Profesor y director de escuela durante más de 40 años y autor del
libro que recoge su experiencia en las aulas.
De pequeño estudió
en un internado: fue entre esas paredes donde se curtió un chico al que le
gustaban las matemáticas y jugaba al futbol a pesar de ir cojo, consecuencia
de la polio que sufrió siendo muy pequeño. De aquellos años conserva algunos
recuerdos, como un profesor que fingía no darse cuenta de que él y sus
compañeros, tras sus cuadernos, leían novelas.
|
Una producción de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas
En
su libro relata sus vivencias como profesor y director de
la Escola Ginebró (Enebro), un proyecto educativo en el que plasmó
su sueño por mejorar la educación. ¿Qué rol le entusiasmó más?
El de maestro,
aunque el de director también, porque he sido un director de escuela peculiar:
la he dirigido a base de estar con los maestros, de ir a desayunar con ellos,
de salir fuera a saludar los padres. Esto ha hecho que los padres y los alumnos
me hayan querido mucho y que el trabajo haya sido muy gratificante.
Pero
ser maestro es mejor.
Dar clase a los
niños, explicarles las cosas, que te escuchen, ver cómo aprenden, cómo se
interesan, cómo te miran… Siempre que he dado una clase he terminado dando las
gracias.
¿Qué
recuerda de los maestros y los alumnos con los que compartió su vida en la
escuela?
Recuerdo muchísimo a
Isidoro, una persona extraordinaria, amigo y compañero. A veces me decía:
“Nacho, Gloria ya ha pagado la excursión, ¿eh?” y yo le contestaba “Ah, bueno,
pues ya traerás el dinero” y él decía “Sí, sí, me lo dio a mí y lo tengo en
casa”. En realidad, era él quien pagaba la excursión para que la niña pudiera
ir. Isidoro era así, un tío impresionante. Y de alumnos recuerdo algunos muy
brillantes y algunos más difíciles. De los últimos me acuerdo especialmente,
porque son los que más me gustan.
¿Qué
deben aprender los alumnos?
Les has de despertar
la curiosidad, ya aprenderán ellos. Es cierto que deben tener un orden en
la escuela, pero aprender, aprenden de lo que ven de los maestros, de los otros
alumnos, de sus padres, de sus amigos o de sus abuelos. Los maestros deben
aprender a despertar esa curiosidad, tener vitalidad, saber que están haciendo
el mejor trabajo del mundo y… ¡les tiene que gustar Bach!
¿Bach?
En la escuela la música es fundamental: todos los niños aprenden música en Ginebró. Además, un niño que de pequeño escucha Bach, de grande no puede ser mala persona.
En la escuela la música es fundamental: todos los niños aprenden música en Ginebró. Además, un niño que de pequeño escucha Bach, de grande no puede ser mala persona.
¿La
escuela debe educar en valores?
Los valores forman
parte de la vida, están en la calle, en el día a día. La informática no se
aprende, se practica, y lo mismo pasa con los valores. Además, en la escuela
Ginebró hay dos cuestiones sobre las que no se discute: la igualdad de sexos y
la pena de muerte. ¿Por qué? Porque no es cuestionable. Y el mismo hecho de que
sean cuestiones indiscutibles ya es muy significativo para los niños. ¡Ah! En
Ginebró también es muy importante que los niños vean que los maestros se tratan
con respeto, que se besan, que se hacen bromas.
¿Es
posible trasladar lo que nos cuenta a todas las escuelas?
Siempre he tenido un
deseo: que la Escola Ginebró no hubiese tenido que existir, porque habría
significado que las escuelas ya eran así. Ginebró es un sueño.
En
su libro compara la educación con el bambú japonés.
Hay un tipo de bambú
que debes plantar, tapar y regar. Durante tres años no lo ves, pero debes
continuar regándolo y, al cabo de tres años, sale. Pasa lo mismo con la
educación: debes ir regando a los niños día a día.
¿Y
esto es posible hoy?
Yo creo en la
utopía. Creo que, con una buena educación, sería posible vivir sin semáforos.
Dentro
de esta utopía, ¿cómo encajamos la tecnología digital?
Se trata de una
herramienta más, como lo son las manos y los bolígrafos, pero es una
herramienta muy interesante: estar hablando de Rubens en clase y poder mostrar
sus obras a través de internet la hace muy potente.
Desde Tiching también
soñamos con mejorar la educación.
Y, además, permite
otra cosa: hacer que un profesor del Faro del Fin del Mundo de Ushuaia que
sueña con mejorar la educación pueda compartirlo conmigo. Él quizá sueñe con
mejorar la educación de unos niños a quienes interesa más aprender a pescar y a
correr, y yo con mejorar la de unos niños que son del Barça y a quienes
interesa más aprender economía. Pero tenemos el mismo sueño y Tiching nos
permite compartirlo.
ESCOLA GENEBRÓ / ESCUELA ENEBRO
El empeño de padres y docentes crea, en 1969,
el centro de formación escolar Genebró (enebro) con el propósito de ofrecer
una educación diferente. En sus inicios fue concebida como una cooperativa de
maestros, aunque debió evolucionar para adecuarse a las normativas legales.
“Su propuesta educativa se centra en el
profundo respeto por los demás, sin discriminaciones, potenciando la
diversidad, los valores democráticos y la participación”. Para lograr estos
propósitos, el equipo docente está en permanente reciclaje, una actitud de
fortalecimiento y coherencia con el proyecto educativo.
El clima de trabajo incentiva la libre
expresión y la autonomía individual a partir de una mirada crítica a la
realidad. El énfasis en el valor de la investigación permite fortalecer el
comportamiento colectivo en la búsqueda de nuevos tipos de aprendizaje. Los
estudiantes comparten un clima de confianza, respeto y colaboración tanto con
docentes como con padres de familia. Todos conforman la comunidad educativa y
todos son parte de un contexto social integrador.
La inserción con la comunidad es otro de los
ejes de trabajo en la escuela. De manera permanente colabora con
instituciones culturales, deportivas y sociales de la comunidad.
Objetivos generales
·
Educar de
manera integral del alumnado.
·
Potenciar
el respeto a los demás, al entorno ya las cosas, fomentando valores como la
solidaridad, la tolerancia y la responsabilidad.
·
Desarrollar
y potenciar las capacidades intelectuales, físicas, artísticas del alumnado.
·
Defender
la diversidad como elemento enriquecedor tanto del grupo como de cada uno de
los individuos que lo integran.
·
Potenciar
la autoestima y la aceptación de uno mismo, haciendo que todo el mundo se
sienta acogido, cuidado, respetado y valorado.
·
Promover
el ejercicio de la responsabilidad, estableciendo los límites imprescindibles
y dejando un amplio margen en el que cada uno se pueda mover y decidir.
·
Dar
atención individualizada a todos y cada uno de los chicos, sin desatender
aquellos que presentan dificultades específicas.
Una producción de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas
Entrevista extractada de
blog.tiching.com
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario