadas.
“Las escuelas podrían implementar programas para incluir 20 minutos de
actividad física diaria durante la jornada estudiantil” defiende la
investigadora de Georgia. Los beneficios directos de esta iniciativa
permitirán reducir los índices de sedentarismo, mejorar la salud física de
los jóvenes y elevar el rendimiento escolar.
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Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
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