El
sistema educativo tradicional no evalúa los aciertos de los estudiantes, sino
los fallos. ¿Qué
mide un examen? ¿Los aciertos o los fallos? ¿Lo que sabe o lo que no sabe un
alumno? Está demostrado que el bolígrafo rojo causa daño y
sufrimiento en los estudiantes.
¿Qué
valora el docente en el proceso de aprendizaje? ¿Cómo determina el docente el
alcance obtenido en un proceso de aprendizaje?
Son
preguntas cada vez más frecuentes dentro de los círculos educativos.
Para
el pedagogo Javier Bahón, la proliferación de rankings escolares o exámenes que
definen el posicionamiento educativo de un centro escolar “matan” el sentido
verdadero del aprendizaje. En los últimos años hemos considerado que las
clasificaciones de calidad educativa, como el sistema PISA, reflejaban una
realidad de la educación. En parte, ayudan a dibujar el panorama de un sistema
educativo clásico. Pero es necesario considerar el aprendizaje más allá de los
condicionantes medibles.
“El
sistema educativo actual no evalúa los aciertos de los estudiantes, sino los
fallos” insiste Bahón. ¿Qué mide un examen? ¿Los aciertos o los fallos? ¿Lo que sabe o lo que
no sabe un alumno? Cuestiona Javier Bahón, al mismo tiempo que denuncia que
“está demostrado que el bolígrafo rojo causa daño y
sufrimiento”.
Javier
Bahón reclama sistemas educativos que atiendan otro tipo de inteligencias en
los estudiantes. Defensor de la tesis de las inteligencias múltiples, considera
que la escuela está llamada para potenciar los diversos tipos de inteligencias
que definen a los estudiantes. Describe como
ejemplo de lo que debe ser un proceso educativo moderno la anécdota del nadador Michael Phelps. Tras ganar sus primeras medallas de olímpicas,
dedicó las mismas a su maestro “por
haber dicho de él que nunca llegaría a nada. Su perseverancia era un talento
que nadie en su escuela supo adivinar”.
En este
sentido, para el pedagogo “existen muchas maneras de ser inteligente, pero a la
escuela sólo parece importarle una”. Este planteamiento renueva el perfil del
docente, pues minimiza la labor de juez evaluador o fiscalizador que, con
frecuencia, asumen los profesores. LE nuevo docente se convierte en un
profesional que impulsa las cualidades de cada estudiante, descubre sus
potencialidades expresivas y las desarrolla para que alcancen su máxima
expresión. Este papel docente es calificado por Javier Bahón como el verdadero
educador.
El
aprendizaje llegará a través de experiencias. El reto del docente radica en emocionar e intrigar a los estudiantes,
empujarlos para que experimenten nuevas formas de expresión.
“La
pasión se contagia y el profesor que trabaja con pasión crea un
vínculo con su
alumnado y engancha”, describe Bahón al nuevo docente
escolar. “Y, cuando todo
falla, la técnica pedagógica que siempre
funciona es la cercanía, el cariño y
la confianza”.
Expertos
de la facultad de educación de la universidad de Harvard ofrecen algunos
consejos para entender mejor el proceso de evaluación.
Muchos
padres de familia anhelan ver a sus hijos con buenas calificaciones y en los
cuadros de honor de sus colegios. Estos méritos, consideran, son exponentes
de un éxito profesional y humano. Este pensamiento desvirtúa el objetivo de
la educación y confunde a los padres sobre el verdadero sentido del
aprendizaje.
Los
educadores de Harvard consideran que la formación de valores y principios son
lo más valioso que la escuela puede proponer.
1.
Necesitan un claro ejemplo a seguir
Ningún padre será perfecto, y no es necesario, pero sí es
importante que haya una concordancia con lo que se enseña, y que sea un
ejemplo moral en este sentido para que cada aprendizaje de valores sea
reforzado con la actitud que quien se lo dice.
2.
Dales oportunidades de equivocarse
Los niños aprenden rápido, absorbiendo lo que les rodea. Así
será con la amabilidad como con cualquier otra cosa. Es importante realizar pequeñas
acciones que guíen este aprendizaje, como ayudar a sus amigos o preocuparse
por los animales. Poco a poco se volverá algo natural para él.
3.
Ayúdales a tener perspectiva
La reflexión sobre las consecuencias de sus actos permite
consolidar el sentido crítico. Hay diversos puntos de vista y nadie es dueño
de una verdad absoluta. Hay que alentar ejercicios para abrir su mente y
que sean más tolerantes ante las opiniones diferentes.
4.
Relájate como padre
No sea demasiado duro en expectativas académicas o sociales. Los
niños van creciendo y cambiando, y en vez de exigirle a él que resuelva
todo, apoye ese proceso con sus consejos de padre. El foco es que sea
una buena persona. Es mejor eso a que tenga las mejores notas, pero sea
despectivo con el resto. Los padres tienen siempre responsabilidad a la hora
de determinar el foco de prioridades.
5.
Enséñale a manejar sus emociones
Todas las sensaciones están permitidas, y eso lo deben saber:
que frustrarse o tener pena no es algo malo, pero sí deben controlarlo,
y no proyectarlo en el resto.
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Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
Una producción de la Casa Editorial Bienaventuranzas
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