- La inquietud por despertar la creatividad llevó a tres artistas a
proponer un modelo experimental de educación. 50 años después, el ejemplo se
extiende en otros centros educativos. La libertad expresiva y el aprendizaje
activo son claves dentro del instituto Roberto Themis Speroni.
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Fuente: Redacción "Diálogo Educativo".
Una producción de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas
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Un modelo educativo
experimental alienta la creatividad
Sorprende ver un aula
sin pupitres, con los estudiantes sentados en círculo y entretenidos con sus
instrumentos musicales y sus pinceles. Es parte del sistema de enseñanza
Speroni. Profesores y estudiantes comparte un mismo grado de responsabilidad en
la fase de aprendizaje. No hay autoridades, ni exámenes ni notas. Lo importante
se centra en despertar todas las formas de aprendizaje, tanto la intelectual
como la afectiva, la artística o la emocional.
Tres artistas
emprendieron un experimento educativo en 1958. La ciudad argentina de La Plata,
unión a Dorothy Ling, Nelly Pearson y Marta Bournichon para llevar a la
práctica un experimento formativo. Querían probar el potencial pedagógico del
arte. Las fundadoras trabajaban como maestras de diferentes disciplinas
artísticas. Coincidían en que la enseñanza del arte se había racionalizado para
enmarcarse en los patrones del aprendizaje intelectual de tal manera que
perdían su espontaneidad, intuición y emoción. El arte relegaba su esencia para
convertirse en materia educativa.
Las diversas
formas artísticas tienen un lugar primario en el instituto. Pero no es una
escuela de arte. "Es un espacio donde los chicos se pueden expresar
libremente y el arte es sólo la forma que adquiere esa expresión", matiza
Miguel Ituarte, director del centro Roberto Themis Speroni.
¿Qué ocurriría si
revertían la situación y priorizaban el aprendizaje artístico sobre el teórico?
Iniciaron sus actividades como un taller experimental. A través del arte proponían
diversas experiencias que enriquecían el proceso de aprendizaje en los
estudiantes.
“Proponemos un modelo
en donde la teoría no pase por encima de la práctica” explica la directora del
colegio Los Biguaes, uno de los centros que aplican este modelo. Justifica la
validez de sistema por que “es un modelo flexible y dinámico en donde se
considera fundamental acompañar a los chicos en sus inquietudes de
aprendizaje”.
Los docentes refuerzan
la idea de que cada estudiante requiere un ritmo diferente de aprendizaje. Más
allá de los patrones educativos regulares, el modelo Speroni percibe como
natural que el estudiante deba permanecer más tiempo del diseñado para aprender
un contenido. No existen los exámenes ni se “penaliza” a un estudiante con la
repetición del curso.
El trabajo en grupo
pequeños “permite que se desarrolle un vínculo real y humano” afirma Ituarte.
La atención personalizada a cada estudiante permite conocer las potencialidades
de cada uno de ellos y trabajar en el fortalecimiento de sus habilidades
cognitivas. Los estudiantes se expresan de acuerdo a su forma de percibir el
mundo, desde su diversidad, pero en su entorno. Esta diversidad invita a
considerar el centro como “una comunidad más que una escuela” sentencia
Ituarte.
Actualmente, “la
escuelita” como se identifica al modelo impulsado por Dorothy Ling se
implementa en 33 centros educativos de Argentina con el respaldo legal y
educativo de las autoridades de dicho país. Incluso, desde el 2002, un colegio
de New Jersey, The Cottage School, ha asumido este sistema como modelo
pedagógico para sus estudiantes.
La presencia del
trabajo artístico, el aprendizaje activo y el trabajo en equipo son la base del
actuar. En un marco de libertad expresiva y creativa, todos asumen la
responsabilidad de forjar un contexto educativo armónico. Estudiantes y
docentes comparten espacio de lectura, clases de matemáticas y tiempo para la
limpieza del centro. En algunos lugares es posible encontrar talleres de
producción que permiten generar los recursos necesarios para mantener del
centro. En el colegio de Los Biguaes de Tigre (Argentina) profesores,
estudiantes y padres trabajan en la panadería para garantizar la sostenibilidad
de la escuela.
El sentido de
comunidad contagia a los padres de familia. La comunidad educativa en general
es la responsable del buen funcionamiento del centro. A pesar de la asignación
de cargos, Ituarte valora que todos están en un mismo nivel de responsabilidad.
“Las decisiones de la escuela se toman en asamblea” apunta. Explica que el
ingreso de nuevos docentes se determina mediante una elección de todos, en
equipo. Por eso, “la mayoría de los maestros han sido alumnos del colegio”,
reconoce Ituarte orgulloso.
A pesar de
democratizar el proceso de decisión, recuerda que en algunas oportunidades han
tenido que asimilar las normativas educativas clásicas. Si bien Speroni asume
que las libretas de notas no aportan un sentido al aprendizaje, durante algún
tiempo han tenido que emitirlas y adecuarse a las políticas educativas.
Consideran que las calificaciones numéricas son innecesarias; “no las ponemos
porque suponen un sistema estandarizado que muchas veces no indica nada. Cada
día nos juntamos después de clase, hablamos de cada chico y los evaluamos de
forma integral” aclara el profesor Abre.
La observación ha
permitido innovar y ajustar las dinámicas pedagógicas que se aplican. Los docentes no trabajan con
manuales ya establecidos, sino que preparan sus propios materiales para cada
clase "explorando creativamente" el programa oficial. Es un método
propio y único. Más allá de que la experiencia se haya expandido a una
treintena de colegios, cada centro adecua sus procesos de enseñanza y
aprendizaje a la realizada de su comunidad educativa. “Docentes
y alumnos trabajan, estudian y aprenden sentados en círculo, unos al lado de
otros”, aclara García Salgado.
“Trabajamos en el
suelo y en círculos - explica García Salgado – porque creemos que se trata de
una cuestión de igualdad. Intentamos aprender junto a nuestros alumnos. En ese
sentido, puede ser que el rol del docente no esté muy definido”.
La
organización curricular intercala las materias más tradicionales como
matemáticas, lenguaje o historia, con otras que despiertan le creatividad
expresiva y emocional: pintura, música, poesía. “Se trata de una propuesta
pedagógica flexible y dinámica que prioriza la creatividad y el descubrimiento
personal de los alumnos”, explica la directora de la escuela Los Biguaes.
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Fuente: Redacción "Diálogo Educativo".
Una producción de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas
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