Recordamos el encuentro que tuvo el Papa con los
asistentes al congreso mundial “Educar hoy y mañana: una pasión que se
renueva”. En este marco, reflexionó sobre la labor de la educación en la
sociedad actual. “Es necesario educar humanamente con horizontes abiertos”
considera Bergoglio.
La situación actual de la educación mundial se
caracteriza por una serie de crisis que limitan profundamente el desarrollo de
las personas. El bajo nivel de motivación de los profesores, el salario
insuficiente, la falta de apoyo estatal o educación selectiva son algunas de
estas crisis.
“Es una realidad mundial que nos avergüenza”
matiza Francisco I cuando se refiere a la creación de sistemas educativos elitistas.
Profundiza su análisis al afirmar que “los vínculos educativos se han roto” al
limitar el derecho a la educación a un gran número de niños. Denuncia la
“selectividad humana que, en vez de acercar a los pueblos, los aleja: aleja a
los ricos de los pobres, aleja una cultura de otra”.
El congreso “Educar hoy y mañana” conmemora los
50 años del documento emitido por el Concilio Vaticano II sobre la educación: Gravissimum educationis y los 25 años de
la constitución apostólica Ex Corde
Ecclesiae que rige el actuar de las
universidades católicas.
El Papa identifica la falta de trascendencia en
la educación como su crisis más grande. “Es necesario, considera, educar
humanamente con horizontes abiertos porque ningún cierre sirve para la
educación”.
En el marco de este encuentro, Francisco destaca
la cualidad diferencial de la educación católica. “No se puede hablar de
educación católica sin hablar de humanidad” reitera. Convoca a los docentes
para que desarrollen actitudes y valores humanos plenos en su accionar docente.
Insiste en no confundir educación con catequesis. La identidad de un centro
escolar católico nace en su respeto al estudiante y a la educación, nace en
“llevar adelante a los jóvenes en los valores humanos, en toda la realidad,
incluida la trascendencia”.
El perfil del educador católico destaca por su
tendencia para arriesgar racionalmente y enseñar el camino. “Educar es esto –
sintetiza Francisco- “Si te caes te levantas y sigues adelante. Un educador que
no sabe arriesgar no sirve para educar. El verdadero educador debe ser maestro
del riesgo razonable”.
La labor educativa reclama la alianza plena entra
familia y escuela. Este pacto educativo está roto y “se debe volver a
comenzar”. El Estado también está fallando en el pacto educativo. Para
Bergoglio no es admisible que haya profesores mal pagados, “esto quiere decir
que el Estado no tiene interés, si lo tuviese, las cosas no andarían así”.
En esta
educación, precisó, “hay un lenguaje de la cabeza, del corazón y de las manos.
La educación debe tomar estos tres caminos y enseñar a pensar, ayudar a sentir
bien y acompañar en el hacer para que los tres lenguajes estén en armonía”.
El llamado
del Papa Francisco a los asistentes al congreso “Educar hoy y mañana” invita la
búsqueda de caminos nuevos que resitúen la educación en el plano de las
prioridades sociales.
“La
verdadera escuela debe enseñar conceptos, hábitos y valores. Y cuando una
escuela no es capaz de hacer esto entonces es selectiva, exclusiva y para
pocos. Creo que la situación es grave porque lleva a seleccionar a los
superhombres pero solo con el criterio del interés. Detrás de esto siempre está
el fantasma del dinero que arruina la verdadera humanidad”.
Para
concluir el encuentro, el Santo Padre agradeció a “los educadores que son mal
pagados todo lo que hacen”. Y remarcó que “la pasión por la educación lleva a
humanizar la gente”.
Francisco I orienta el compromiso de padres de
familia y profesores con la educación católica. Hace un llamado a la coherencia
de vida como nota distintiva de la formación educativa católica.
El Santo Padre compartió una carta con los
asistentes al congreso de escuelas católicas que se realizó en España. En la
misiva, Francisco expone el valor y trascendencia de la educación. Los centros
de formación católicos se caracterizan por ser espacios donde los niños “crecen
como personas”. Este crecimiento abarca tanto la formación académica como el
desarrollo de las competencias humanas para afrontar el mundo fuera de la escuela.
Los colegios católicos afrontan este resto “no con la actitud posesiva ni con
prejuicios ideológicos sino con una mirada de asombro y respeto ante el
misterio de la vida”.
El papel de la familia, encabezado por los padres,
en la escuela se enmarca como un acto de amor. Los padres “tienen el derecho y
el deber de educar a sus hijos”. Si se excluye la participación de la familia,
así como sus creencias y valores “se estará realizando una amputación grave” en
la educación de los niños.
El pontífice insiste en “la larga historia de
amor, servicio y promoción que la escuela católica siempre ha protagonizado en
favor de los niños más pobres y desfavorecidos”. Alienta el trabajo de docentes
y padres de familia para “abrirse a una amplia dimensión social y luchar contra
la cultura del descarte y la marginación”. La escuela católica reafirma cada
día “la obligación por compartir con los pobres y necesitados el pan de la
cultura”.
La carta enviada por Francisco anima a los
profesores católicos en su papel de modelo y ejemplo de la educación. Sus
valores y creencias son el mejor motivo para que se conviertan en profesionales
coherentes y marca la diferencia distintiva de la educación con sentido
católico. “Los niños y jóvenes tienen derecho ciertamente a
recibir una educación de calidad impartida con competencia y profesionalidad
pero sobre todo necesitan una educación de calidad humana, moral y espiritual y
para ello es imprescindible el testimonio y coherencia de los profesores, este
debe ser un aspecto fundamental y distintivo de la escuela católica”, subraya.
El contexto
actual que envuelve la educación está envuelta en “muchas dificultades y
obstáculos”. El Papa invita a los docentes para fortificar “su dedicación,
compromiso, ilusión y generosidad”.
Para Francisco,
la labor educativa que la Iglesia Católica ha desarrollado durante tanto tiempo
refleja un concepto de vida irrenunciable. Hoy, en el marco de convivencia
actual, marcado por la fugacidad de las cosas, Bergoglio reafirma el compromiso
educativo para que la escuela sea “cada vez más, un taller de esperanza”.
Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
Una producción de la Casa Editorial Bienaventuranzas
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