Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

martes, 23 de febrero de 2016

La educación del ¡SÍ!: los cinco pilares de la escuela abierta



El investigador italiano Franceco Tonucci propone cinco afirmaciones fundamentales para transformar la educación. Cada docente debe asumir su papel de “ayudar a los niños a desarrollar sus capacidades”. Así se define la escuela abierta.


La inquietud docente no lleva a probar dinámicas y actividades nuevas en el aula. Reconocemos las deficiencias de la educación tradicional, la del maestro que instruye a los estudiantes. Y buscamos modelos de enseñanza que permitan otro tipo de relación más abierta. El investigador sobre educación e innovación, Francesco Tonucci, sintetiza algunas claves de la educación moderna.

Tras varios años recabando información sobre procesos educativos innovadores, prepara ahora cinco afirmaciones que ayudan a crear un espacio de aprendizaje diferente.

La innovación y renovación educativa alimentan los discursos de muchos docentes. Aterrizar estos propósitos en acciones concretas y sustentables, además de acordes a los sistemas establecidos, es el reto diario. La escuela abierta propone el diálogo horizontal entre docente y estudiante, un relacionamiento que permite al docente aprovechar y nutrir las capacidades de cada estudiante. La participación, el tiempo de juego y la colaboración entre todos son otros elementos que ayudarán en la comunidad escolar.



“La escuela, reafirma Tonucci, es el lugar idóneo para que el niño pueda encontrar su naturaleza y luego desarrollarla”. El centro educativo genera un espacio amigable para el estudiante. Durante casi 12 años se convertirá en su nuevo hábitat. Y por tanto deberá estar condicionado para provocar la inquietud y despertar las cualidades.

La adecuación escolar reclama tanto un espacio físico agradable como un acompañamiento docente humano. “Los maestros están para ayudar a los niños a desarrollar su capacidades”, insiste Francesco Tonucci.

SÍ A LA CONFIANZA EN LOS NIÑOS


Saber que los niños saben es la primera premisa. Tenemos que confiar en la competencia y la capacidad de los niños.

El fortalecimiento de la autoestima se convierte en el motor del aprendizaje. Tradicionalmente se envía un mensaje negativo a los estudiantes. La escuela sirve para enseñarte lo que no sabes. Se percibe como un castigo por la culpa de ser “niño”. Consolidar la confianza en el niño derrumba la idea de que la escuela está hecha para niños que no saben y que por tanto ellos tienen que escuchar y los maestros, hablar (ordenar).

Las aulas son laboratorios que exploran las cualidades que germinan en cada estudiante, son espacios para despertar las inquietudes de cada uno de los estudiantes. Ese espacio amigable que proponía Francesco Tonucci en el cual el estudiante se siente en potencia.

SÍ A ESCUCHAR A LOS NIÑOS


Consecuencia inmediata de SÍ anterior, el docente se transforma en el interlocutor del estudiante. Su labor como guía educativo empieza por escuchar y abrirse al mundo de los estudiantes. A partir de ahí, el maestro está convocado para descubrir las potencialidades del estudiante. De acuerdo a su desarrollo intelectual y emocional, el docente interacciona con cada estudiante para que germine el impulso inquieto y explorador de los estudiantes.

 La capacidad de abrir los oídos al mundo interior de cada alumno lleva implícita una tercera consecuencia:

SÍ A LA DIVERSIDAD


Las diversidades son la riqueza, la igualdad es la pobreza de la educación, defiende Tonucci. El quehacer tradicional del maestro está dirigido a nivelar a todos los estudiantes en un mismo nivel de aptitudes. Si bien en algunos centros se trata de premiar a los más destacados, la valoración de estos méritos se centra en un solo indicador: ¿quién cumplió de manera más exitosa las normas trazadas?

El intercambio de experiencias en el aula tiene que enriquecer las experiencias de los estudiantes. La diversidad alimenta las inquietudes. Tonucci propone, incluso, disponer aulas o espacios educativos que involucren el relacionamiento con estudiantes de otras edades.

SÍ A LOS MUCHOS LENGUAJES


La proyección de la diversidad en la escuela es que ésta reciba a cada alumno con sus distintas particularidades y en función de ellas, ofrezca posibilidades de expresión diferentes. Así se prevé en el artículo 13 de la Convención de los Derechos del Niño que hace referencia a la libertad de expresión.

El docente despierta la capacidad expresiva y artística de los estudiantes. Cada uno gozará de una sensibilidad distinta, de una creatividad diferente; pero todos poseen un mundo interno por expresar.

SÍ A LOS ÚLTIMOS

Anteriormente se mencionó cómo el sistema educativo tradicional alienta la búsqueda del promedio como norma. Al tiempo que se premia a los más destacados, este sistema también sanciona a los “últimos”. Las limitaciones más severas se sancionan con la repetición del curso, en otras ocasiones se reclama los reforzamientos pedagógicos.

Los últimos deben ser los preferidos, los que necesitan más que todos, porque no tienen una posibilidad alternativa. Solo la escuela puede ayudarles a recuperar las lagunas que la vida le ha dado naciendo con dificultades económicas, culturales. Deben ser los estudiantes preferidos.

Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
Una producción de la Casa Editorial Bienaventuranzas 




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