Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Convierta el aula en un espacio de convivencia y promoción de valores


 La educación en valores copa el discurso de políticos, pedagogos y educadores.  La escuela asume el reto de promover un espacio de convivencia para el fortalecimiento de los valores. El respaldo de la familia y la sociedad es fundamental para transformar la sociedad.

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Anita y Lourdes han estado toda la noche trabajando en su exposición. Hoy deben exponer en la feria del colegio. En esta ocasión, el tema elegido se centra en la violencia de género. Cada curso propondrá un trabajo y un mensaje. Debido al éxito que estas ferias temáticas tuvo en años anteriores, el colegio ha hecho un esfuerzo y ha invitado a autoridades de la comunidad para que sean parte de la feria. Incluso, los padres de familia han sido convocados para una charla que estará a cargo de una ONG.

Cada año, el colegio dedica una semana de trabajo para conocer, explorar y debatir sobre actitudes que como sociedad debemos mejorar. Es parte de su plan en formación de valores.

La directora del centro educativo explica la importancia de estas iniciativas: Los valores, considera, dignifican y acompañan la existencia del ser humano.
Iniciativas de este estilo se han vivido en muchas escuelas. La educación en valores se plantea como un esfuerzo aislado que se concentra en una semana de interacción. De esta forma, los docentes centran sus esfuerzos en el desarrollo del programa académico dispuesto por las autoridades.

El investigador colombiano Wilson Bolívar Buriticá, de la Universidad de Antioquia, revela que estas prácticas son comunes en las unidades educativas.


Los valores reflejan la personalidad del individuo

La educación en valores ocupa una importancia similar a la formación cognitiva. Ambos aprendizajes encaminan al estudiante hacia su ser profesional, su capacitación para adaptarse a una vida laboral activa. Es parte de la educación integral e integradora.

¿Por qué es tan importante la educación en valores?
El informe Delors (1996) promovido por la UNESCO reclama nuevos procesos educativos centrados en la formación da valores. Transformaciones sociales y culturales impulsadas por las innovaciones tecnológicas han alterado el sistema de creencias sociales. El relativismo ha ganado un espacio fundamental en la sociedad actual, un relativismo que está acompañado del consumismo y del materialismo radical. Aspectos como la solidaridad, la tolerancia o el bien común han sido relegados poco a poco en una sociedad que valora el éxito a partir de la valoración económica de un salario.


Los valores sirven de guías o pautas que marcan la conducta de la persona,

El catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, José María Parra, reflexiona sobre la crisis política y social que envuelve a la sociedad moderna. La preponderancia del saber científico y el marco de enaltecimiento a las opiniones personales han contribuido a profundizar un vacío de valores. Para el profesor José María Parra, “la educación en valores se ha convertido en el problema estratégico número uno de la educación”.

Wilson Buriticá destaca la función social de la escuela como principal formador de valores. El tejido social en que vivimos ha delegado a la institución escolar la obligación de forjar los principios sociales y morales de los estudiantes. Es cierto, destaca el autor, que otras instancias sociales como la familia, la iglesia e incluso la televisión juegan un papel importante en la educación en valores. De todas maneras, el tiempo que el estudiante pasa en la escuela convierte a esta institución en el espacio de interrelación ideal para experimentar vivencias.

Los pedagogos coinciden unánimemente en la incidencia directa que el ejemplo de los adultos provoca en los niños. Esta influencia se intensifica cuando se trata del comportamiento y las actitudes de vida, es decir, cuando se plasma la vivencia de valores. Los contextos familiares y escolares destacan como preponderantes al momento de trazar los modelos de imitación. 


El valor es la convicción razona y firme de que algo es bueno o malo y de que nos conviene más o menos.

La escuela se ha dispuesto como la institución encargada de la transmisión y desarrollo del conocimiento en su sentido amplio; es decir, abarca los procesos cognitivos, procedimentales y actitudinales. “La actividad educativa está relacionada con la educación en valores”, sentencia Parra. Al mismo tiempo, lamenta el apego de docentes y autoridades educativas para implementar la enseñanza de valores como parte del aprendizaje intelectual que comparten con otros contenidos disciplinares.

Los debates sobre cómo deben implementarse la vivencia de valores en el aula son amplios. En la actualidad, se ha impuesto el concepto de transversalidad para integrarlos dentro del marco educativo. Sin embargo, y bajo la experiencia del investigador José María Parra, no todos los modelos comprenden la dimensión de lo que significa la educación en valores. El pedagogo colombiano Buriticá resalta las falencias de los modelos que proponen una “institucionalización académica” y reducen la formación de principios y valores a dinámicas puntuales, como si se tratara de un contenido extra en el plan de trabajo escolar.

Ciertamente, la labor del docente involucra una serie de responsabilidades que, con frecuencia, le impiden integrar la enseñanza de valores junto al aprendizaje programado. La comunicación fluida entre docentes y estudiantes genera un espacio de interacción que permite la vivencia de los valores. En este espacio natural de intercambio, el docente encuentra el ambiente idóneo para proponer situaciones en las cuales experimentar diversas actitudes y comportamientos que sustentan los valores.

A partir de la experiencia inicial relatada por Wilson Bolívar Buriticá, anima a los docentes para que las dinámicas de reflexión y diálogo alumbren el actuar diario en el aula y no se concentren en una semana de la buena voluntad. Siguiendo su propuesta, cada actividad en el aula se convierte en una vivencia natural para “aprender” sobre la igualdad de género.



Cada persona se forma a sí mismo experimentando la vivencia de valores y priorizando unos sobre otros de acuerdo a sus anhelos e ideales de vida.

Similar percepción manifiesta José María Parra en su libro “La educación en valores y su práctica en aula” al considerar la educación en valores como un trabajo desde la globalidad prestando especial atención a la etapa de desarrollo en la que se encuentren los niños y sus contextos sociales y culturales, para que así, estos principios tengan sentido para ellos.


DIVERSOS CAMINOS PARA UN MISMO FIN


La educación en valores ha provocado grandes debates en los entornos educativos. Los puntos de coincidencia son múltiples: la escuela es la institución llamada para encaminar esta labor de formación humana, los programas de aula deben incluir espacios para la reflexión, de debe superar el hábito de conceptualización como sustento del aprendizaje, resulta imprescindible la vivencia de valores como mecanismo de interiorización, y otros tópicos más.

Los expertos discuten en torno al modelo de implementación. Se diferencia tres visiones confrontadas que, con ciertas dificultades, lograrían apoyarse.

1.    Visión tradicionalista.- defiende la vigencia de “valores absolutos” que marcan la personalidad de los estudiantes. Estos valores responden a principios universalmente aceptados como la verdad, la justicia y la libertad; aquellos valores que fueron agrupados por la vieja escuela griega en éticos, estéticos y religiosos.

Esta corriente argumenta la trascendencia de estos valores más allá de las condiciones y contextos sociales y culturales. Además, insisten, son valores compartidos en otros espacios de interacción de los estudiantes: familia, amigos, iglesia, estado. En su defensa, consideran que la actual crisis de valores que envuelve a gran parte de las sociedades radica en la falta de aplicación práctica de los valores y no en su deterioro.
Los valores universales ayudan al estudiante a forjarse como persona de bien en un contexto multicultural.

Los detractores de este modelo consideran como una imposición al estudiante la vigencia de valores universales, cerrados y poco funcionales. En el proceso de asimilación, el estudiante no disfruta de la libertad de elección. El énfasis del proceso educativo está centrado en el resultado (interiorizar el alcance de los valores) antes que en el proceso (experimentarlos)

2.    Visión modernista.- surge como una evolución de la visión tradicionalista. Defienden la objetivación histórica de los valores y por ello centran su propuesta en la formación de personas capaces de enfrentar problemas en el contexto de la civilización moderna. Valoran la importancia de saber adaptarse a las circunstancias cambiantes.

Este enfoque se sustenta en un planteamiento más racionalista y pragmático de la vida. Desvirtúa los valores universales porque los considera poco funcionales en la sociedad moderna, una sociedad más tecnificada y cambiante. La escuela “prepara para la vida” a los estudiantes implementando valores como la eficacia, el rendimiento y la productividad, conceptos más racionales y técnicos.

El propósito de este modelo es ayudar a los alumnos a identificar sus propios valores y a cobrar conciencia de ellos, compartirlos con los demás y actuar de acuerdo con sus propias elecciones. Transfiera la responsabilidad de la elección al estudiante.

Los detractores de este modelo critican el excesivo materialismo que impregna esta corriente. Apelan a la necesidad de forjar un desarrollo integral de la personalidad, sin desmerecer la parte social y humana.

3.    Visión subjetivista.- los valores derivan de las experiencias vitales de cada persona y, por tanto, no se puede hablar de valores objetivos y universales. La escuela provoca situaciones de experimentación para que los jóvenes vayan descubriendo su propio accionar. Por principio, el modelo subjetivista rechaza la imposición de valores en la enseñanza. Desde esta perspectiva, se considera que los estudiantes aprenderán a integrarse armoniosamente en sus contextos con un alto compromiso con las problemáticas de vida.

El modelo subjetivista anima el estímulo de la autonomía del individuo. Desde la libertad y la comprensión de las normas, la persona construye sus principios y prioridades. Desde el momento que se consideran los valores como un proceso interno, las experiencias personales serán las que forjen la actitud del estudiante. Una construcción personal que afiance la autonomía y la responsabilidad individual.

La apuesta por una educación en valores morales de manera autónoma, pasa por promover acciones participativas, inclusivas y democráticas que favorezcan el intercambio de opiniones, la divergencia y la pluralidad.


PEDAGOGÍA EN VALORES


Diversos métodos de educación se aplican para la enseñanza de valores. La interacción constante en el aula es, en sí, una dinámica natural de fortalecimiento de valores. El espacio de reflexión, diálogo e interiorización debe ser animado por el docente. Aquí se presentan algunas alternativas para proponer y animar las experiencias.

