Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

martes, 17 de octubre de 2017

ESTUDIAR O APRENDER: la diferencia que marca el cambio de fondo en el aprendizaje



“En mis tiempos, se aprendían todas las capitales de los países” recuerda un padre de familia al tiempo de cuestionar ¿qué es lo que su hijo aprende en aula? Las comparaciones son constantes y, casi siempre, elogian los sistemas educativos anteriores.

Fuente: Redacción "Diálogo Educativo".  
Una producción de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas

Los padres de hoy se formaron bajo una corriente enciclopedista. En sus épocas de escuela se acostumbraba a memorizar los textos y acumular conocimientos. El profesor se consagró como la figura referencial de la educación, aquel que poseía el contenido. En la escuela se exigía aprender contenidos expresados en los libros. Y esa era la labor de los estudiantes, aprender lo que los libres acumulaban.

Leonora Arditti, madre de tres hijos, siente que “había más orden cuando estudiábamos nosotros”.

La escuela actual invita a los estudiantes a trabajar el razonamiento, los incita a informarse, debatir, tomar decisiones. Son dinámicas que pueden lograrlas gracias a un mayor acceso a las nuevas tecnologías. 



Los padres nos encontramos confundidos al comparar nuestra experiencia 
con las actuales pedagogías de aula. Varios padres se cuestionan por qué sus
 hijos no aprenden a estudiar y no acumulan los conocimientos que ellos adquirieron
 para esa edad. Con más frecuencia de la deseada, se culpa a la escuela por 
la falta de formación que ofrecen.

Flavio Buccino, consultor en educación y docente, recalca la importancia de recuperar las cosas simples. Durante décadas se ha problematizado demasiado alrededor de los modelos pedagógicos que se deben proponer. “No renuncio a la pedagogía, y menos a las estrategias didácticas, pero no las creo un objeto en sí mismo. Creo que parte de la solución para por despertar el deseo, el apetito. Volver a dar sentido a aprender”, reflexiona.

Similar argumento plantea la especialista en educación, Roxana Perazza. Confirma que es necesario una escuela que enseña a estudiar, que disponga consignas para los trabajos y sustente en aprendizaje con exposiciones, resúmenes y cuadros. Pero amplía la responsabilidad del aprendizaje a la familia quienes “ayudan y acompañan en este proceso para que sus hijos adquieran autonomía en el estudio a medida que avanza en su escolaridad”.

"Aprender a estudiar es un proceso que debe ir complejizándose con los años. La escuela sola no puede, pero debe recuperar un papel importante en esta cuestión y orientar y ayudar a sus estudiantes a que puedan estudiar en y fuera de ella", añade Perazza.


“LA FILOSOFÍA ABRE LOS OJOS DE LOS NIÑOS AL MUNDO QUE LOS RODEA”, DESCATES

La función esencial de la escuela, revela Mohr Lone se centra en capacitar a los niños con las habilidades necesarias para sortear la vida adulta. Lone es profesora de filosofía y directora del “centro de filosofía para niños” de la Universidad de Whasington.  Parte de su trabajo de experimentación educativa ha consistido en visitar una unidad educativa para impartir filosofía a los niños durante una hora a la semana. Los beneficios a medio y largo plazo repercuten en las otras asignaturas.

Una actividad similar se realizó en Inglaterra. El estudio realizado a cerca de 3.000 estudiantes de cuarto y quinto de primaria reveló que los estudiantes que participaron de las clases de filosofía demostraron una mejora en las habilidades matemáticas y en la comprensión lectora.

Desde la mirada de los profesores que implementan estos cursos de filosofía en niños, se destaca el fortalecimiento de habilidades que pueden aplicarse en otros salones de clases. Consideran que se amplía la perspectiva para ver nuevos puntos de vista ante una situación de aprendizaje.



Más allá de ayudar a los niños a entenderse a sí mismos, la filosofía también los ayuda a entender a los otros. Algunos de los programas escolares favoritos
de Mohr Lone son aquellos donde niños de escuelas predominantemente
 blancas se juntan con niños de escuelas predominantemente 
afroamericanas para discutir asuntos raciales de Estados Unidos. 

Un foro abierto donde los niños de áreas más pobres pueden hablar acerca de las dificultades de crecer, puede iluminar bien a los que tienen esos privilegios. La Filosofía puede servir como un gran ecualizador. 

“La gente no se percata del hecho de que hacemos filosofía todo el tiempo”, dice Mohr Lone.

MÁS ALLÁ DEL AULA

El espíritu explorador de los niños se extiende a todas las facetas de la vida. Poseen una curiosidad innata. La rutina de la escuela propone normas de cumplimiento obligatorio que limita esa curiosidad y fuerza la uniformidad en el aprendizaje priorizando el conocimiento sobre el entendimiento.

El acceso a los dispositivos digitales, y mediante ellos a la gran aula que supone internet, facilita a los estudiantes nuevas formas de acceder al conocimiento. “La gran mayoría de los estudiantes conectados aprende cosas preguntándole a YouTube” sentencia Vera Rexach, especialista en Tic y educación de la Organización de Estados Iberoamericanos.

El resultado de esa curiosidad, complementa Rexach, se traduce en acciones de aprendizaje directas: buscan, se esfuerzan en entender, repiten, anotan. Son formas de resolver un interés genuino y, por ende, interiorizan el aprendizaje de manera inmediata. La clave del aprendizaje moderno reclama a los docentes que venzan la tradición del trabajo repetitivo de aula para incentivar a los estudiantes a descubrir su propio aprendizaje. “A estudiar se aprende, claro, si alguien te lo enseña”, concluye Vera Rexach.

Fuente: Redacción "Diálogo Educativo".  
Una producción de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas


No hay comentarios:

Publicar un comentario