Las vacaciones se presentan como un espacio de
libertad. Las obligaciones “de estudiante” quedan congeladas hasta nuevo aviso.
Es tiempo de despejarse y experimentar nuevas cosas.
Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
Una producción de la Casa Editorial Bienaventuranzas
Llegan las vacaciones. El ritmo familiar
cotidiano se altera con una nueva rutina. Ya no es necesario levantarse
temprano y volar a la escuela. Las tareas y las horas de estudio acabaron.
Ahora, el niño, disfruta de una “intensa jornada de tiempo libre”.
¿Qué podemos hacer para que el descontrol no se
apodere de estas vacaciones?
El periodo de vacaciones se proyecta como una
necesidad de descanso, mas no de pausa. Las actividades escolares dejan paso a
nuevas y emocionantes propuestas. Se trata de ocupar el tiempo libre con
dinámicas que permitan despertar inquietudes. Es un tiempo ideal para
satisfacer los anhelos de los estudiantes.
Los pedagogos consideran que el gran enemigo de
las vacaciones se aposenta en el sedentarismo. La televisión, la computadora y
los videojuegos se pintan como la amenaza más perjudicial para los niños. Los
padres deben despertar la curiosidad y proponer actividades distintas y
emocionantes que estimulen la creatividad en los hijos.
Al “librarse” de la rutina escolar, es frecuente
que se caiga en cierto descontrol respecto a los horarios de vida. Las horas de
despertarse y acostarse gozan de mayor tolerancia, el rigor para cumplir los
hábitos diarios se relaja y, poco a poco, se permite una ruptura con las
obligaciones de la casa. Ante esta situación, los padres sienten que se les
complica mantener su ritmo de vida diario y entran en situaciones de estrés.
La forma inmediata para “controlar” los tiempos libres
consiste en llenar la agenda con actividades múltiples. La tentación de
inscribir a los hijos en talleres y cursos de nivelación o mejoramiento escolar
permite a los padres mantener la rutina “de todo el año”, acudir a sus trabajos
sin inconvenientes y tener la confianza de que sus hijos están bien cuidados.
¿Serán atractivas estas actividades para los
estudiantes? ¿Cuán provechoso es “dar continuidad” al ciclo escolar durante las
vacaciones?
Pensar en actividades de verano como forma
ocupacional es aconsejable. Los pedagogos sugieren que estas actividades
resulten atractivas para los niños. Los cursos que ocupen el tiempo vacacional
deben despertar la creatividad y proponer la diversión; son espacios de
recreación. Las vacaciones son, en definitiva, un tiempo ideal para hacer esas
cosas que durante el año no hemos podido hacerlas.
Lo
importante, para que sean unas vacaciones útiles, es elegir aquello que le
parezca más adecuado, teniendo en cuenta los gustos y preferencias del niño y
la habilidad o talento que se quiere que descubra y desarrolle, pero siempre
combinando recreación y conocimiento.
Las
vacaciones son periodos de descanso, matizan los especialistas en educación.
Presentan una salvedad cuando el niño ha presentado dificultades en el
aprendizaje regular. En estos casos sugieren fortalecer el aprendizaje mediante
cursos personalizados que ayuden a nivelarse y recuperar la confianza y estima
en el trabajo personal.
EN LA AGENDA
La vacación ofrece múltiples posibilidades para
ocupar el tiempo libre. El impulso inicial de los padres consiste en llenar
la agenda con actividades que “ocupen” el tiempo del estudiante. Aquí
presentamos 7 actividades que deben estas presentes en la agenda.
1.
Practicar deporte.- la oferta de cursos
deportivos es enorme. Fútbol y tenis aparecen como los más requeridos. La
natación supone un ejercicio completo para el desarrollo físico completo del
niño. Si el deporte se practica al aire libre, se recomienda tomar las
debidas medidas para protegerlo del sol.
2.
Aprender un nuevo idioma.- una inversión para
el futuro. Aprender un idioma equivale a abrir una puerta para el futuro. Los
cursos de idiomas presentan alternativas dinámicas para facilitar el
aprendizaje de idiomas.
3.
Cultivar el arte.- dedicar tiempo para conocer
y practicar alguna manifestación artística ayuda a estimular la imaginación.
Las clases de pintura, manualidades, instrumentos musicales, teatro o danza
alientan el desarrollo de la parte emocional del cerebro. La tecnología
permite también nuevos programas que despiertan la creatividad como la
fotografía y el video.
4.
Ayudar en el hogar.- el niño pasará más tiempo
en casa. Es una oportunidad para que comprenda las responsabilidades que
tiene en el hogar. La agenda de verano incluirá horarios y acciones que
repercutan en el cuidado y mejora del hogar: ayudar en la limpieza, ordenar
el cuarto, compartir el tiempo de la cocina o colaborar con los hermanos.
Además de fomentar el compromiso con la familia, permite entender el valor de
la vida.
5.
Ver películas.- otra forma de estimular la
creatividad. La televisión forma parte de la cotidianidad en la vida del
niño. Eliminarla puede resultar contraproducente. Darle una labor vinculada a
ella, puede impulsar una nueva forma crítica de entender la televisión. Las
películas sirven de detonante para la conversación y el análisis de
situaciones de la vida, una escuela de valores.
6.
Adelantar el año escolar.- es una decisión
difícil, pero necesaria. Si durante el año escolar se ha constatado alguna
debilidad en el aprendizaje, el verano es un momento importante para nivelar
y crear hábitos de estudio en el niño. La enseñanza más personalizada permite
detectar dónde está el problema en el aprendizaje. La oportunidad de dominar
la materia que se convirtió en un “dolor de cabeza” ayuda a mejorar la
autoestima y motivación. Es importante que esta actividad sea compartida con
las demás dinámicas de la agenda.
7.
Compartir en familia. La vacación también se
presenta como un tiempo para compartir con la familia. Un viaje, una visita
de los primos o un tiempo compartido con los abuelos son parte de la
formación y crecimiento de los niños.
Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
Una producción de la Casa Editorial Bienaventuranzas
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