1.    La instrucción.- la escuela griega propuso las fábulas y los mitos como relatos sencillos para la discusión sobre valores. Aún hoy, esos cuentos están vigentes para despertar la inquietud en los estudiantes. La narrativa facilita la experimentación de sensaciones y sentimientos que ayudan a la reflexión. La instrucción permite un acercamiento más teórico hacia los valores, una forma de asentar un conocimiento base para iluminar las experiencias de vida.

2.    Los reforzadores positivos.- la actividad cotidiana del aula permite al docente premiar (refuerzo positivo) o sancionar (refuerzo negativo) a los estudiantes. Las forma de ofrecer un premio o alabanza son múltiples y dependen del nivel y desarrollo del grupo. Estas experiencias son muy comunes en la familia y la escuela. Ayudan para generar actitudes y proyectar el respeto hacia la autoridad. En palabras de Pedro Ortega, autor del libro Valores y educación, "este modo constante y sutil de socialización de los hijos es uno de los medios más eficaces de aprendizaje o formación de actitudes"

3.    La imitación de modelos.- la imitación o reproducción de un comportamiento supone otra forma de acercarse a los valores. Sobre todo en las edades primarias, los estudiantes observan e imitan el actuar de sus referentes adultos. De ahí viene el dicho de que la única manera de educar es con el ejemplo. Según crece el sentido crítico de los estudiantes, es bueno conocer la vida de referentes y líderes de la comunidad y de otros entornos sociales. A partir de este acercamiento, se destaparán actitudes y valores dignos de ser imitados. En la actualidad, la televisión se ha consolidado como un espacio fundamental en la creación de modelos y pautas de imitación.

4.    Comunicación persuasiva.- pretende inducir a otras personas para que asuman una opinión como propia. A partir del cambio de opinión, se implica el cambio de comportamiento. Las actitudes están ligadas a las creencias u opiniones que se forma el estudiante sobre la realidad, de tal manera que el cambio de opinión, fundamentalmente a través de nuevas informaciones, hace cambiar las creencias y las actitudes. El psicólogo Andrés Gonzáles describe cinco situaciones diferentes de comunicación persuasiva:

·            situación de sugestión, en la que el mensaje se repite sin argumentos de por qué o para qué;
·            situación de presión a la conformidad ante figuras de autoridad;
·            discusiones de grupo;
·            mensajes persuasivos;
·            adoctrinamiento intensivo.


5.    Juego de roles.- apuesta a una experimentación en primera persona. Tradicionalmente, el juego de roles dispone un papel diferente para cada estudiante. A partir de la escenificación de una situación cotidiana de vida, los estudiantes alimentan un debate que se nutre de las sensaciones experimentadas. En esta dinámica es importante que el docente sepa cuestionar las emociones e intenciones del estudiante. El contraste de las opiniones permitirá enriquecer un debate y profundizar en la búsqueda de comportamientos adecuados.

Otras dinámicas que alientan el debate desde la experimentación son incidente preparado o abogado del diablo.

6.    Proceso interactivo.- provoca oportunidades de interacción entre el estudiante y la sociedad para experimentar los valores desde un nivel personal y social. Obliga al estudiante a tomar decisiones de la acción que desarrollará. José María Parra dispone seis pasos que este proceso sea exitoso:
·            Tomar conciencia de un problema o cuestión.
·            Comprender el problema o la cuestión. Recabar y analizar información y tomar una actitud personal de valor sobre la cuestión.
·            Decidir si se debe actuar o no. Aclarar nuestros propios valores y tomar decisiones respecto a la participación personal.
·            Planear estrategias y medidas de acción: Discusiones rápidas, organizar medidas de acción posible, proporcionar habilidades, practicar y ensayar previamente.
·            Implantar las estrategias y tomar medidas por sí mismo o con un grupo.
·            Reflexionar sobre las acciones que se pueden emprender.

7.    Enfoque de análisis de valores.- ayuda a los estudiantes a desarrollar el pensamiento lógico y de la investigación científica para decidir sobre cuestiones referentes a los valores. El enfoque de análisis de valores se centra más en los problemas y temas sobre valores sociales que en los problemas de carácter personal. Es un modelo que cuenta con una gran aceptación en el campo de las Ciencias Sociales donde es utilizado para tratar temas como los problemas raciales, la contaminación ambiental, la discriminación en función del sexo, la desestructuración familiar o la inmigración. La investigación nutre a los estudiantes de motivos y evidencias para su posición argumental y vivencial.

8.    Resolución de problemas.- La resolución de problemas de forma colectiva implica procesos de escucha atenta de las ideas, formulación de alternativas, generación de argumentaciones que ponen en cuestión los conocimientos previos de los estudiantes sobre los diversos temas o situaciones que se abordan.

9.    La escritura.- las dinámicas de escritura colaborativa resultan muy interesantes tanto para provocar experiencias de participación como para evaluar las preocupaciones que alarman a los estudiantes. El relato de una historia es el detonante para que los estudiantes reflejen una problemática determinada.

Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"

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